POEMAS EN EL AIRE
Hoy voy a
homenajear a una chica a la que todos amábamos sin que ella lo supiera… Jamás
la vi colgada del brazo de ningún afortunado… Nunca se le conoció novio. Y eso
que tenía el componente indispensable para amar… ¡El misterio!
Trabajaba en una
oficina al lado de la vieja L.V.3 y en sus ratos libres escribía verdaderas obras
de arte que tiraba al cesto de los desperdicios. Suerte que en la Argentina el trigo y los
poetas le dan el toque de distinción a la desvergüenza de la mayoría.
A continuación
les copiaré una de esas piezas literarias que ella arrojaba y yo tuve la gran
suerte de poder recoger y disfrutar de una de ellas, tanto que aún la sigo
guardando con mucho cariño.
LA
LUNA NO ES
INDUSTRIA NACIONAL
El
silencio va creciendo
la ciudad
va muriendo
Con
ella las semejanzas,
por latitudes
las ignorancias
las calles…
las calles, están soñando
los árboles
se agigantan…
el entierro
de la noche se aproxima
algún
loco, está cantando…
el
borracho… el borracho de la esquina
atado
a un poste mira al cielo, mientras el aliento
fermentado,
se apoya en una rosa, el canillita
va
gritando diarios, ¡Diarios!, la luna, la luna parpadea
parece
como si de algún rincón, se escucha un no se qué de melodía,
el
ruido acostumbrado, el chirriar de alguna puerta, la prostituta,
da
la cara, sueños locos de la piba, el tapado de armiño, el correr de mano en
mano
ese
peso desgraciado.
Ahora,
es cuando los giles, revientan sobre el alquitrán el último modelito
la autopista
se engancha, pasó libre de los astronautas, total, total la calle está
despierta,
pegado
a un muro casi escondido, un fulano, inventa con pintura fresca
al
próximo revuelo, parece mentira, se asegura que la noche no los delate
el
oscuro marrón picado de alguna puerta vieja, esconde a los últimos tangueros
réplica
de la industria nacional, se versonea el Do, Re, Mi de la “Percanta amurada”
afuera,
afuera espera sentado en el cordón de la vereda, el tipo melenudo de barba
mal
oliente, a que salgan fulanos mientras mastica algún chicle, ganancia del
vuelto
sigo
caminando, la suela del zapato izquierdo va formando un buraco
por
culpa de la penúltima piedrita, esa que no le cuesta nada ganarse la sonrisa
del
pibe de mi barrio, un paso más allá y letreros luminosos indican
“Aquí
se venden puchos importados”
Aquella
vieja melodía parece que se enamoró a la luna o de pura cansada cerró los ojos
no quiso
esperar tanto que la calle se vaciara, no esperó el perfume de los jazmines
ni el
cascabel de las chicharras, ¡pucha! Que si se sabe conformar, es lógico,
que
por ser luna no se le cobran impuestos,
Si
hasta me parece que de lejos tararean la marcha nupcial.
Graciela
Oliva
Otro recuerdo
que guardo con mucho sentimiento y respeto es una dedicatoria en un papelito,
una hoja de cuaderno arrancada. Y que dice lo siguiente:
La
que tira poemas por el aire
y siempre
hay un gentil pelotudo (con amor)
que
lo recoge. Ése es mi Negro
Con
cariño
Graciela
Realmente tu vida no tiene desperdicio, estas cosas solo vos las podés conservar. Tenés que publicar el picaflor!!!!!!
ResponderEliminarGracias Jorge. Bueno, lo del "picaflor" lo haré para ti.
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