martes, 14 de febrero de 2017

HOY ME HAGO CHAUVINISTA

HOY ME HAGO CHAUVINISTA

Hoy he decidido definitivamente que dejaré de beber... Es muy difícil... la cuestión es TODO o NADA, porqué yo no sé dosificar. 

Es complicado, pues la rehabilitación de un alcohólico es como andar descalzo por un camino sembrado de botellas rotas (de ahí que hiciera hincapié en que debía dejarlo, sí o sí).

Sin ser una reedición de Jesús en las Bodas de Caná, cuando convirtió el agua de las tinajas en vino, fui bastante generoso a la hora de repartir el vino, siempre así: un vaso para José, otro para Ademan, otro para Rodríguez, el cuarto para De Haes, y el quinto para el Negrito; y así sucesivamente.

Las dos razones principales por las que decido dejar de tomar son, primero por la edad y después porque al día siguiente, las resacas se me hacían insoportables. Sentía como una cuadrilla de monos danzando entre mis neuronas y un diablo se me ponía en la punta de la lengua para arrojar sandeces y guarangadas. A los monos se les iban agregando brigadas de gremlins que se columpiaban, creando en mis áreas cerebrales un revoltijo de bazar, un pandemónium, que sólo acababa con la náusea y el vómito.

Pero no todos fueron tan inteligentes estando bebidos. En estado de embriaguez mi lucidez era espantosa: los mejores comentarios en radio los he hecho muy al límite de la curda. También enamoré mucho bebiendo: destilaba las más creíbles mentiras, que enmascaraban la única mentira, que era yo. Cualquier tipo normal se transformaría en un muñeco de trapo en la catrera; yo era capaz de alcanzar una plenitud descomunal que me induce a pensar que soy hijo natural de algún indio muy fuerte.

Aprendí de los gatos que tragándome los pelos iba depurando los lastres con mi propia náusea, yo solito, con la ayuda de mi voluntad (la única verdad). Pero ¡qué bruto, qué bruto he sido! Sobre todo con las personas que han con-mal-vivido junto a mi. Muchas me temían, y me temen aún, por mi mal genio, que en realidad es mal humor “debido a lo bebido”, pues soy de probado buen ánimo. Aunque a veces es mejor que me teman, pues la mayoría de la gente hace uso y abuso de los derechos que les da la confianza, y te confunden (les das la mano, te toman hasta el codo, y se te cuelgan del riñón). Yo podría haber sido ese personaje de César Bruto que él pintó más o menos así:

Cuando sintió que abrían la puerta de la calle, la mujer se incorporó en el lecho y miró el reloj. Eran las cinco de la mañana. Apenas su esposo (pues era él) hubo llegado al dormitorio, le dijo indignada:
-"Al fin has vuelto... Después de todo, la casa es el mejor lugar, ¿eh?".
-"No", replicó él, "Es el único lugar abierto a estas horas".

No es correcto buscar en casa lo que uno tiene afuera (vino y mujeres), que la señora es la patrona y a esa hay que respetarla.

Que conste que llegar a la casa de madrugada tiene ventajas, como ver un buen programa de televisión donde es difícil encontrar violencia. Por el contrario, más paz, humanismo, verdaderas joyas del cine que en las horas de protección al menor, como El secreto de sus ojos o Intocable (no la de Nicolino con Fuyi, sino la de François Cluzet y Omar Sy).

¡Cuántas mañanas luego de las trasnochadas, al enfrentarme al espejo para afeitarme, pensé matarme en defensa propia mientras me ajustaba la corbata! Pero no, consideré más cómodo matarme de risa todo lo que pudiera. ¡¡Y lo más alarmante!!: en una de esas madrugadas que llegaba bien mamado, vi a un tipo tan, pero tan asombrosamente parecido a mí, que no hubiera dudado, si no era porque, efectivamente, se trataba de mí mismo que me reflejaba en el espejo del ascensor del edificio donde vivo. Podía haber sido el negro Roberto Taborda, con quien somos inter-parecidos, por desgracia para el (una de las mejores personas que conocí en mi vida) y fortuna para mi, pero no, él estaba en Córdoba. Es que soy muy poco fisonomista... Por supuesto, no quedé encantado de haberme reconocido. Me arrimé al cristal hasta casi quedar pegado. Noté como una verruga en la comisura de los labios. No tuve ninguna duda, incluso sin la ayuda de un microscopio... Era un conglomerado de estreptococos por la forma de racimo que adoptaban. ¿Qué otra estructura iban a adoptar teniendo en cuenta mis afinidades báquicas?
Aunque sí, a veces gozaba enormemente plagiándome en clonación cristalográfica al mirarme en los espejos sin estar en curda. Hasta me quería engañar guiñándome un ojo, el derecho por ejemplo, que en el espejo es el izquierdo. Y desorientarme desapareciendo, dándome la espalda.

