martes, 23 de febrero de 2016

LOS LUNES DE ORQUÍDEAS

LOS LUNES DE ORQUÍDEAS

Es de señalar que para el argentino madrugar no es vocación ni obligación de trabajar, ni empezar la faena desde la alborada y también es ser “ligero” para sorprender con malas artes, es joder al prójimo; de ahí el tan conocido “te madrugué”, justifico y aplaudo al madrugador forzoso, el que duerme en cama ajena, ése sí se levanta antes del alba.

A los tipos que alardean de dinero, pregúntanles si trabajan los lunes por la mañana. En caso afirmativo, se revelarán como pobres esclavos. Los tipos inteligentes y ricos no cometen la grosería de trabajar los lunes. Yo no soy rico, pero considero que laburar los lunes es una explotación de uno mismo, olvidando que la autocompasión es necesaria. Me convenzo para revalorizarme de que los demás trabajan para que yo pueda dormir. Y soy yo mismo el que me fijo mis días laborables, festivos y de luto, porque nunca me sentí sometido por ningún jefe, patrón o director. Mejor así, pues no hay peor amo que el que ha sido esclavo. Y llegué a la conclusión, hace ya más de veinte años, que no tenía que ajustarme a semejante deshonra: aguantar los nervios tensos de los lunes y sus lunáticos, el mal humor columpiándose en los párpados inflamados,  y evitar el “hola” cavernoso que emana de una cara constricta, que más que saludo es como un eructo duodenal. ¡Hasta parece que tuvieran pelos en el corazón! Ya demasiado los veo en semana a la hora en que se baja la basura. En la búsqueda del dinero se oxida el espíritu y la cordialidad y la simpatía se agotan. Una fiesta con amigos es una continuidad del trabajo; más que compartir, la usan para enganchar clientes o adeptos y no tienen espacio para la sinceridad como acto común.



Por eso, tomó cuerpo la frase esa: “¿Te gusta Plácido Domingo? ¡Mucho más que el puto lunes!”. Quedé desafectado de esa humillante obligación y me declaré en estado de vagancia indefinida, enmendando una clásica frase: Dime lo que no haces y te diré quién eres: un tipo inteligente. Soy a la pereza lo que Leonardo Da Vinci a la creatividad. Y me pongo contento haciendo fiaca los lunes por la mañana, como un bebé al que le arrimaran la teta de Gina Lollobrigida y bien llenito, luego ella me dará golpecitos en la espalda para que eructe como todos los bebés, con la diferéncia que tratándose de la Gina sería un bebito diferente o un aristocrático gran mamón. Más tarde invadiéndome una dulce modorra de articulaciones estiradas hasta el infinito, me aferro a una almohada gorda y blandita, y me revuelco en la cama tibio y jocundo. Y no es una fiaca vulgar, de simple comodidad, es un protestón de pancarta, una magnifica rebeldía que me eleva por encíma del rebaño, segregando una profunda filosofía que me hace sentir diferente. 



¡Uff! ¡Qué desgracia, suena el timbre de la puerta! Me salta el corazón, no, no es nadie, es el del anuncio de tv que lleva pizza a domicilio. Además, tengo todo el cubrecama para mí porque estoy solo. ¡Y me importa una mierda el mundo! Hasta me es antipática la porteña calle Corrientes, “la que nunca duerme”. Desentraño el enigma de las pirámides que no resolví cuando las visité: una vuelta a cada una equivale a la misma distancia desde la calle Ocaña Norte hasta la entrada a la cancha de Belgrano. Tracé parámetros teóricamente imposibles, como medir mi capacidad de sufrimiento, entre mi ignorancia, el saber científico y la Cruz del Sur, que no os voy a revelar, para que siga siendo enigma, como el del Santo Grial .



¡Lunes agorafóbicos, lunes de orquídeas! Me transfiguro, no soy Ademan Rodríguez, soy un ademán flemático... Para el resto no existo. Ese día más que el bien hacer hay que interpretar el buen yacer. Me autorizo a mí mismo el franco de decúbitos dorsales y ventrales. Ahora entiendo, casi con certeza, por qué la época de bebé es la más feliz: por dormir mucho y todo lo que uno quiere, calentito. De adulto, uno se nota siempre fatigado, por contraste y odia el frío; por eso hay mujeres superinteligentes que cuando se casan lo tratan al hombre como a un bebé. ¡No me vengan con el cuento de la teta y el Edipo de lactantes! Simplemente, de pendejito uno se siente seguro por dormir mucho y calentito y de grande tiene miedos por dormir con el culito destapadito. Dormir, dormir… Mi hobby, mi sueño de toda la vida, mi adicción, mi locura. A veces creo que sin dormir no sería nadie, me convertiría en un hombre desgraciado. Es como si me revolcara en el líquido amniótico. Con razón placer viene de placenta. Algo así, tan dulce, debe ser el suicido con barbitúricos... y tan fácil es morirse así en relación a lo difícil que es vivir. Es cierto y si es tan jodido vivir, ¿para que hacerlo?, o sera por eso que siempre algún boludo o un profundo filósofo, (que en eso se dan la mano) te largue en un velorio aquello de “ ...no somos nada, Doña...” relativo todo esto, ya que si el muerto es Pelé, Fleming, Sabin o Tarzán, no se le puede decir eso a la madre.



Mi cuerpo descansa de las malas posturas. Soy el amo del ying y el yang. Más que pensar en hacerme budista, me solaza el placer íntimo de sentir cómo me crecen las uñas de los pies. Mis líquidos corren a su aire. Me abandonan los miembros en mórbida miastenia. Duermo con la laxitud de los santos y los muertos incinerados. Solamente las personas puras como mi Kiko al final de la jornada duermen como un niño de pecho. Gozo los diálogos eufónicos del pulso superficial que responden a los más profundos de la expulsión ventricular. Lunes que se cuela dentro mío... Tantea mis huesos, se instala en mí, en mis riñones, me aferra a la tierra. Y me arrepiento los lunes de haber trabajado los restantes días de la semana. Atiborrándome de bostezos, lo que haga falta... doce, catorce horas.... para mantener el divino sopor.



