martes, 7 de febrero de 2017

LA MANZANA PODRIDA SE COLÓ EN EL TENIS



LA MANZANA PODRIDA SE COLÓ EN EL TENIS


Fue reconfortante ver como dos grandes glorias, a las que todo el mundo daba por perdidas, acabaron en la final. Dando un espectáculo de nobleza y deportividad.

Rafa Nadal y Roger Federer reivindicando lo que fue llamado una vez el “deporte Blanco” y fue tomado como ejemplo de conceptos perdidos como la ética y el saber estar. Pero una vez más, apareció el lado oscuro del deporte, donde Maradona parece ser el “gran” protagonista por sus arranques de ira. Todo sucedió el otro día en un partido de la Copa Davis. En este, Diego dio la nota en la primera jornada, donde los propios tenistas argentinos le pidieron que dejara de gritar con la bola en juego. Éste le hablaba a Seppi mientras sacaba sin darse cuenta de que también distraía al tenista argentino en su devolución. Le pedió que se callara, pero lo entendió al revés y gritaba aún más fuerte.

En otro hecho desagradable, el tenista canadiense, Denis Shapovalov casi le saca el ojo al juez de línea después de tirar un pelotazo impulsado por la furia y la frustración del momento. ¡Tranquilo, nene…! Ya parece que la paranoia y la agresividad se mueven a su aire, hasta por los campos de tenis… Ya sabemos que fue involuntario… pero hay un “algo” suelto que te dice que así no se puede seguir… Ya las señales se han convertido en síntomas de enfermedad… algo se mueve entre las raquetas que terminan en raquetazos.

Tal y como les decía en el escrito “NIÑOS: ESA MALDAD DISFRAZADA DE ANGELITO”, los padres son co-responsables por haberles quitado la infancia… les inculcan obsesivamente desde pequeños ¡que tienen que ser el número 1, el  NUMBER ONE!

Así que calculen:
- Seis horas en la pista
- Dos o tres horas de preparación física
- Una hora para charla técnica
- Otra hora de charla psicológica….
Y así todos los días. Ya me dirán cuándo viven. Poco a poco los van convirtiendo en algo así como un frontón de ojos y crispaciones de nervios y sudor. Con la familia sólo están en los grandes torneos o al acabar las competiciones que son inacabables; sacando las Navidades y los regalitos, la convivencia familiar para ellos es una expresión de deseos.

El paraíso prometido es una red; están atrapados por las redes del exitismo y de la ambición de los padres. Sus alegrías y miserias son ahora pasto de consumo para la prensa rosa… Todavía recuerdo que si Agassi cambió el look , que si el bronceado de Gabi, que si los líos de faldas y algo más de la Navratilova, que si la daga que nos dejó muchos veranos sin Mónica… Las mismas bobadas de la prensa deportiva cuando escriben sobre los mates que toma Suarez o la fiesta de cumpleaños de Neymar o Cristiano Ronaldo… Están casi todos locos en el mundo del deporte profesional. Por mejorar su rendimiento físico quieren ser superhombres.

¡No aguanto más ver por televisión todo ese circo de idiotas del toc-toc-toc-toc seco y odioso, donde se acaba la paz, la tertulia! Todo es reemplazado por la pelotita y los desagradables sonidos guturales y gritos ahogados de los esclavos de blanco. Para colmo, los jóvenes de casi todo el mundo los toman como modelo de pautas de comportamiento, cuando no son más que robots de ropa, calzado y complementos de marca.

Boris Becker dijo que el tenis es un mundo pequeño, obsesivo, confuso y repleto de valores equivocados. Y que algún tornillo lo tienen flojo lo da el hecho de que el mismo Becker se presentó una vez en el Café París de Montecarlo, bajo una peluca negra de rocker que no conseguía cubrir sus cejas rojas y una campera de aviador, disfrazado para que no lo conozcan. Otra vez dijo: “Mi público y yo hacemos el amor muy a menudo”. Cuando venció a Lend en Australia, se emocionó hasta el punto de abandonar la pista e ir a llorar sobre una toalla entre los árboles de Flinders Park (si hubiera ido a cagar, habría sido más razonable). Ion Tiriac comentaba de él: “Depende del día que quiera jugar; ya no estoy para hacer de ñiñera como con Guillermo”.

Después uno se ríe de algunos boxeadores que están “tocados”, como mi amigo el Cabezón Romano, al que una vez le dieron un micrófono de esos de antes y le pasó la lengua creyendo que era un helado (a lo mejor lo hizo con picardía de cordobés). Pero los tenistas son peores… Un día de éstos, alguno dirá algo así: “A la vuelta de mi casa vive Phil Collins. ¡Cómo me gustaría ser él para vivir a la vuelta de mi casa!”.

