RÍO CUARTO:
ESTATUS, SEXO Y
TURISMO

La
aparición de estos "engendros" de parasitismo viene en parte por
culpa de los abuelos emigrantes que les dieron demasiado, todo lo que ellos no
pudieron tener en su pasado de hambre y sacrificio. Y viene entonces la
reflexión de que la culpa no la tienen los hombres, sino el "hambre de los
hombres". Les cubrieron las necesidades, inventaron el prototipo argentino
del "doctor". Y se les fue la mano y metieron la pata, pues la vida
permanentemente es un "boomerang": da efecto rebote. Se les vuelve en
contra el invento; se pasa abruptamente de la anorexia a la gula, de la isquemia
a la hiperemia, de la austeridad al despilfarro, y del altruismo al “sinvergüencismo”.
Fueron nenes del Gran Hotel (el Ritz riocuartense), Xanadú (el boliche
americano de los sesenta). En los setenta poblaron Calatrava o Marrakesh, San
Marco, Café Latino, Esparta, Acu-Acu, Valentino. Pero no se distribuyen a su
antojo, pues forman parte del rebaño; jamás tuvieron personalidad suficiente
para decidir según su criterio. Siempre abarrotan un solo boliche, café o
restaurante que esté de moda, porque... "adonde va Vicente, va la
gente".
En
una época, la moda era ir a La
Barraca. ¿Por qué razón será que la estupidez es centrípeta,
tiende a la aglutinación despersonalizada, a la promiscuidad, al “efecto
mosca”: todos juntos a la misma hora, en el mismo sitio? ¿Y por qué la lucidez es centrífuga, tiende a la dispersión,
para terminar en la incomunicación total a medida que pasan los años?
Así,
como si surgieran de una cornucopia, eran arrojados a la "crema de la
sociedad" riocuartense estos monigotes en imperfecto estado animal, que
con un vaso de whisky disimulaban su rusticidad aldeana. Casi todos ellos
conformaban un cuadro degenerativo humanoide, que se hizo típico en el Sur
agropecuario de la provincia de Córdoba. Un “vulgosarcoma” social en olímpico
estado de pelotudez avanzada, volando en el
espacio sideral del Gran Hotel, el Golf, Acu-Acu o el Urú-Curé, al que se le
sumaban los "tuercas" de Laboulaye, que se miraban en el espejo de
Rolo Alzaga, Gaston Perkins y Charles Menditeguy. Usaban mocasines, chombita
Lacoste y pulóver anudado y echado a la espalda... y la soberbia de no servir
para nada. Creo que cometieron un gran error: haber nacido. Todos ellos hijos pródigos, juventud dorada de
una Argentina que fue "granero del mundo" y por una suerte de Darwinismo económico (el hombre
desciende de los Martínez de Hoz), pasó de tener una vasta extensión de campos
cultivados, a campos de golf, campos de concentración, y el más explotado: el
campo de la psicología (la facultad de esa especialidad en Buenos Aires supera
la cifra de 10.000 alumnos). Así se pasó de ser uno de los países con más alta renta per cápita, a estar económicamente decapitado.
Los
antepasados de esa juventud dorada, nobles gringos, a pesar de su escasa
preparación, eran sabios segregando sudor y alegría con cultura de trabajo (la
más importante), que ser culto no es diferenciar a Rostropovich de Pau Casals,
ni relacionar a Unamuno con Ortega y Gasset o Julián Marías. La verdadera
cultura es la que te enseña a tener criterio para saber diferenciar lo válido
de lo superfluo y a razonar con sentido común; aunque la persona crea que Kabul
está en Bulnes, o que confunda Yakarta con Cartago, o que asocien Tosca de Puccini con “pucho” de
Toscanini, esa persona no es inculta. Sabiduría es saber interpretar bien las
pocas cosas que nos hacen sentir seguros de lo que hacemos o decimos. En
definitiva, para mí que la cultura no existe se demuestra con un ejemplo
práctico: cualquier aficionado a los libros sabe que a Manuel Mujica Láinez le
llamaban Manucho, pero no sabe que hubo “otro Mamucho” mucho más conocido que
este literato aristócrata; fue Rinaldo Martino, célebre jugador de San Lorenzo
de Almagro, quien ante la comparación con Ángel Labruna respondió: “No, él juega «mamucho» que yo”. Y que la
célebre “Ay, Jalisco no te rajes” es de Cortázar (que conste que la
interpretación de Jorge Negrete se pasea aún por todo el planeta). A Roberto
Arlt, su mamá le recitaba versos de Dante; en cambio a mi vieja le gustaba
Carlos Dante, el cantor de De Angelis.