Son cuatro horas menos en Argentina: cuatro horas más para dormir. Mañana hay que adelantar la hora. Serán cinco... Hasta que los Estados Unidos no digan lo contrario, que en esto del día y de la noche aún no se meten,  por ahora sólo se ocupan de retrasar el euro... ¿Por dónde andará el boludo de la propaganda de Camel? ¿Qué andará buscando? Desde la cama marco directrices a mis enfermeras, a las que, por vago, conveniencia y comodidad, delego responsabilidades. Lo más probable es que termine en la situación de aquel personaje de Dickens, esclavo de sus dependientes, cierta vez mi hijo Néstor me reprochó “ tenes que fijarte en las cuentas papá...”, se nota que no me conoció nunca!, cualquiera sabe que soy de hablar, no de contar (cuentos si!) me gusta tanto la contabilidad como al Zurdo una película de Ingmar Bergman. Soy un revoltoso provocador dadaista de la inactividad. ¡Lunes de regocijo sólo al pensar que vendrá otro lunes! Claro, no hay más remedio: tendré que aguantar el martes, lindo día para mandar todo “a la miércole”. ¡Qué gusto da descubrir un lunes que en la heladera hay una sopa del sábado, no por lo rico de la sopa (que se hace más gustosa y concentrada), ¡sino más que nada porque es un lunes!



Dicen que dormir es perder horas de vida. En parte es verdad. También me quejaré como todos de lo de siempre: la brevedad de la vida. Pero, qué quieres que te diga: dormir es mucho dormir. Se hace camino al dormir. Pongamos mejor que soy un muertoide que respira lo justo o un vivaracho que se resiste a respirar el aire innoble de las chimeneas, caños de escape y otros gases ciudadanos. Si me llaman por teléfono, profanan el abismo de mi sueño, igualando a Lord Carnavon en la cámara mortuoria de Tuthankamon.


Para saber qué pasa en nuestra esfera llena de achaques, escucho la radio. Está nevando; a la nieve, los hombres del tiempo le llaman estrafalariamente el blanco elemento... Pero las observaciones meteorológicas no hacen declinar mi férrea adhesión a Morfeo. Solamente una vez escuché un pronóstico de certeza de labios de uno que predecía el tiempo: “Esta noche... es Nochebuena y mañana es Navidad”. “Los presuntos atracadores tenían acento suramericano”, sin distinguir un pito entre un canario, un chileno, un argentino y los que simulan ser tales. “El Barcelona asombró a propios y extraños con su derrota”, como si fuesen propietarios de la gente o se refirieran a extraterrestres. Y aún siguen preguntando al invitado la planta, árbol o animal en que le gustaría reencarnarse. Afuera hace mucho viento... Mi pensamiento sigue ahora los círculos concéntricos del agua de un estanque. Arrojo un objeto; no sé bien qué es, si un anillo, un paquete de cigarrillos abollado, una vileza ajena, una ilusión bien pesada que no pude sacar a flote y se hundió...

Un cronista financiero explica que “Hay que ajustar las variables y los parámetros” (??????????????). Los periodistas no comentan sino que “analizan”, haciendo girar el mundo entre sus lenguas, como en “estado de asamblea permanente”, conformando una “mesa de trabajo” para referirnos que el gabinete gubernamental tiene hoy una “reunión de trabajo” o que tal sindicato tendrá una “comida de trabajo”, al escuchar tan reiteradamente lo de “trabajo”, apago el aparato y sonrío satisfecho... ¡que bien se está!. Hasta me he enterado que los japoneses ya dormían en las empresas para quedar bien con el patrón (¡qué boludos!). ¿Ése es el concepto de la libertad y del Estado del Bienestar? ¡Que me chupen un huevo! El italiano Cesare Pavese tituló uno de sus libros Trabajar cansa. ¡Que me lo diga a mí, flor de pelotudo!

Lunes de orquídeas... Lunes metafísicos, trascendentes, trascendentalísimos. ¡Lunes de antes de Cristo y después de Cristo! Así debió quedar Dios cuando descansó, con la vista en el cielo raso. Puedo dar vida a lo que no existe, captar lo que olvidé o me pasó de largo. Los vientos de la historia, los soplan las minorías los días lunes. Afuera, un ejército de hombres, como una casta de miserables atrapados, carne y mugre, trabajan colaborando con el mundo a cavar su propia tumba, segregando la vida que se va. Son los topos, que ignoran que los pozos de petróleo, los bombardeos y los refugios nucleares se comienzan por arriba; ellos empujan desde abajo en un trabajo ciego. No saben que si algún día se produce una revolución, ésta será el fruto de una trabajosa educación del hombre, no del trabajo en sí mismo, en su vulgar expresión, menos de grupos con fusil escondidos en el monte, enfrentados a ejércitos de radar y misiles. 
 
(cerdos apretujados en los camiones o metros a horas puntas)
La gente que trabaja los lunes me recuerdan a los cerdos apretujados en los camiones que circulan por las autopistas y a las horas puntas de los metros, como en una lata de sardinas, salen despedidos como la pasta dentífrica al oprimir el tubo; magma en torrente que baja y sube escaleras y saltarán las barreras ¡rapados, sudacas, argelinos, okupas!, adolescentes de arito y sucia prepotencia, como sentando un principio rebelde de que la sociedad ordenada es propia de la globalización. 

Tántalos que se vuelven tontos de bajar y subir y no arribar jamás en la escalera de la vida donde unos escalan los peldaños y otros los trepan sin que estén bien dadas las reglas del juego. ¡Si por lo menos alguno tuviera la originalidad de bajarlos de espaldas! Currantes como termitas que empujan, cuyo logro más preciado es estar en nómina, tener actualizado el carné de conducir, recibir el aguinaldo y poner el culo en alguna playa durante el estío. Gente que permite pensar que en el mundo hay dos clases de personas: los que tienen dinero y los que no saben ni lo que quieren. Clase media saltando entre un campo minado de tributos y créditos, intentando ahorros que dan pena. Víctimas de la productividad que llevan a la rastra el escepticismo del talentoso frustrado, que esperará con avidez saber qué tal sirven el menú en el bar restaurante más próximo. 