Y sí, los mismos periodistas ya han insinuado bastante acerca del deterioro mental de estos deportistas. En los años ’80, un tal Luis Hernández redactor de El Gráfico, y en un mismo artículo, es repetitivo con esto de la mente; aquí está la prueba en algunos párrafos:
- “Gabi: Su mente estuvo bajo presión”.
- “Roland Garros: Era para mujeres un torneo mental más que técnico”.
- “Graff: Se derrumbó porque su mente estaba lejos”.
- “Garrochategui: Le falta mentalidad para estar entre las grandes”.

O al periodista le faltaba agudeza narrativa, o adviertía sobre una disfunción mental por exagerada presión.

La rechoncha estatuilla mimada del tenis español Sánchez Vicario comentó: “Lo mas importante es la mente. Si estás mal de la cabeza, puedes perder”. Si todo indica que están mal de la mente, por autosugestión, por eso pierden, en el tenis y en el otro juego, el más importante, cuando se retiran: el juego de la vida. Sus lazos familiares se rompieron totalmente...

Otros ejemplos fueron Clerc, el cual se quiso suicidar y Börg que terminó alcohólico con los sesos picoteados y castrado moralmente. La española Conchita Martínez tuvo una crisis mental por líos amorosos. A McEnroe a menudo se le hinchaba una vena cervical, mientras proyecta un salivazo mezclado con “bilis-rabina”, convirtiéndose no ya en un irascible personaje, sino en un tarado genética y socialmente dispuesto a la violencia. Menos mal que el árbitro está alto, si no le rompe los riñones de un raquetazo, y lo veríamos arrastrándose en orina. Y el insulto… (¡Hasta me da vergüenza ponértelo en castellano! Hacé la traducción si quieres) “¡Hey, you! ¡Facking asshoul! ¡Faget! ¡Fat pig! ¡Sun of a bitch ¡Idiot! ¡Bastard!”. ¡Qué psico-no-sé-cuánto…! ¡Es un loco de mierda!, hablando en criollo. Todos se chiflan por una guitarra eléctrica y el rock. Además, piensan que cantan bien. Vilas hasta se creyó poeta; Noha grabó un disco en España, “Black and What”; Vilander tiene inclinaciones artísticas, que yo llamaría “inflamaciones artísticas”; a Agassi también le da por escupir, y por decir obscenidades a un juez fue multado con tres mil dólares. Es que parece que a estos nenes hay que darles música: así producen más. En las fábricas inglesas ponían un Hilo Musical para mayor concentración laboral., y parece ser que las vacas dan más leche y las gallinas ponen más huevos, pero escuchando a Tchaikovsky o Vivaldi (son más inteligentes que los cultores de la música rompe-tímpanos). La prensa hasta les quiere dar la imagen de sex-symbol a Agassy, que caminando recordaba a un osito destartalado; Becker parecía tener dos piojos blancos titilando en las órbitas en lugar de ojos (sin embargo, una de sus novias vendió a Play Boy la historia de una noche con él, que tenía fama de viril).
Arancha parecía una pepona o una criatura no-nata; Seles tenía cara de tonta disfrazada de ingenua (así le fue); Sabattini, hombruna, grotesca, con una narizota sólo apta para resoplar u oler halagos de adulones, pero no para oler perfumes (para eso hace falta un botoncito tierno de nariz como el de Carolina de Mónaco). ¿Navratilova?, ni hablemos, menos bailar un bolero con ella. Además eran pésimos colegas: hablaban mal de ellos y entre ellos. Vilas contra Clerc, Bruguera contra Sánchez Vicario. Y también hasta sus entrenadores: William “Pato” Álvarez y el padre de Bruguera una vez se negaron a darse la mano. Los imagino por las noches en la suite de un hotel solos, vencidos, con su música, sin saber que afuera canta la vida con otros tonos y melodías; ellos todavía no se dieron cuenta de que el cielo se cubre con hermosos copos blancos de nubes… Para ellos el firmamento sigue siendo el avión que esperan en las salas de embarque de los aeropuertos. No supieron nunca que la infancia es la edad más hermosa, es ese ciclo en que las vacaciones son inacabables y jugamos libremente, en estado mental de anticálculo. Ya de chicos se subieron a un coche de marca antes que a un caballito de cartón. Aprendieron a pintarse la cara de adultos para las marquesinas. Nunca dibujaron un sueño propio de chiquilín, porque el derrotero se lo marcaron prematuramente los padres hacia la fama y el éxito.
 
Dicen que olvidarse de lo malo, es tener buena memoria, así que saquemos las manzanas podridas y rescatemos algo reconfortante que nos dio un Roland Garros de los ‘80, el cual nos dio un efímero romance entre el tenista Guillermo Vilas y Carolina de Mónaco, que precisamente por ser efímero pasó a ser un gran amor, si hubiera terminado en matrimonio... ¡ya saben!

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