Aquellos
gringos[1] nuestros olfateaban
el aire, por si llovía (como si aspiraran la vida misma), siempre a la espera
de que madurara el grano. Sus hijos no supieron ni el más elemental principio
que sus padres tal vez intentaron inculcarles: ¡Que del grano de trigo nace la
espiga, y de ésta viene el pan! Ganarse el pan con el sudor... ¡Qué va! Esos
mequetrefes eran una presencia panífera: ya venían con un pan bajo el brazo...
Y con jamón, y miel, y manteca... Y hecho tostadas a las siete antes de ir al
colegio. Así que... esperar a que madure el grano.
¡Otra
que grano! Sus hijos fueron un forúnculo en el culo y en el alma. Estos excrementos genéticos de los
inmigrantes nunca supieron separar el grano de la paja, ni las personas de las
cosas (de aquellos polvos los actuales lodos). Ellos rompieron el natural
vínculo que sus abuelos tenían con la tierra; y de tanto estar al pedo bien podrían haber estudiado
PEDOLOGÍA, que trata de la agricultura: del griego pedon (suelo) y logos
(tratado), que es sinónimo de Edafología. Ésa es una de las causas por las
cuales el campo argentino cada vez se desertiza más. Y siguen todavía algunos
transformados ya en trasnochados nostálgicos, haciendo alarde de sus posesiones
en hectáreas, como un vulgar cafiolo hace ostentación del mujeraje
mercantilizado (éstos al menos son más reservados).
Los
mequetrefes estos, siempre estaban en pose, los codos sobre la barra, el cuerpo
arqueado hacia atrás. Todos los días igual, como siguiendo un programa
inalterable. Cabeza engominada hasta lo indespeinable, el nudo de la corbata
perfecto hasta marcarles la yugular, la raya del pantalón tan afilada como sus
lenguas, y esa cara de conseguirlo todo... Aprendí en sus miradas de disfrutar
infinitas hectáreas que los únicos seres sin mala leche son las vacas. ¡Y con
qué deleite degradaban cuando tenían auditorio a la amante ocasional! Eran como
cachorros de terratenientes que ya comenzaban a ensanchar sus "posesiones
carnales" con la mirada siempre en lontananza, como los centrojás[2] de antes, abarcando
toda la cancha, en tanto estiraban el cuello, muy ceñido por la corbata, y los
puños de la camisa, recomponiendo el perfil donjuanesco de galancetes que
vivían lejos del mundo, pero que se permitían estar cerca de todos los lados
por un determinismo histórico. Se plantaban con el aplomo del que porta un
campo en cada bolsillo… ¡Para mi que nacieron con la mano en el bolsillo! o la
desfachatez del delincuente que se ufana de ser buscado por la cana desde San
Juan hasta Higueras.
Creo
que las generaciones que siguieron tuvieron la misma escuela, con diferentes
estilos y un poco menos de dinero (salvo una muy reducida élite, la mayoría son
“burguesitos” medio pelo; el gran dinero no lo huelen muchos. Son alcahuetes
que viven de los mendrugos de las grandes tajadas). Similares apetencias sin la
más mínima capacidad de sacrificio. Y si no hay un cambio radical en sus mentes
(confiad en la ingeniería genética), sus tataranietos serán un calco de su
banalidad. Ninguno pondrá los callos en el campo para sembrar la tierra. No
desesperarse: tal vez en el próximo milenio haya un cambio, pero en el 2999. A estos segadores de
ficción, que reciben beneficios de los cultivos sin arrojar a la tierra ni
siquiera un condón, les han enseñado que la agricultura no sirve para
“equilibrar la balanza de pagos”. Así se fueron enhebrando ciclos que abarcaron
desde la agricultura, el pastoreo, hasta llegar a la “cultura del choreo”, para culminar en la irrupción moderna
arborea-cambista-callejera (arbolitos), sucedanea del neoliberalismo.