Y no quiero hablar del olor mierdebundo a sudor. Algunos estarán placenteramente tirados como yo, en este lunes, como los chanchos revolcándose en el barro para hidratarse la piel. Trabajo, laburo, sacrificio… ¡La gran mentira de los explotadores y líderes del borreguismo humano! Hasta un jesuita (con el respeto que me merecen) asesinado en Bolivia en 1980, Lluís Espinal, compuso la letra de una canción titulada Gastar la vida, donde señaló que Dios nos la ha dado para gastarla, no para economizarla en un estéril egoísmo. Yo me pregunto: ¿es que se puede gastar la vida? Sí, gastar se pueden gastar muchas cosas, unos jeans, por ejemplo, el último petardo en Nochevieja, sabiendo que después vendrá lo de todos los días, la rutina, que ésa sí te gasta y te desgasta. Pero la vida… Gastar es una palabra poéticamente desafortunada. Para gastar la vida sólo se requiere cantidad de tiempo, no calidad de horas. Implica esfuerzo sostenido e inclaudicable, cosas muy alejadas de la dulce reflexión de los lunes y mi camita de bebé. ¡Hasta se puede gastar soñando algo hermoso entre las sábanas un lunes por la mañana, sábanas donde aún se huelen los restos del final de semana con el sinsabor de la rutina hebdomanaria por venir! ¡Ni palabras se pueden gastar! “Sóc catalana. Ya te lo he dicho una vez.”, me dijo una amiga. Esto pone en evidencia el practicismo de las mujer catalana.

Si uno se explota a sí mismo se está adiestrando para explotar a los demás. Lo lógico es tener dinero para no trabajar (o trabajar menos) y no trabajar como un burro para tener dinero. De ahí aquello de: "No hay montaña tan alta que no la suba un asno cargado de oro". A ciertos tipejos impertinentes que me preguntan: “¿Cuánto ganas?” les contesto:  “Mucho más de lo que te figuras y menos de lo que supones”, respuesta atinada que los deja en pelotas, pues si presuponen que ganas mucho, pueden suceder tres cosas: que te envidien, te menosprecien o te mangoneen. No es más libre el que más dinero tiene, sino el que menos lo necesita (premisa rectora de mi vida desde que tuve uso de "sinrazón"). Sólo la suficiente guita para vivir, pues lo que sobra es para presumir. Y como bien dijo una colorada: “Quien poco desea está lleno de todo”. Gran verdad esto y como que Dios está solo, tan lleno de todo pero solo. Y finalizó diciendo: “Mi marido trabaja como si siempre hubiese de vivir y vive como si pronto hubiese de morir”.


Ser rico por mi formación y condición es saber que hay un festival de Tango en Buenos Aires o París, tomarme un avión y volverme al otro día, sin que eso altere tu pulso económico o el de los demás. O irme en motoneta de Río Cuarto a Gigena para sentir a Troilo como hice con 17 años.

Ya habrás oído alguna vez algo sobre la austeridad y el sentido ahorrativo de los catalanes. La Colorada, como buena catalana, responde al dicho aquel de que "Los catalanes de la piedras hacen panes". Ella tiene su lado platónico con sentido práctico: "hace crecer la guita mojándose en lágrimas". Me hace acordar a su ídolo y paisano Joan Manuel Serrat. Cierta vez le preguntaron si podía nombrar las tres canciones que más recordaba, y contestó: "Las tres primeras que me dieron más dinero, gracias al cual pude hacer las demás", que sería algo similar a la posibilidad de enamorar a la mujeres que te gustan con la guita que te dejó una mujer rica... Se comenta que, allá por los 70 y pico, el cantautor del Poble Sec recomendó al papá de Diego Armando Maradona que su hijo nunca dejará de joder con la pelota.

El gato... 
(Benefactor de los curdas)
Me fijo en su cola, que hace de hipnótico péndulo, a un lado y a otro... Parece que mi cuerpo todo se balancea en una hamaca paraguaya en el deleite. Y ¡qué finura! Suerte que es gato y doméstico... Si fuera perro, vendría de la calle con olor fétido, pues es costumbre entre ellos husmearse el ojete, como señal de saludo. Semejante grosería es impensable en un minino. (Un gato es gato; no hay gatos policías, como los perros, en cuya especie también existen los asaltantes y los asesinos. Las excepciones son el San Bernardo, benefactor de los curdas y el perrito de la casa discográfica RCA Victor, a quien le gustaba la música de tango). Mi gato juega con un
(¡¡¡Grande Pichuco!!!)
bollo de papel como haría Romario con la pelota... ¡Cómo se enloquece! Pero más lo hace si reflejo las gafas en el techo con la luz de la mesa de noche. Se puede transformar en Jerry Lewis mezclado con Cantinflas. Es capaz de deslizarse (más que caminar) sobre el teclado de un piano sin que suene ninguna nota (que además no sonaría por la sencilla razón de que no tengo piano…). 




Mi gato siempre puntilloso y sin perder la elegancia, como buen felino, sorteando jarrones, copas, floreros, a veces rozándolos tenuemente sin romper nada. Cuando toca lo que no corresponde, dispara asustado por su desacierto. Él simboliza el revés de los políticos que disfrutan tocando  lo que no corresponde...

Me entrego a una suerte de abstracción “kantiana”, es decir, me coloco de canto, en posición fetal. No me hallo… ¿Busco un espejo? No, no hay ninguno. Extiendo ahora las piernas. Así con el gato acurrucado, hago castillos en el aire, me la sobo algunas veces y otras también, piedra a piedra que inundan los cuerpos cavernosos hasta la erección de mi músculo favorito, que hay que poblar de sensaciones la soledad. Según el doctor Schweitzer hay dos maneras de huir de la miseria humana: tocar el órgano y observar los juegos de los gatos. “Juego de manos, juego de villanos”, solía decirme  una vecina solterona, que así terminó... Las manos, las manos...¡Las manos siempre! Nos marcan como seres inteligentes: con las manos se hace el pan, se escribe la primera carta de amor... Y con las manos se vuelve también al toque adolescente del buen hurgador de venas en torrente: ¡mejor pájaro en mano que ciento volando!