Me hice “chauvinista”: le dije chau al vino. Tenía que cambiar, pues desgraciadamente me parecía cada vez más a mí mismo, y en gran medida estoy pagando los intereses de todas las cosas que me han hecho gozar. Tenía que pasar del abruptamente del Ph ácido al Ph alcalino. ¡Cómo ha de cambiar la calidad de vida! Sentirse despejado todas las mañanas.

Me convertiré en un pelotudo, como los veganos, para peor, insoportablemente aburrido; les pasa a todos los conversos. Hasta se te vuelve la piel más tersa, pura; sí, pero piel de abstemio, que es gente incapaz de emocionar a su mujer ni en la noche de bodas. Se tornan abúlicos y pitopáusicos, como si en vez de sangre les corriera linfa u horchata por las venas… Y esa cara verdi-boluda del vegetariano teñida de infinita bondad.

Pero si uno no se decide, termina en algo peor: la incontinencia de lengua, pinchila y ocote, junto a los bicharracos del delirium tremens. Aunque es cierto aquello de que ”mientras haya lengua y dedo, no habrá hombres al pedo” (sobre todo en nuestra “era digital”), tesis extraída del digitalismo lingüístico compilada en el Arte de amar y el Tratado del Amor, abordados por Erich Fromm y José Ingenieros respectivamente, y cuyos barruntos iniciales fueron atisbados en sus andropausias prematuras.
Seguramente notaré que iré perdiendo los antiguos gustos, sin por ello lograr del todo asimilar los nuevos. Sé que para deleitarse con un buen vino hace falta sensualidad y clase.

Soy un desaforado, tengo que cambiar mi bioritmo, pues experimento picos de sensualismo vital por la euforia etílica, que son momentos de relumbrón y apogeo entre el mediodía y la noche. Se apodera de mí un exceso de vida, para luego caer en difusas y caóticas resacas con rebotes psicóticos. Así que quiero sofrenar mi agresividad siempre al acecho, aprendiendo así que hay amistades que es mejor "apagarlas" que romperlas, pues se juntan bilis y colesterol.

Con este nuevo paso en mi vida, aprenderé a callarme y a escuchar con respeto y atención al prójimo. Siempre pequé de incontinencia verbal diciendo lo que me daba en gana, pero molestando a los demás. Tendría que haber practicado mucho sexo oral o hacerme silbador como manera de aprender a callarme la boca. En el aspecto de callar y escuchar, os aconsejo que seáis precavidos cuando tengan que beber frente a un abstemio que, aparte de no tener sabor ni olor (como caca de paloma), son tipos que en el fondo menosprecian y tienen un odio larvado a los curdas, y ponen pose de "receptivos", pues casi no hablan: dejan que tú hagas el strip-tease de tu problemática (que siempre se hace sintomática en todo curda). En tanto, ellos siguen anodinos, en actitud detectivesca, y ausentes de lo tuyo, con cara de "perdonavidas". Sólo entienden que el mejor vino tinto termina en un chorro de orina. Y el strip-tease sigue con la segunda botella ya nos quedamos en calzoncillos los curdos. Y a la tercera, el tipo ya conoce tus antecedentes genéticos, tu DNI y el ADN y todas las podridas que se arman en tu familia. Tú te vas hecho mierda, pero contento: crees que has encontrado un amigo para la confidencia. La próxima vez que le veas se hará el distraído o el que no te conoce; o directamente no te dará más pelota, más si está con sus amigos, con los que quizá pueda tolerar y llevar buena relación con algún bebedor; si éste tiene dinero suficiente, ése será un tipo alegre; tú seguirás siendo un borracho. Luís Buñuel escribió a Paco Rabal una carta donde le expresaba: “El que no fuma ni bebe es un cabrón”. Bastante razón tenía el excéntrico cineasta...