Les
recuerdo que Dinamarca, país de avanzada tecnología y relevante equilibrio
socio-económico, tiene en el agro su principal fuente económica; Noruega la
tiene en la pesca y Australia en la agricultura y la ganadería, como Bolivia y
Colombia en la coca. El tradicional dueto café-cacao, hoy solo es caca. Un aforismo
inca reza: “La venganza del indio duerme en la hoja de coca y
despierta en el cuerpo del conquistador”. Es a partir de la tierra
donde el hombre se eleva al mundo y no a la inversa. Hasta pareciera que
nosotros les inculcamos a los chicos que la cuchara está antes que la sopa, el
fuego antes que la chispa, la cosecha antes que la siembra, y que el carro debe
ponerse delante de los bueyes. Así las cosas, si mañana se incorporan a la
política o al funcionariado, o son ejecutivos de banca (como terminan casi
todos, por enchufe o amiguismo, la gauchada clásica del argentino), se robarán
los bolígrafos, el papel higiénico y hasta los libros de ética, tal como
marchan las cosas. ¡Con los ejemplos que les dan los de arriba, donde los
partidos son cotos de amigos! Porque... está bien... Es la costumbre que todos meen
en la piscina, pero que no lo hagan desde el trampolín, cínica, impune y
alegremente. Y encima, envidiosos. La envidia se pega igual que la gripe y las
ladillas, y tiene síntomas parecidos: furor, rubor, picor. Los que realmente
han tenido fortunas verdaderas (los Jorba, que son descendientes de catalanes,
por ejemplo) han sido gente de mucha más clase, moderación y sencillez en
cuanto a pautas de comportamiento social. ¡Cuánta razón tenía el Gordo Teté
cuando afirmaba que hay que volver a
nuestros abuelos, esa raza que no necesitaba de psicólogos para funcionar en la
vida!
Les
dije que a esa "raza de burguesitos” de Río Cuarto sólo la superaba otra,
la de los jugadores de rugby de la
Docta (no todos, claro, pero desgraciadamente para deducir
hay que partir de lo general y no de las cosas aisladas. Igual pasa con los
políticos, no todos están podridos). Venían de Córdoba en plan de hooligans ingleses, pero en vez de
destrozar vidrieras de negocios y armar jaleo con actos de vandalismo, eran más
"finos", arteros, grotescos y maleducados con ropajes de dandy. Eran,
pongámosle, como una amenaza química, o una desgracia ecológica y sexológica de
niñatos doble apellido, presumidos y relamidos, energúmenos de gomina, con toda
la atrofia mental del basurero humano del Cerro de las Rosas; peligrosos
francotiradores de esperma estos cordobeses, que en vez de cinto se ceñían una
cartuchera con balas “reniformes” con un diamante en la punta, a juzgar por los
“enfrentamientos armados” que ellos decían mantener con las chicas
riocuartenses.
Para
ellos, Río Cuarto era como una reserva natural del erotismo, un coto privado
para prodigar la cacería del "zorro"[3] de féminas exóticamente
bellas y putas (expresión muy común en boca
de todo impotente que cae por allí, como si esa infamia tuviese una
localización geográfica determinada o un endémico “putismo”). Cuando volvían a Córdoba se
pavoneaban en los bares de "épicas conquistas" y "hazañas
eróticas" (generalmente hechas a mano). "En Río Cuarto pastan las
mejores potrancas de sedosas clinas, finos tobillos, sólidas ancas, elegante
andar con el pecho erguido y esmaltados dientes" (pues el flúor llega
hasta ahí; ya en Holmberg se oscurecen), decían con inflada veleidad entre
risotadas, para rubricar: "Y a sus gringos les faltaba cagar al trote para
ser caballos". A mí me molestaba bastante esa visión peyorativa que se
tenía de "las mujeres del Imperio", pues mi madre nació, vivió y murió
en Río Cuarto. ¿Cómo
no voy a ser un resentido social? ¡Con todo orgullo lo soy!
Aunque
es mejor a las estupideces tomarlas como de quien vienen y reírse. Por esa
razón, yo a veces decía: "Mirá en
Río Cuarto todas las minas son putas, menos mi vieja y mi hermana". Y así, todos contentos... Eran igual de
vulgares: los de Córdoba, casi todos chistosos; los de Río Cuarto, chismosos...