Me voy un rato de mi en transmeditación y trato de pensar en tercera persona para darme aires de divo, como la María Callas, pues me parece que últimamente estoy pecando de excesiva humildad y eso me puede perjudicar, y me digo: “Ademan sí que se lo pasa bien... porque él sabe; está en el ajo”. Aparte, en caso de equivocarme, me descompromete: “ Lo ha dicho Ademan... no yo”

Vacilo en mis sueños. Un desasosiego hace disparar mis alertas de macho argentino... Un rostro antipantoja (lampiño y angelical) me sobrecoge y me transfunde su aliento de eunuco fresco: era Leonardo di Caprio. ¡La puta que la parió, a la ambigüedad! Entonces juego a que soy un nene aventurero montado en avioncito del parque y le tiro rosas encarnadas a las chicas del barrio que tienen ojos de kiwi cortado axialmente; soy el dueño de la sortija. Y pulso botones que exhalan ventiscas de un pulmotor de juguete que levanta las polleras de las nenas; las transformo en la mujer de rojo y danzan para mí. Es como si no estuviera sobre el colchón, sino encima de un muelle montoncito de pretérito… Reflexiono sobre las cosas más idiotas, pues esto de pensar siempre lo mismo revela o una fijación obsesiva, o una carencia absoluta de ductilidad mental. Y sólo hay una manera de no pensar: matarse laburando, sin dejar espacio a la soledad.

Estaba como retroproyectado, como quien conduce un auto pero mirando sólo por el espejo retrovisor... El pasado no puede ser una constante... Atosiga, aburre, abruma. Es renovar madejas con viejos tejidos o vivir reculando como Clemente o Bilardo cuando van ganando 1-0; es cobardía para afrontar las cosas que te plantea una vida nueva; es como una paranoia que no se puede metabolizar, por eso los constructores son felices: derrumban el pasado y lo reemplazan por centros comerciales. Aunque sí, se pueden optimizar los recuerdos para que sirvan de abono de proyectos.

Y como todo es cosa de mis indetectables genomas y cromosomas, no podía eludir mis cogitaciones eurodepresivas. Todo por creer que el aislamiento y la soledad hacen que uno se encuentre con uno mismo... ¡Lo grave es que después no podía salir de mí mismo! Algo parecido debe ocurrir con las sectas: se sabe cómo se entra, pero luego no se sabe nunca cómo se puede salir. Es más, tenía mi “propia secta”, poblada de inverosímiles engendros anárquicos que se acostaban conmigo los domingos por la tarde. Hasta que la consciencia me pegó un grito: “¡Negro, deja de pensar! Ven a ver qué hermoso sol hace para ir en bici hasta la Villa Olímpica. ¡Levántate y verás qué día espléndido!”.

El aislamiento y la soledad en cierta gente provocan un incremento de las tentaciones hedonistas y deseos subliminales, que no alcanzan el umbral para hacerse manifiestos en el mundo bullicioso de todos los días. Es lo que a veces podría suceder en los retiros y ejercicios de devoción de las religiosas, a las que, buscando purificarse a través de la meditación, les suceda lo contrario: que despunte la temerosa inquietud de reflexiones “inconvenientes” y la referencia vaga de placeres inconfesables; que una impertinencia de pecado agite la quietud de sus oraciones perpetuas y sientan, en el silencio del claustro, la turbulencia de lo animal que somos, un himno de la sangre con acordes de cantos gregorianos... Que impalpables sugerencias besen sus bocas saturadas de celestial aliento, y que se planteen la gran duda de que si algún día se quitan la ropa indebidamente tal vez no pueden ir al cielo.

La madurez la inventaron para jodernos la vida a los muy corridos, más que nada a la hora de la capitulación del pito, cuando toman preeminencia dos apetitos compensatorios: comer y recordar.


Los amigos que me conocen (ninguno) sostienen la tesis de que si todo anda bien, por suerte para mí; y si algo andaba mal, la Colorada lo iría arreglando. Su signo es el laburo; ella disfruta más remando que tirada en un yate, salvo cuando pasa largas temporadas con su amiga de Altafulla. Gran amante del verano, más que importarle el país donde estabamos era la locura por el sol, lo suyo son los viajes alrededor del sol (debe ser porque yo no la puedo calentar mucho... de bronca sí). Creo que la bandera que más le place, al margen de su querida "estelada", es la argentina por tener el astro rey en el medio. Y yo que pensaba que era un sol para ella... Encima, fuí incapaz de pintarle la paz desde la sombra de un pino, como esos que hay en Altafulla. ¡Tantas veces me ayudó a vivir la vida alegremente, contándole las pecas...! Y me ayudará, sobre todo, a morir tranquilo, que es lo más difícil en la vida, pues es en los portales de la parca donde todos te abandonan. 

¡¡VISCA EL PUTO LUNES Y SIGAN TRABAJANDO TOTS ELS CATALANS!! Que sino yo no podré cobrar mi querida pensión ni disfrutar de mis hermosos lunes de orquídeas. 
(es ironía, no se me enfaden) 

jueves, 18 de febrero de 2016

LA CARA MÁS SOMBRÍA DEL TANGO

LA CARA MÁS SOMBRÍA DEL TANGO


Quizás el tango es el abanico de posibilidades sociologicas más enriquecedoras en cuanto a expresiones costumbristas y culturales de un pueblo. No hay en el mundo, en  número y calidad, tantas letras y músicas populares como en Argentina.

Aunque según se mire, algunos tienen razón, el tango a veces empalaga, donde cansan con la falta de luz, dramas lacrimogenos, duelos sangrientos a cuchillo, en fin, os cuento que una noche de invierno en que se me rompió la calefacción de casa y estaba cagado de frío y de tristeza, decidí abrigarme por dentro con la "calidez" de mi música.  

