LA CARA MÁS SOMBRÍA DEL TANGO
Quizás el tango es el abanico de posibilidades sociologicas más enriquecedoras en cuanto a expresiones costumbristas y culturales de un pueblo. No hay en el mundo, en número y calidad, tantas letras y músicas populares como en Argentina.
Aunque según se
mire, algunos tienen razón, el tango a veces empalaga, donde cansan con la falta de luz, dramas lacrimogenos, duelos sangrientos a cuchillo, en fin, os cuento que una noche de
invierno en que se me rompió la calefacción de casa y estaba cagado de frío y de tristeza, decidí abrigarme por dentro con la "calidez" de mi música.

Y recordé que hasta
en la vida del Morocho se comenta que había aspectos “oscuros”. Y George
Dumesnil afirma: “el país que no tenga leyenda está condenado a morir de frío”.
Insisto entonces, por mi amor irrefrenable hacia el “gotán”, con Cátulo
Castillo, a pesar que me tiró con cubitos en El último farol y en La
última curda. Y salen los acordes de El último café (no hay
dos sin tres): “Que tus labios con frío”.
Después María: “En la sombra de
mi pieza es tu paso el que regresa”… ¡Y llora la calesita de la esquinita
sombría! ¡Y yo bastante podrido! Decidí entonces recurrir a Enrique Cadícamo,
el de las papusas, las copas de champán y las noches de verbena. “Con éste me
salvo”, creí ingenuamente. "¿Qué viene?" Anclao en París: “Contemplo la nieve que cae blandamente”.
Sigue otro, Callejera: “Cuando
empiece a tallar el invierno de tu vida”. Y para completar, Garua:
“Las gotas caen en el charco de mi alma,
hasta los huesos calados y helados”. En Copas, amigos y besos,
también de Cadícamo, suena quejumbroso: “Ella
puso sus flores de anemia en mis sueños de frío y pobreza”. Madame
Ivonne: “Tu pena es de nieve”.
"¡Y dale! Ya me está entrando una vasoconstricción paroxística y veo
estalactitas por el techo". Sigue Nostalgia: “Sola y triste en esta noche, noche negra y sin estrellas”. Y así,
entre tanta sombra o escasez de luz, paso a escuchar algo de Homero Expósito,
cantado por Goyeneche. “Expósito es más moderno, más actual, con él se hará la
luz”, pensé con equivocado optimismo.. Y oigo Tristezas de la calle Corrientes: “Y qué triste palidez tienen tus luces”. Farol:
“Tu luz, con el tango en el bolsillo, fue
perdiendo luz y brillo”. Naranjo en flor: “Eterna y vieja juventud que me ha dejado
acobardado, como un pájaro sin luz”.
Margot:
“París era oscura y cantaba su tango
feliz". Margot era como una flor entre la nieve. El milagro: “Y anduvimos sin aurora, suicidados”. Trenzas:
“Luna en sombras de tu piel”. Maquillaje:
“Dice que el cielo ni es cielo ni es azul”.
Pedacito
de cielo: “Tal vez se enfrió con
la brisa tu cálida risa”. ¡Todo ese frío en un solo cassette! Hasta Rubén
Juárez, supuestamente renovador, en su tango Mi bandoneón y yo, habla
de: “La pena de estar solo en la tarde
cruel y fría”… Por último, me la juego con Alberto Morán, el Flaco, que era
ardiente y pasional. Canta Medianoche, ése que empieza con las
campanadas y se queja de estar: “Encanado
en el lecho tan triste, tan frío y tan triste que da el hospital”. Y pienso: "¡No
pongo más tangos! Y si se conserva, es porque lo tienen en estado de
hibernación". Menos mal que Roberto Firpo escribió El amanecer. Mejor pongo
un disco de Joan Manuel Serrat, Hoy puede ser un gran día, porque, os repito, me estaba cagando de
frío y de tristeza.
El frío te cala los huesos, pero protege la vitalidad de
los testiculos, que
en definitiva sirven para fertilizar y renovar la vida, por eso los médicos
recomiendan no usar calzoncillos ajustados. Te recomiendo pensar que El
sol del 25 viene asomando en la entonación del zorzal criollo. A todo
esto, mi insomnio se ha transformado en
llaga viva, con síntomas de gangrena, en medio de cantos trémulos y lamentos
gélidos. ¿Qué va a ser? Es mi cultura musical. Me surge la pregunta: "¿existe
una cultura definida de los pueblos?". Y me respondo: "En todos lados es igual: una mentira". En
Catalunya, ni sardana, ni habanera (que están en sus “raíces” según parece);
las tiran a un costado a la hora de darle a la salsa, al tango o a la tecno.
Luego, dicen, lo típico de cada pueblo es cosa grabada a fuego en el alma, a
excepción de muchos descastados que se conmueven ficticiamente con Moustaki,
cual si tuvieran un pasado francés, que queda fino, con sólo un 10% que entiende
el idioma galo.
Son las cuatro y media de la madrugada… Miro por la
ventana. Está inmóvil el pulso de la calle… Barcelona está limpia de basuras.
Una meada sacrílega surca la calle desde un portal de enfrente. De arriba de mi
casa disfruto del goteo sublime de un geranio regado y de un gato que se asoma
debajo de un auto buscando el cubil de una rata enamorada…
Así como los
tangueros tienen un politraumatismo umbrío-luminiscente de estilo
valleinclanesco, como en su Sonata de
Primavera, también en la literatura todo lo que se idealiza, lo espiritual,
sin ir más lejos el amor, se relaciona equivocadamente con el corazón, cuando
todo está en el entendimiento, en el raciocinio. El corazón sólo es una masa
muscular cuya función es la de impulsar la sangre a la circulación mayor y
menor, actuando como una bomba hidráulica. Claro lectores, decir así como así a
un romántico que se trata de una bomba le puede causar consternación, le puede
chocar, como seguro le chocó a Sheakespeare, quien ponía en el corazón el punto
más álgido de las emociones amorosas de Romeo y Julieta, o la daga de Otelo
para callar su corazón pleno de celos.
Los primero rayos de sol empezaron a tocarme con sus dedos rosados anunciándome que ya empezaba un nuevo día, mientras en el cassette de Joan Manuel Serrat, de golpe sonó la canción de "Mediterraneo". Así que sacudí las estalactitas que me había dejado esta noche fría de tango, chapé mi bolso y decidí ir a dar un paseo por la calida playa que nos ofrece la costa Barcelonesa.
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