jueves, 11 de febrero de 2016

Dedicado a mi querido Sant Andreu

Dedicado a mi querido barrio, Sant Andreu (Barcelona).


EVOCACIÓN

Hay un aire que viene de lejos...
trae sudor de heroicas mujeres.
Miles de obreras del textil,
encorvadas y anónimas
que cimentaron el esplendor
de este oasis tecnológico 
llamado Can Fabra.
Fuerza germinal del pasado 
que moja sus pies de barro
en la fuente luminosa del presente.
Un aire que baja por Malats
en suave ondulación de serenata
refresca la fatiga de la Meridiana.
Envuelve su sendero de plátanos enhiestos
con cantatas de gorriones alborotados.
Y el blasón de casonas burguesas
duermen su altivez
luciendo sus arrugas de virgen vieja
que aún se atreve a ensayar sardanas...

Se yerguen los duendes
que desembocan en la Plaza de Orfila,
estuario de atascos en la frontera de la florista;
púberes sensuales de móvil y tejanos
con su eterno alegato de futuro
Gigantes y cabezudos,
aleluyas de blancas novias
y el misterioso “hombre de la barba”
tirando mensajes que nadie ve...
sólo se reflejan en sus lustrosos andrajos.

Del Versalles surgen los ecos del Blues
nostálgico de Belle Époque  
y trasnochadas poluciones de lirismo.  

En tanto, el reloj de la plaza del comercio
le pide sosiego al lucero
y detener la marcha de las horas
para que no se pierdan nunca
las raíces de pueblo del barrio.
Pons i Gallarza, con su atrezzo empedrado,
pondrá realismo
a zíngaros con niños desnutridos
y un saxo quejoso
del destino del  mundo
se diluye por Gran de Sant Andreu
en medio del tumulto consumista
de los que están en paz con hipotecas,
y acceden tanto al jamón serrano
como a la maravilla digital.

La iglesia escaldada de modernidad
bendecirá el credo material de La Maquinista
con un latín renovado de progresos.
Le prestará la luna
a sus ojos brillantes de Warner y cosmética.

Es que...
está de fiesta el barrio.
El Marin desbordado por brigadas ansiosas
 por comer como en casa.
Tal vez porque jamás olvidaron el laurel.

Las sempiternas palomas 
enlazan con parábolas ayeres con futuros...
Las puesteras del mercado
batas blancas y manos percudidas,
son la herááldica de la tradiciónldila
- Hola mi reina, ¿cómo está tu niño...?
Sonrisas de "bon nadal" y perejil.

Con la última campanada de la iglesia
se irá el misterioso "hombre de la barba"
como un pastor de gatos llagados
en un pesebre de cartón.
                                       
     

  

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