Porque casi todas las personas hemos deseado ser lo que no somos: yo quería ser cantor de tangos. Escojo el primer cassette que tengo a mano; ahí me encuentro con el primer tango cantado e interpretado por Gardel: Mi noche triste, de Pascual Contursi. A todo esto, son las tres y media de la madrugada y sigo cagado de frío esperando la luz del amanecer. Cuando al final del tango escucho: “Porque su luz no ha querido mi noche triste alumbrar”. Luego viene otro de Contursi, La Cumparsita y como rúbrica también: “Al cotorro abandonado, ya ni el sol de la mañana asoma por la ventana”. Yo sigo helado y me pregunté: ¿Qué trauma habrá tenido Pascual Contursi con el sol y la luz?. Viene otro, Flor de fango: “Tu cuna fue un conventillo alumbrado a kerosene”. Después, Bandoneón arrabalero:Te acuné en mi pecho frío”. Cambia el surco con otro de Contursi, José María, En esta tarde gris. Me castañetean los dientes y me están contagiando a mi la psicosis del frío. Viene uno de Discépolo, Tormenta, que reza: “No quiero que tu rayo me enceguezca entre el horror, porque preciso luz para seguir”. Pongo entonces uno de Cátulo Castillo, a ver si cambian esto del frío y el cantor Rubén Juárez entona: “Tan alta la ciudad que nos dejó sin sol, que nos tapó la estrella del último farol”. Yo pensé: “¡¡Me están cargando!!”. Otro de Cátulo, La última curda y se queja el polaco Goyeneche: “Pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón”… Y al final de la curda, remata: “Cerrame el ventanal, que quema el sol”. ¡Ni que Drácula les hubiera inspirado tanta fobia al sol! Y os juro que iba a poner uno de la Mona Giménez para entrar en calor, pero me dije: “¿Cómo iba a esta edad a traicionar mi amor por el tango que es parte de mi vida?" Aunque la Mona Giménez no se vista de seda, en Córdoba es Gardel.

Y recordé que hasta en la vida del Morocho se comenta que había aspectos “oscuros”. Y George Dumesnil afirma: “el país que no tenga leyenda está condenado a morir de frío”. Insisto entonces, por mi amor irrefrenable hacia el “gotán”, con Cátulo Castillo, a pesar que me tiró con cubitos en El último farol y en La última curda. Y salen los acordes de El último café (no hay dos sin tres): “Que tus labios con frío”. Después María:En la sombra de mi pieza es tu paso el que regresa”… ¡Y llora la calesita de la esquinita sombría! ¡Y yo bastante podrido! Decidí entonces recurrir a Enrique Cadícamo, el de las papusas, las copas de champán y las noches de verbena. Con éste me salvo, creí ingenuamente. "¿Qué viene?" Anclao en París: “Contemplo la nieve que cae blandamente”. Sigue otro, Callejera: “Cuando empiece a tallar el invierno de tu vida”. Y para completar, Garua: “Las gotas caen en el charco de mi alma, hasta los huesos calados y helados”. En Copas, amigos y besos, también de Cadícamo, suena quejumbroso: “Ella puso sus flores de anemia en mis sueños de frío y pobreza”. Madame Ivonne: “Tu pena es de nieve”. "¡Y dale! Ya me está entrando una vasoconstricción paroxística y veo estalactitas por el techo". Sigue Nostalgia: “Sola y triste en esta noche, noche negra y sin estrellas”. Y así, entre tanta sombra o escasez de luz, paso a escuchar algo de Homero Expósito, cantado por Goyeneche.Expósito es más moderno, más actual, con él se hará la luz”, pensé con equivocado optimismo.. Y oigo Tristezas de la calle Corrientes: “Y qué triste palidez tienen tus luces”. Farol: “Tu luz, con el tango en el bolsillo, fue perdiendo luz y brillo”. Naranjo en flor:Eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado, como  un pájaro sin luz”. Margot: “París era oscura y cantaba su tango feliz". Margot era como una flor entre la nieve. El milagro: “Y anduvimos sin aurora, suicidados”. Trenzas: “Luna en sombras de tu piel”. Maquillaje: “Dice que el cielo ni es cielo ni es azul”. Pedacito de cielo: “Tal vez se enfrió con la brisa tu cálida risa”. ¡Todo ese frío en un solo cassette! Hasta Rubén Juárez, supuestamente renovador, en su tango Mi bandoneón y yo, habla de: “La pena de estar solo en la tarde cruel y fría”… Por último, me la juego con Alberto Morán, el Flaco, que era ardiente y pasional. Canta Medianoche, ése que empieza con las campanadas y se queja de estar: “Encanado en el lecho tan triste, tan frío y tan triste que da el hospital”. Y pienso: "¡No pongo más tangos! Y si se conserva, es porque lo tienen en estado de hibernación". Menos mal que Roberto Firpo escribió El amanecer. Mejor pongo un disco de Joan Manuel Serrat, Hoy puede ser un gran día, porque, os repito, me estaba cagando de frío y de tristeza. 

El frío te cala los huesos, pero protege la vitalidad de los testiculos, que en definitiva sirven para fertilizar y renovar la vida, por eso los médicos recomiendan no usar calzoncillos ajustados. Te recomiendo pensar que El sol del 25 viene asomando en la entonación del zorzal criollo. A todo esto,  mi insomnio se ha transformado en llaga viva, con síntomas de gangrena, en medio de cantos trémulos y lamentos gélidos. ¿Qué va a ser? Es mi cultura musical. Me surge la pregunta: "¿existe una cultura definida de los pueblos?". Y me respondo: "En todos lados es igual: una mentira". En Catalunya, ni sardana, ni habanera (que están en sus “raíces” según parece); las tiran a un costado a la hora de darle a la salsa, al tango o a la tecno. Luego, dicen, lo típico de cada pueblo es cosa grabada a fuego en el alma, a excepción de muchos descastados que se conmueven ficticiamente con Moustaki, cual si tuvieran un pasado francés, que queda fino, con sólo un 10% que entiende el idioma galo.


Son las cuatro y media de la madrugada… Miro por la ventana. Está inmóvil el pulso de la calle… Barcelona está limpia de basuras. Una meada sacrílega surca la calle desde un portal de enfrente. De arriba de mi casa disfruto del goteo sublime de un geranio regado y de un gato que se asoma debajo de un auto buscando el cubil de una rata enamorada…

Así como los tangueros tienen un politraumatismo umbrío-luminiscente de estilo valleinclanesco, como en su Sonata de Primavera, también en la literatura todo lo que se idealiza, lo espiritual, sin ir más lejos el amor, se relaciona equivocadamente con el corazón, cuando todo está en el entendimiento, en el raciocinio. El corazón sólo es una masa muscular cuya función es la de impulsar la sangre a la circulación mayor y menor, actuando como una bomba hidráulica. Claro lectores, decir así como así a un romántico que se trata de una bomba le puede causar consternación, le puede chocar, como seguro le chocó a Sheakespeare, quien ponía en el corazón el punto más álgido de las emociones amorosas de Romeo y Julieta, o la daga de Otelo para callar su corazón pleno de celos. 

