LOS CUERNOS,
ESA DELICIA SECRETA
Alguien dijo una vez que la infidelidad debe copular con la discreción... si por ahí se asoma don descuido, con toda seguridad aparecerá gritando Doña Escándalo acompañada de su amiga la Hipocresía.
Es que somos débiles mortales, por eso el amor para siempre, el amor eterno es excepcional, tiene alma de aburrimiento y contenido de tumba, es irreversible.
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(LA infidelidad es precoz) |
En la vida animal hay poca monogamia... Como por ejemplo en algunas especies de pájaros, que más bien serían pajarones, delfínes y otros cuentos para niños. Pero... ¡LOS CUERNOS SON MUCHA GLORIA! ¡¡UN TRIUNFAZO!! ¡¡UN CETRO!!
No es que sea malo ponerlos, es algo natural. El primer paso, ya te lo advierte, es el enamoramiento, osea, para "enamorar miento". Lo jodido es sustentar esa mentira... La explicación que se da ya está muy gastada, como son: las feromonas, los procesos químicos cerebrales, etc. etc. o una de las excusas más a mano: ¡me emborraché!
Existe una crónica infelicidad de un hembraje clónico, mimético,
claudicante y sojuzgado... que son decentes por temor a que las descubran. Por
eso, la mayoría hace bien adornando la cabeza con cuernos a
"tiranuelos" que la han destinado en la cárcel del hogar. Además, ningún hombre muere mocho. Según un
albañil amigo, muchas le han llamado para que les amplíe las puertas
de sus casas, para que los maridos puedan pasar las aspas. Aunque la mayoría,
hijos de prósperos comerciantes, no lo notaron mucho, pues habían entrado al
mundo por la puerta grande.
Rara psicología endogámica la de los cornudos.
Siempre se dijo que él es el último en enterarse. ¡Mentira gorda! Se
autoengaña: así confirme la infidelidad, la certeza le dolerá demasiado; puede
transformarse en una certeza que quiere ser duda, y la duda se convierte en
sospecha infundada. La Historia lo confirma: todos sabían (pretorianos,
cortesanos y puteranos), que al emperador Claudio su mujer Mesalina "lo pasaba",
pero no pudo envenenarlo, cosa que logró Agripina. ¡Flores de minas la Mesalina
y la Agripina! Sólo él no manyaba niente. Que cornudo y
apaleado, vaya y pase, pero cornudo y envenenado... ¡Eso es grave!
¿Cuántas desearían ser "secuestradas"; en vez de
opresión y claustrofobia les daría el Síndrome de Estocolmo, aunque sea un
madurito que haga de piedra pómez: quizá con una frase bonita limará los callos
sentimentales que les dejó el ogro del marido. Es que las mujeres encuentran en
un amante lo que realmente anhelarían encontrar en el marido, que es realmente
a quien quieren. Y el esposo más amante lo es cuando le es infiel a su mujer.
Sufrir por celos, y además terribles, es cosa de Reinas, como los de Juana La Loca por Felipe El Hermoso, que de ese amor surgió el Loco Lindo, Carlos V, dueño de un imperio donde nunca se ponía el
sol.
Supongo que la
fidelidad es el ideal (pero no se la practica, y menos mentalmente) y el
adulterio una felonía (pero es lo habitual). En mi caso, como todo adúltero con
dignidad de tal, soy capaz de negarme acaloradamente al requerimiento de cama
de la persona que (mal)vive a mi lado. He trabajo en televisión y les puedo asegurar que me era más fácil engañar a mi mujer que a la cámara; para lo
primero fui un artista. Soy tan infiel que le pondría una peluca a una amante
de ocasión para hacer de cuentas que la engaño con otra. O directamente la
engañaría diciéndole que no la engañaría con otra, con atroz falsedad en el
propósito de enmienda. Y de la misma manera no hay ninguna mujer más
chispeante, renovada y optimista que la mujer infiel. Siempre alerta, con las
antenas receptivas para lances amorosos. Porque la infidelidad nace con la
mujer y en vez de aceptar su supuesta lealtad, no lo creas nunca, que el león
no es manso, si lo fuera desconfía de él.