La gran mayoría de estos “objetores de
progesterona” una vez casados, siguieron fieles a su meta: saber llevar
bien los pantalones (pero a la tintorería).
“¡Oh, Dios mío! -decía una actriz catalana,
Dolors Colom- Ya no hay caballeros como
los de antes. Hoy, si un hombre te abre la puerta, o es la de su dormitorio o
es el portero”.
En
una de esas, pensé que la "fama" de las mujeres podría servir como
gancho turístico para hombres solos. Y me imaginaba las paredes del centro
todas empapeladas de afiches, con anuncios de ofertas para el disfrute sexual:
- Visite Río Cuarto, el paraíso de la epilepsia
dulce.
- ¿Nunca experimentó un "crescendo
pelviano"? En Río Cuarto lo hallará. No produce efectos secundarios ni
tiene contraindicaciones.
- ¿Estuvo alguna vez en un quilombo sin techo? Allí
gozará con un masaje ranquel a cuatro manos y acabado a dos lenguas, con
azafatas que no perdonan ni una gota... ¡Se tragan todo! luego de un completo
tour con adaggio alrededor de la región del glande, donde se sentirá
“transportado” a Tailandia sin moverse de Río Cuarto. Profesorado en
succión-lamida-mordisquito-mascada.
- Prostáticos sin complejos, no se inhiban: lluvia
dorada.
- Sado especial para torturadores y draculianos.
¡Véjame, hazme sangre, cariño!
- Exdomadoras de potros graduadas en Jesús María y
doctoradas en Crazy Horse.
- Tenemos la solución al enigma del "punto G".
Río Cuarto: patria del orgasmo. Si es usted madurita haga de una vez realidad
la explosión orgásmica en su expresión más sublime: mort subite en la intimidad
de tolderías ranquelinas. Servicio carnal a cargo de descendientes de los
caciques Painé y Mariano Rosas.
- Estudiantes exoneradas de la universidad por
provocadoras con bríos de potranca y fragilidad de hembra (no profesionales, master
privado en los mejores hoteles). Desvirgue reciente y culito respingón.
Especialistas en “felatio”, hacemos terapia a cualquier cosa que decline. Monte
a pelo sin intermediarios. Garantía anti-SIDA de 99 años. Trato preferencial:
bajitos, gordos, jubilados, impotentes, calvos, esquizoides, violadores,
tartamudos, octogenarios, tímidos, estreñidos y gotosos con ideas pesimistas.
Se acepta pago en australes y bonos[4]. Casposos,
pedófilos, pederastas y tipos con prepucio mal higienizado, abstenerse. En prevención de
enfermedades venéreas y bichejos, incineramos calzoncillos.
- Viciosa, sin ánimo de lucro, sólo para infieles.
- Lagartas mamadoras, para llenarles el bocio de
leche. Soy agenésica dental, tengo un guante de terciopelo en la gingiva,
oprimo pero no muerdo.
- Violadoras de camioneros, piernas abiertas las
24 horas.
- No soy inteligente, ni alta ni guapa, ni tengo
ojos azules ni labios gordos ni me enternecen las canciones. En cambio te
ofrezco el prodigio de mi fruta peluda y jugosa.
- Viva la excitante aventura de una fiesta pagana
en Villa Dálcar, con auténticos faunos de personalidad sexopática, bien
cornudos y peludos, y cabrones, persiguiendo a las ninfas con descarada obscenidad.
Creo
que sería al menos una campaña promocional turística diferente, como la llevada
a cabo en una carretera de San Francisco por una picaresca mano anónima, que
cambió el “Ceda el paSo” por un “Ceda el paPo”, un acicate para incrementar la
natalidad a través de la
Dirección de Tráfico. Yo elevaría una propuesta
económico-sexual (pasada por el Parlamento, claro) para salvar financieramente
a la provincia de Córdoba; sería un precedente señero con lo cual se alejarían
las mafias, el proxenetismo y se preservaría la salud de la población. Lo que
también hay que cuidar son los altos valores y el alma. Para ello, es necesario
vender el cuerpo, rodarlo,
exprimirlo, ultrajarlo, traficar con él y cuantificarlo: el alma quedará
prístina, limpia, sin la sucia carga de lo somático. La carne cansada es el remanso
del alma y así, aligerándola, es difícil que se venda el alma al diablo.
Que nota negro querido, sos un capo!!!!!!!
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