Los primero rayos de sol empezaron a tocarme con sus dedos rosados anunciándome que ya empezaba un nuevo día, mientras en el cassette de Joan Manuel Serrat, de golpe sonó la canción de "Mediterraneo". Así que sacudí las estalactitas que me había dejado esta noche fría de tango, chapé mi bolso y decidí ir a dar un paseo por la calida playa que nos ofrece la costa Barcelonesa. 







miércoles, 17 de febrero de 2016

¿ROMANTICISMO? ¿PERO ACASO EXISTE O ES UN INVENTO PARA LAS MUJERES?

¿ROMANTICISMO? ¿PERO ACASO EXISTE O ES UN INVENTO PARA LAS MUJERES? 

Con "Romanticismo" no me voy a referir ni a un movimiento cultural ni a una época, por falta de conocimientos, sino a la aplicación vulgar del término

Para mi, el "Romanticismo" es una sentimentalidad excesiva, que se le atribuye en su mayoría a las mujeres y nada más inexacto. La mujer es lo pragmático por excelencia. A partir de una cierta edad (12-13 años), se convierte en un animal especulativo que sólo busca quién la jubile. Les pongo el caso de la pendejita Melody: solamente sus padres deben creer que es inocente. Pega cada cimbronazo de cadera con diversos registros pelvianos como la más ducha de las duchadas. Es capaz de llevarte a la pizarra del colchón para señalarte los errores de un sexo antiguo y mal llevado, agarrándote de las orejas como las viejas maestras a un niño asustadídimo de cincuenta años que no sabe la lección. Mientras cuestionan el machismo en pro de una igualdad que no existió jamás, han inventado últimamente lo del maltrato del hombre, que sí existe, por cierto, como cualquier hecho de corte criminal o de mórbida conducta, ya que los matrimonios considerados normales, tanto puede ser artera la mujer o el hombre. No hubo dicha igualdad: no solo han mandado ellas en el hogar sino en el mundo, porque gobiernan en la cama. Por algo hay más viudas que viudos, porque los matan a disgustos. Él, en el cielo; ella, en la gloria (los ricos como siempre, en paraísos fiscales). Los viudos de más de 70 años (estadística pura) se suicidan 6 veces más que las viudas de la misma edad. 

Todos los hijos de viudos suelen necesitar madrastras; las viudas jamás requieren el salvavidas de un segundo matrimonio, por lo tanto nunca la mujer puede ser la víctima en el juego amoroso... La cama es proyectada y consumada como hecho erótico solo por ellas, sin olvidar que fué la mujer la que inauguró la venta de su cuerpo en lo que se conoce como la profesión más antigua; y lo que vulgarmente y ante la justicia se conoce como acoso sexual, simplemente son inocentadas lúdicas (por si acaso) del hombre rústico y primario. 
Simone de Beauvoir caracterizó bien a las mujeres; habló allá por el 49 del segundo sexo y del hombre objeto. Ellas se han puesto al mismo nivel que el hombre: van a ver a tíos en pelotas sin siquiera saber deslizar una palabra agradable, en una suerte de fascismo estrogénico o fundamentalismo de bragas.

(Juana de Arco en la hoguera)
De ahí la indignidad del hombre. Eso lo descubre tarde, porque es un imbécil. Y un imbécil tampoco puede ser romántico, aparte que el romanticismo no tiene nada que ver con el amor. Románticos eran el Quijote, Jesucristo o Juana de Arco, por ejemplo, tres locos que murieron de amor por una causa… Y aunque dicen que el amor entre dos es locura, sólo es un tira y afloja de cuerpos, o la mentira de un bolero.

Las mujeres histerómanas tienen el descaro y la poca delicadeza de arrojar sobre los hombres prendas íntimas (no sé si usadas o no) degradándolos como supuestos fetichistas, ávidos de fantasías eróticas. Podrían arrojarles flores o agitar pañuelos perfumados (el fetichismo asocia la prenda u objeto inanimado (braga o sujetador) con situaciones emocionales relacionadas con el apetito sexual). Sería largo el rosario de testimonios...

(Fans de Jesulin arrojando ropa inerior)
¡Claro! Al artista le conviene esa exaltación mística; les aúpa en su condición de ídolos, ganando en cotización (incremento de publicidad) e inflando su veleidad (que vanidad sólo la padecen los genios). Así fue con Elvis, los Beatles, jugadores de fútbol, llegando ese fenómeno al pico máximo de idiotización multitudinaria con el torero Jesulín de Ubrique (que más bien debería llamarse Jesulín de Upite, por su constante alarde de follador, al igual que Julio Iglesias). 

Y nadie les ha prohibido pensar o jugar al ajedrez... ¿Vos conoces a alguna campeona de este deporte? aunque algunas han sido galardonadas con el Premio Nobel como Gabriela Mistral o Madame Curie (una porque su amante le componía los versos; la otra porque limpiaba el laboratorio del marido) ¿Dónde es plaga la anorexia? Entre mujeres, claro. ¡Sólo una hembra puede llevar a cabo un chantaje anunciado en un vestido con gotas de semen (del Clinton)! Y de siete personas estreñidas, cinco son mujeres. Poseen una especial atracción hacia los seductores criminales, no les importa nada, son irracionales de alto riesgo. Prueba evidente de lo que les digo es que en algunas cárceles estadounidenses psicópatas, autores de espeluznantes crímenes en série, reciben al año 500 cártas de mujeres.

Como ven, no estoy en "contra" de la mujer. Cualquier imbécil tiene que darse cuenta que el hombre siempre menospreció y pisoteó a la mujer, que recién ahora está ganando su espacio social y económico, a fuerza de sacrificios y estoicismo, más la lógica astucia, mucho más retorcida y compleja en la mujer para poder sobrevivir en un mundo creado por y para el hombre, con la tremenda injusticia histórica que eso comporta. Astucia que utiliza como un instrumento de protección o un mecanismo de defensa. Prueba para reafirmarme de que las mujeres esconden cosas y el hombre va de frente la dan las características de los órganos sexuales secundarios (las “partes”): el hombre tiene el miembro viril colgando y expuesto; la mujer posee el miembro femenil escondido (el cloritis, que diría el gordo Washington). De ahí que cada mujer puede ser una caja de sorpresa. Pierde la virginidad cuando quiere; el hombre, cuando puede. Por la misma razón, en el fútbol, el jugador que expone la pelota, la pierde, y el que la esconde, puede romper cualquier defensa.