A veces me
arrepiento, me da “cosa”, se que soy un hijo de puta. ¿Cómo he salido así?, debe arrancar,
como todo, de cuando era chico, en el campo de mi abuela. Quizás ahí aprendí a
criar yeguas ajenas. Aunque nunca hay que buscar culpas en uno mismo, aligera
la conciencia pensar en un Judas, en el FMI, Mefistófeles y las que lo
provocan, no yo, las otras, las que
seducen, ¡porque yo de seductor no tengo nada! Y para Catalunya la culpa la tiene Madrid.
La infidelidad nace de la seducción. El que no seduce
en la vida no vale para nada; nacemos para el adulterio. De lo que resultaría
que la fidelidad es como un pacto entre la moral y la trampa, la lealtad y el
engaño, el equilibrio conyugal elevado a sacramento y el libre albedrío del
perfumado revolcón clandestino. Con todo, es mejor sustentarla, a la fidelidad.
Es necesaria, como la ley. ¿Qué sería si fuera al revés? Pero la honradez
sentimental no tiene flores en la boca para empezar a comerlas por el tallo.
Es
obvio que hay casados por deber a soportarse recíprocamente y amantes que
sintonizan de forma gratuita; el matrimonio es pesado: se necesitan dos y a
veces tres para llevarlo. Por suerte son más los que se casan que los que se
divorcian: se divorcian los que no tienen paciencia, se casan dos veces los que
padecen amnesia. Pero que quede bien claro que la infidelidad es un
comportamiento habitual que no supone, como sostienen los puritanos, ni
carácter de fenómeno, ni vicio ni enfermedad. Lo que la hipocresía de los
puritanos no reconoce es que a la infidelidad de ellos no se la conoce, porque
vive cubierta cuidadosamente en la doble moral. Y conozco muchos que predican
la moral con la bragueta abierta.
Los cuernos en Río Cuarto son una distinción
ineludible. Ya desde los tiempos de la villa, le denominaban Cuernolandia (el mayor número de cuernos
por metro cuadrado de colchón). El antiguo bar del Gran Hotel fue la más
importante factoría de cornadería de la abundancia adúltera. No los hacían ni
con marfil ni menos con cuerno-cuerno, que los verdaderos cuernos deben guardar
misterio y camuflarse. Se hacían, como siempre, astifinos, con una mirada
intencionada o un cruzar de piernas atrevido y a la vez disimulado. Se hacían
con cábalas y destilaciones metafísicas, razón por la que eran tan livianos e
invisibles, a tal punto que el que los llevaba no se daba cuenta....
Seguramente fue en Río Cuarto donde se produjo la primera adaptación
neorrealista del “Cornudo Imaginario” de
Moliere.
Los había normales, o sea, bicornudos (en caso de
unicornios, es que la mujer es medio puta, esos no cuentan) y tetracornudos. Aunque el ideal de
toda mujer tendría que ser el TRICORNIO
en cabeza de su marido: un amante con
mucha guita, un poeta o artista y un sinvergüenza que la vuelva loca. Si
sólo tuviera dos... ¡malo!, se pelearían entre ellos y con uno solo se
aburriría soberanamente, con el riesgo incluido de que se haga realidad un
drama folletinesco-tanguero: “La maté porque la encontré en otros brazos”, con
lo cual yo estoy de acuerdo porque ¡eso sí es querer!