Hace un tiempo se ha determinó que una o dos copitas de vino tinto hasta eran necesarias como preventivo de infartos. Es claro también que en su naturaleza medicamentosa esta "curar", pero amenazando el organismo por ser una droga. Es la cantidad y la frecuencia del contacto lo difícil de controlar; en la dosis y la calidad se diferencia el vino como remedio o veneno. Y cuando te pasas... hace que te sientas bien aparentemente, pero amenazando tu salud. Pero como es droga, ¡siempre se va a más, nunca a menos! Alguien dijo, que la droga en manos de sabios es medicina, y la medicina en manos de necios es droga.

Una vez un cantante afirmó: “Para saber de drogas, hay que probarlas”. Sería igual pensar que para saber qué es la corriente eléctrica hay que poner el dedo en el enchufe, o que un juez que entiende en una causa de homicidio no puede hacer una justa valoración del crimen si no ha matado. Otro de estos rockeros, Charly García dijo: “Lo importante es que uno maneje las drogas”. Olvidó este boludón que es al revés: ¡¡son las drogas las que manejan al hombre!!

Las figuras públicas tendrían que cuidarse y no frivolizar sobre este tema. Al menos Charly García es solo un músico, lo peligroso es cuando los alcohólicos manejan las guerras, siendo compulsivos bebedores de wisky Galtieri y la Tacher, como pasó con los que nos metieron en lo de las Malvinas. El expresidentes George Bush lo dejó, al parecer, pero para hacer lo que hizo, le hubiera sido mejor que siguiese bebiendo, ya que la bestia le salía siendo un converso como a casi todos los que dejan un vicio de golpe. 

Hay dos clases de curdas: los plañideros o nostálgicos, que se ponen lánguidos y presos de una infinita pena o se ahogan en patético llanto; hay otros agresivos, que les da por pelear y armar trifulcas barriobajeras donde pueden cometer cualquier catástrofe, desde matar a toda la familia o provocar conmociones colectivas como las hordas de los hooligans, y las barras bravas del fútbol, o la degradación más explosiva donde se mezclan alcohol, drogas, rock duro, el cóctel habitual de la juventud occidental.

Yo no soy ni lo uno ni lo otro; tengo las dos "cualidades" juntas. También existen los farsantes del alcohol, que sólo con un sorbito o bebiendo una ínfima cantidad hacen alarde que beben, para no quedar empequeñecidos ante los que "chupan" realmente; y así llaman la atención en una fiesta, y tal vez se justifican por las torpezas, descortesías o macanas que dicen. Sería como una desinhibición ventajera y zafia, y hasta pueden llegar a "embriagarse" con su propia mentira, pues creen que realmente están "borrachitos" (algo así pasa con los embarazos psicológicos). Son para mí una categoría de sujetos verdaderamente detestables. He notado que se da más en mujeres. El verdaderamente bebedor trata de que los demás no se den cuenta de que lo hace, "esconde la pelota", como los destacables jugadores de fútbol.

Hace unos años comenzó a celebrarse en España, el día sin alcohol (otro de los tantos días), y como respuesta, paradójicamente se reunieron en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia muchos jóvenes para hacer lo que se ha dado en llamar: el botellón (Implica beber desaforadamente en un parque o una plaza).
Lo alarmante de este hecho es que cada vez se hace más precoz la edad de iniciación 13 o 14 años.
(Cada vez empiezan antes)

En  un bar de la ciudad rusa de Volgodonsk, se celebra una maratón del vodka, aunque tiene el título de maratón, la verdad es que el espectáculo es una carrera contra-reloj, en la que has de beber más en menos tiempo posible, la cual dura unos 40 minutos. Un suceso curioso, fue que uno de los ganadores fue llevado en taxi a su casa, ya totalmente ebrio después de tomar tres litros y medio de la bebida favorita rusa, y murió a los 20 minutos. En el año 2003, murieron 40.000 personas por intoxicación etílica en ese país. En torno a este problema, muchos debates se han hecho estériles, los simposios que han demostrado su absoluta inutilidad, por más que se rasguen las vestiduras en interminables choques dialécticos médicos, sociólogos, asistentes sociales, educadores, todos acaban coincidiendo en lo mismo: prevención y educación. Si uno se deja llevar por esa repetida argumentación y piensa que acabando con la marginalidad, los menesterosos y los inadaptados ya esta ganada la batalla, no es tan simple.

Primera equivocación: ¡Que va a ser un problema de educación!
Si casi todos los adolescentes y jóvenes que se congregan a beber en la vía pública son estudiantes universitarios tanto en Berlín, Ámsterdam, París y en la esquina de Velez Sarsfield y Boulevard San Juan de Córdoba, sin ir más lejos...

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