Socialmente las mujeres siempre han estado a la defensiva. ¿Cuál es su carta favorita? El sexo, la conquista y la seducción. En eso es estúpido el hombre que se dice "conquistador": son las mujeres las que te abren todas las puertas, y te cierran con doble llave cuando se les antoja (y para siempre). Y me atrevo a pensar que es falso el tópico ése de que existen hombres "mujeriegos". Lo que sí hay son mujeres "macheriegas"; ellas abordan, invaden, doblegan, señalan territorios y tipos de sentimiento cómo y cuándo quieren. Si una mina no te llama, es porque está permanentemente pensando en uno. Al hombre, como al toro de lidia, lo ves venir, sabes a qué viene. Debe uno prepararse en tiempo y distancia para la "corrida". En cambio, la mujer no se sabe cuándo te puede meter los "cuernos", por más que la adornes a golpes de chequera y le reces a la Virgen de la Macarena. Nadie se liga a una mujer, ellas preparan el terreno para que uno las ligue. Somos monos con ropajes diferentes: los hombres, bárbaros y cavernícolas; las hembras: histéricas y sibilinas, por eso les desconfío, normalmente no me gustan, salvo para cogerlas de vez en cuando. Como desconfío también de cosas de las que no tendría que desconfiar, por ejemplo nunca usé tarjeta para pagar y jamas saqué dinero de un cajero automático,  yo si no le veo la cara al que me da dinero le desconfío.

Pero cada uno en lo suyo. El que canta en el gallinero es el macho y la gallina pone los huevos de la misma manera que no las acepto como jugadoras de fútbol (por razones médicas), tampoco imagino a un hombre embarazado, vomitando y tejiendo como Penélope. Esto viene del fondo de la historia. Shopenhauer dijo que la mujer es un hermoso animal de cabellos largos e ideas cortas, lo que equivale a decir que la mujer es una cosa que llega hasta los hombros. Otro americano, Sandy Sadler, también filósofo, opinó que cuando la mujer quiso parecerse al hombre terminó siendo su secretaria. Para Valle Inclán, la bondad de las féminas aún es más efímera que su belleza.


Pero ¡ojo! En la cama la mujer puede ser sujeto activo (cuando siente de verdad) y pasivo también: puede fingir que "siente" el ¡ay! del goce entregada a un orgasmo de antología, mirando el techo y pensando en si mañana usará el vestido nuevo. Mientras la cabalgan duramente, en un “brioso con tutti”, en medio de un Himno de la Alegría, ella exagera la contorsión y acelera la carrera, como desbocada; así acabará más rápido el suplicio, ya que él se excitará más, creyendo que a su mujer una emoción ciega de indescriptible pasión la ha mordido por dentro. Y hasta la más frígida puede fingir que está atornillando la hierba de placer. Luego del espasmo, ya el techo tiene color de paz, de reposo, y se pueden cerrar los ojos sin treta, simplemente para dormir. Al hombre, le delata la impotencia: no se pueden falsificar erecciones. El interiorismo de una mujer es comparable a un bar de gasolinera: está abierto las 24 horas. Es el despotismo de la coñocracia en faenas interpretativamente gozadas con infinitas gamas de interjecciones entrecortadas: “Así, así, así, papito”, “Esperá un ratito, que acabamos juntos”, “Tomá, tomá, tomátelo todo, mi amor”… Esto en medio de contracciones con temblequeo de los deditos de los pies. El clásico “polvo hablado” que le llaman, que es penoso en el recuerdo. Contradictoriamente, es en el este polvo cuando más se tendría que hablar en el sentido racional del diálogo; pero hete aquí que luego del goteo correspondiente se inicia la carrera hacia el mutismo absoluto: no se habla, sólo fuman y se visten. 

La mayoría de los argentinos saben que Santiago del Estero es la tierra de las pocas lluvias, de los muchos bombos y las muchas eses. Un día, estando encamado con una santiagueña, en vez del “¡Ay!” de costumbre, me largó en el momento culminante una andanada de “¡Ays, ays, ays, ays, ays, ays…!". Y otro día me tocó una mina muy peronista; ¿y qué le siento exclamar en el momento ese del cosquilleo indescriptible que parece un asalto de hormigas en los puntos más sensibles?: “¡Viva Perón! ¡Ay! ¡Viva Perón! ¡Divino, divino, qué feliz que me haces! ¡Viva Perón!”. A la mañana siguiente le pregunté si se había acostado con Perón o conmigo. Se excusó diciéndome que era una apasionada partidaria del justicialismo. Fue el primer caso de orgasmo ficción llevado a la ideología.

Siempre lo pensé y ahora sale en las estadísticas: el noventa por ciento de las minas fingen los orgasmos. Por eso me apena la situación de los casados, ¡pobres tipos!, si supieran. Cual es la solución: culiarlas de vez en cuando, para evitarles la simulación. Y si les llega a dar el gustito, también de vez en cuando, porque se pueden malacostumbrar e incluso pervertir. Y si un día no se te para por el estrés o por bajas de defensa ya está cebada con la pija y te exigirá cada vez más. Lo mismo va para las amantes, no hay que culiarlas muy seguido; que no conozca el disco duro de tus sentimientos, pues se meten en el y se acabó tu matrimonio.

La mujer tiene mucho en similitud con los gatos: como éstos, saben cuándo tienen el momento justo para mear, llorar, o vengarse de alguien, hasta parecerse a la gata Flora (si se la ponen grita, si se la sacan llora). Que bien asesoró su madre a la Pantoja: “Hija, todo lo que no puedas mear, lo has de llorar”.  Según una experta gatóloga, Ágatha de Félix, es costumbre de las mujeres como de los gatos no venir cuando se les llama y venir cuando no se les llama. Sólo tienen un sinceramiento del llanto al nacer o morir un hijo, aunque pueden estar en trance lacrimoso veraz por la fuerza desmesurada de una evacuación estreñida. Y tienen más lamento que un cante jondo.