En lo que a mí me toca, soy infiel por pre y
resentimiento, y por amor al hecho diferente. No se puede todos los días comer
mortadela. Una manera de no resignarse a que tenemos un destino marcado. Así
como el hombre es un bestia, la mujer es un bicho que le sobrevive. Tengan en cuenta que los "bichos"
como cucarachas y ratas son eternas. No obstante, no es bueno desear a la mujer
de tu prójimo: más saludable es culiarsela directamente. La infidelidad se da en todas las
especies animales, hasta con las cocodrilas, mira que son feas... pero aunque
tiene su punto de sensual aventurerismo y arriesgada epopeya, no es tan fácil
cambiar de colchón así como así. Desde que me casé, las dos veces, nunca supe
lo que era dormir sin sobresaltos, al no saber quién es la que apolilla a tu lado.
¡Y lo que cuesta poner los cuernos!: Cenas, hotel,
llevar un poquito de la colonia que usas en tu casa en la guantera del coche,
pues sólo las perras tienen el olfato educado para saber si te has revolcado
con una gata. Y no te digo los fines de semana, que no la puedes ver, ni
idea....el sufrimiento y la nostalgia que me daba.
Pero miren... en el fondo, sólo
he engañado con el cuerpo, más no con el alma que es lo importante. De niño,
hasta a mi madre le fui infiel como hijo, porque a mi maestra de tercero (y sin
quererla) le regalé una caja de galletitas Terrabusi,
cosa que a mi mamá nunca le demostré todo lo que la quería, regalándole una
cosa material como esa, encima que a las galletitas las compró ella. Pero mi
alma estaba con mi mamá.
Un diario de gran formato (tipo La Voz del Interior o La
Nación) sirve de biombo o muro que evita a veces el choque crudo de dos
realidades ásperas y a la vez prolonga el matrimonio, pues con el diario se
cortan las palabras y, por ende, hay menos posibilidades de discutir, el
silencio de culpabilidad de él, puede transformarse en silencio bienhechor para
ambos. ¡Si por los menos manejaran el medio tono o la media voz de Floreal
Ruíz, el cantante de tangos! Pero, ¡no! El grito o el silencio, o los gritos
del silencio, como cuando miran la televisión juntos. La televisión es la gran
culpable que ha hecho huir el tigre que todo hombre debe tener en la cama.
Aunque también hay que reconocer que ha evitado rupturas, discusiones, y evita
el roce al no tener que contestar ni replicar a pregunta alguna. No sólo no
agotan las posibilidades amatorias desembocando ambos en la abulia sexual, sino
que "temen" (si la mujer trabaja) que sea feliz con otra persona o
que el trabajo les brinde ocasiones, evasivas, frenándoles los impulsos como
feroces carceleros. Ellas se rocían con ketchup matando el ansia de mordisco,
en vez de responder al rojo de la sangre que les bulle en un
"devorarse" mutuo; a veces, la culpa de esos desbarajustes es de las
mujeres también. Y algunas caen (sean cancheras o pudorosas) en la ingenua
equivocación de creer que en la cama las posibilidades son ilimitadas,
olvidándose de que el repertorio del cuerpo es breve; pero el de la mente...
Por eso "la paja" es reina de nuestra intimidad más sagrada. Es que no existen muchos
recursos del cuerpo, aunque se hable de la expresión corporal. Así es con el
reflejo palpebral en el mirar, que es intermitente e ininterrumpido. O como la
persona al caminar que adelanta con la derecha y después con la izquierda.
Derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha,
izquierda... Un brazo delante y otro detrás, uno delante y otro detrás, uno
delante y otro detrás... sin otra variante, que llega a su mas redonda expresión
con la parada militar y su banda musical que a todos nos gustaba (y nos gusta,
aunque digamos que es de fachas). Para mí, luce mejor un soldadito ataviado
para un desfile militar que un tipo en pelotas en uno de moda, o chicas bamboleando en pro de
la anorexia que parecen sobrevivientes de algún holocausto.
Una mujer inteligente, algunas las hay, deberían poner en práctica esta formula desde la primera noche de bodas: "Ahora haz lo que te venga en gana, ya estoy segura y conservaré esta noche que me amaste verdaderamente. Ya con esto estoy agradecida y solo con verte a la hora de comer, rodeada de los hijos que vendrán, me doy por bien pagada...".
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