Hay quien llora al pedo, como el Fito Paez, que en una revista señaló: “el otro día estábamos con Cecilia en Nueva York y, en el Metropolitan, de golpe nos encontramos con un pequeño retrato hecho por Vang Gogh. Nos quedamos paralizados y empezamos a llorar los dos”. ¿Se imaginan un negro rosarino quererle vender un buzón a uno cordobés como yo, que aprendió a llorar con los tangos?. Porque que yo sepa, con el rock no aprenden a llorar, a no ser que esten con el síndrome de abstinencia de la cocaína, que lloran, se retuercen, se mean, se convulsionan, se desmayan y se cagan a la vez. 

Según Jacinto Benavente, la mujer “Es un animal de lujo en las clases altas, de cría en la clase media, y de carga en la clase baja”. Sin remilgos literarios, la verdad  es que...  la mujer es el único animal que mea sangre. ¡Cuidado con ella!

Reconozco que tienen derecho a revanchas las mujeres, pues son muchos los años de prepotencia y subestimación por parte de los hombres. Hasta tal punto que algunas, cuando abandonan al amante, piensan en el "sacrificio" que hacen por el marido. Pero visto el asunto con benevolencia, y digan lo que digan los veterinarios, el mejor animal de compañía sigue siendo el marido. Teatro, casamientos, etc. Salvo el caso de las esposas de los presidentes de países, en donde se invierte la cosa, y ellas pasan a serlo ejerciendo de cónyuges de lujo; pero sin trascendencia ninguna, salvo para las fotos (en Argentina, se les llama Primera Dama). 



Se dan excepciones, como el marido de la Thatcher, que era un animal de compañía notorio, pues su mujer, la "Dama de Hierro", tenía bajo la casta braga de anciana dos huevos camuflados, para sacarlos cuando convenga; sobre todo, cuando les quieran tocar las anexiones territoriales logradas por el pirataje en casi todos los mares del mundo, que eran los "mares de su majestad". Otra excepción: Eva Perón, que fue una de las más extraordinarias mujeres de la historia de la humanidad. Ella, siendo bastarda con escasa instrucción, logró todo, con belleza, astucia, amor, sacrificio y talento.

Hay que comprender a la mujer. Pero no ser pusilánime. Como la mayoría de los separados, que les lloran y les ruegan invocando “el futuro del los hijos”, “porqué no nos perdonamos”, “cambiaré ya verás...”. A hombres así, la mujer los repudia rabiosamente y  tienen razón. Solo un pusilánime es capaz de seguir queriendo a su ex, quien lo ve sólo para exigirle la mísera cuota de compensación económica, luego de haberle abandonado.

Es tanto el agobio de muchas casadas que una vez finalizadas las tareas de todos los días que por las tardecitas es toda una fiesta ir a buscar a los hijos (que ahora los buscan aunque tengan quince años) y "darse una vuelta", para luego saborear un café en alguna galería comercial con amigas. Eso las rejuvenece, pues a los pendejos les encantan las casadas medio entraditas en años (esa edad en que son maduritas como un durazno lleno de miel a punto de romper la piel y caerse de la rama), y les sacan radiografías con mironeos lascivos. A ellas les encanta, y tienen que aprovechar esa joven madurez de melocotón antes de podrirse, pues el tiempo se lleva la mejor pintura. Según un poeta nubio “El leopardo muere con sus colores”. El elefante vive más años tal vez porque aprendió a morir con sus propias arrugas. Tampoco les vendría mal por una noche tener un "pollito" de esos al lado, en lugar del marido... si nadie se enterara, pero... solo les queda el consuelo del transcendentalismo mímico, revoleando los globos oculares y revolviéndose el pelo hacia un lateral, como las animadoras de tv, para mirar “mironeando” por si la miran y saber si aún despiertan atracción. Y tener decisión, si la mano viene favorable, que más provechoso que quedarse a vestir santos es desnudar pendejos. 


A parte de esos escrutadores de reciente acné, pueden encontrarse (cosa frecuente) con una profesora de su colegio que las realzará aún más en su "juventud": "¡Qué alegría de verrrrrrte! ¡Qué divina estás! ¿Esto son tus chicos? ¡Ay, qué mamá joven que tienen!". Y aquí viene la socarronería emocional del odio soterrado y pintoresco que se vierte con alegría rimbombante: "¡Los años no pasan para vos!". En realidad piensan: "No, ¡qué va! ¡Se te echaron todos encima!". Pero son mentiras piadosas que ayudan a optimizar la vida, lo dicen de buenas, y obran como soplo fresco de un ayer, aunque lisonjero y adulón, que hace también a la buena educación. Y la que es objeto de las mentiras clama por ellas, las está esperando: para eso se pasó toda una mañana entre mascarillas y rayos U.V.A. O luego comentar con las amigas, así como al pasar: "Mirá, ahí viene la Tota. Pobre, la veo muy desmejorada. ¡Era de linda! Pero hizo bien. Es una chica liberada... Vivió su vida, sin rendirle cuentas a nadie. Tuvo las aventuras que se le antojaron con muchos hombres (esto quiere decir que ha culiado con muchos hombres). Pero, fíjate ¡qué pena! La veo muy mal (eso de ver mal a alguien que ha tenido fracasos reconforta a mucha gente). Te lo cuento, entre nosotras, pero que esto no salga de acá”.

Con las mujeres sólo los políticos profesionales pueden competir a su mismo nivel. Saben un montón de artilugios, tretas y subterfugios, al menos para hechizar o alejar, cautivar o defraudar. Pero son peores ellos, pues lo hacen a costa del hambre de los necesitados. Las mujeres a veces te hacen creer lo del amor, porque nosotros tenemos la culpa: buscamos ese juego, y si podemos les "madrugamos" en eso de engatusar y largarnos; "meto y me voy", profundizando un poco más al jugador Luís Pentrelli, autor de aquella famosa frase "toco y me voy". Lo que pasa es que ellas son infinitamente superiores en el duelo de las suspicacias. A mí, por ejemplo, el diablillo que conté, ése del baile, me dijo en una ocasión: "La mejor manera de seducir a una mujer es hacerse el seducido por ellas. No hacerse el "pícaro", pues ellas tienen una picardía más fuerte que la del demonio".

A semejante animal especulativo como es la mujer (y pueden ver anteriormente con abundantes ejemplos que les he puesto), ¿cómo se las puede asociar con el Romanticismo?