martes, 31 de mayo de 2016

OTRA VERGÜENZA DE OBRA PÚBLICA


En la ciudad de Córdoba, a pocos metros del consulado español, se encuentra el más grande mingitorio del mundo, la Plaza España: un monumento al portland, lapidario mensaje de perfiles cúbicos y rectangulares de cemento desperdiciado para sacrílegas meadas, que niegan la brisa fresca que viene del parque Sarmiento, circular y asfixiante necrópolis de la hispanidad. 

Semejante rocosidad es correlativa al nombre del autor de dicha plaza, apellidado Roca, que demuestra cómo un urbanista urbanicida puede convertir en un pedernal lo que antes fue una plaza preciosa, de fragantes rosas y coquetos claveles, que al menos son vivas criaturas de la naturaleza. Piedras de excluyente rigor mineral que abortan la esplendidez del paisaje, cuerpos de choque en mastodóntica ordenación de volúmenes, que neutralizan el oxígeno venido del monumento del Dante Aligheri. Malo... porqué nuestro futuro no es rural, sino urbano. Las piedras han sido el sello cultural de los egipcios, griegos y romanos, y los palestinos las tiran para expresar sus reivindicaciones. Pero que las amontonen sin más... 
 









Lo que yo presagié, en los años ochenta, con su lamentable desenlace, aquí lo pueden certificar en el documento de La Voz del interior (http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/la-municipalidad-pedira-la-provincia-que-desmonte-el-arbolito-de-la-plaza-espana):

La Municipalidad pedirá a la Provincia que desmonte el arbolito de la Plaza España

Prometió enviar una nota para pedir que quite la estructura y poder reparar la plaza, luego de que se difundieran fotos del lugar deteriorado.

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La Municipalidad de Córdoba prometió enviar una nota "pidiendo nuevamente a la Provincia que desmonte el árbol de Navidad" que aún permanece instalado en la Plaza España, y luego de eso, "reparar la plaza".

La información llegó después de que este diario publicara fotos que muestran el deterioro que sufre el lugar, usurpado por la estructura que un mes al año sostiene las luces del árbol de Navidad de la Provincia.

El abandono es total en el corazón de la plaza. Un alambrado de dos metros de alto impide el acceso a la zona central, dominada por lo que alguna vez fue una gran fuente de agua. Dentro de ese círculo que forma el alambrado, la gigantesca estructura metálica del árbol y sus enormes tensores dominan la escena, rodeada por decenas de tachos de 200 litros llenos de cemento.

Ese sector es inaccesible y esto restringe el valor artístico de esa plaza creada por Miguel Ángel Rocca e inaugurada en 1980.

HISTORÍAS DE ALTOS VUELOS, ILUSIÓN Y ANGUSTIA

HISTORÍAS DE ALTOS VUELOS,
ILUSIÓN Y ANGUSTIA 


Hace treinta años atrás o más, viajar en avión a Argentina, provocaba unas situaciones de intensa euforia, que con el correr del tiempo se va vulgarizando, como un hecho frecuente más.

Muchos días antes mi alma daba brincos de sólo imaginarse en el Jumbo: “Señoras y señores pasajeros, Aerolíneas Argentinas les anuncia la partida del vuelo 240 con destino final Ciudad de Buenos Aires”, con la mejor voz metálica de milico aporteñado, que en nuestro país hasta los de emisoras de radio del interior tienen ese deje metálico. La botellita de vino de todos los años (Trapiche, Rodas o Martínez Lacuesta), que es como un jugo astral para la ocasión… “Rogamos a los señores pasajeros no desabrocharse los cinturones de seguridad hasta tanto la máquina no haya detenido totalmente sus motores; Ladies and Gentlemen” 


El Jumbo vuela a mil kilómetros por hora... como un bólido encargado de pulverizar las estaciones o encadenarlas, desconcertando a los relojes. Allá tendrá cinco horas más de vida. Él, a grandes zancadillas imaginativas, ya había llegado mucho antes a su tierra (cultura peperino-caprina aderezada de cuartetos y chistes de gallegos). 

No interesa tampoco la clase de gesticulación preventiva para catástrofes de la azafata, que sólo sirve para meter miedo ya que te hace pensar en el accidente y en por qué, si la caja negra es indestructible, no construyen todo el avión de ese material. Hay que prestarle dentro de todo atención por respeto, pues tienen mucha relación con el cielo y velan por ti dándote el penúltimo whisky cuando todos se apolillan. 

Los que han sobrevivido a los accidentes ha sido de pedo; no se sabe de ningún fiambre con el chaleco salvavidas puesto: ¡un vaivén de la mesita en zona de turbulencias y abajo! Como recompensa los entendedores de la muerte han dicho que el alma flota cuando que la psique y el soma se dividen, buen recurso entonces el del chaleco para el alma. ¿Para qué ser pretencioso? ¡Si a todos los que viajamos en clase turista los pilotos nos llaman el ganado! Antes de entrar a la nave, preguntan: “¿Ya está ubicado el ganado?”. Alguna razón tienen: el avión, hoy en día, es un postrero transporte clasemediero. Y no protestes si se producen cambios en el embarque, o colas, si el morfi plastificado del cathering está frío,  creo que a las únicas personas que les debe gustar la comida de los aviones de la clase turística es a los norteamericanos, porque no saben comer. Si los asientitos son estrechos como hornacinas y tienes que apoyar tu antebrazo en los huevos porque el apoya-brazos lo ocupó el gordo del lado, que tiene ganas de ir a mear a cada rato y encima te obliga a levantarte porque está en el asiento del medio... 

Y si vos estás cagando con las nalgas apretadas y una turbulencia te manda contra el espejo, ¡doble cagazo!, porque no tenés colocado el cinturón. Además, lo que se inventaron de última: el síndrome de la embolia, que más bien es un embole total. A mí, en dos o tres vuelos, me dio irritación perianal (siempre pasan estas cosas por estrés), según me diagnosticó el Doctor Eujanián de Córdoba, no sin antes meterme bien el dedo en el culo, tacto prostático incluido. No se imaginan en el apuro que me vi; posición mahometana, el guante que hace plash!, el dedo índice, que es el dedo de los jueces, presto para la incursión, sin consesiones y ¡adentro mi alma!. Y pensaba en ese instante, (que se me escapo un pedo) que los proctólogos tendrían que ser más románticos, aparte de tener más tacto. Haberme dado un besito antes o algo así. Sigo con lo del avión:

¿Y la humillante mirada de los de primera clase? Cuando entras te hacen sentir que perteneces a una subclase, y uno pasa rápido, disimulando que no te interesa para autoconvencerse de que no hay diferencias, no sin antes hacer un revoleo de ojos, con mirar disimulado. Hay algo que te compensa: serán los primeros en alcanzar el Reino del Señor si el avión se viene a pique... Pero, todo sea dicho, no está tan mal. 

Visto de lejos, para los parientes que te esperan, es un hermoso pájaro de acero, mítico y reluciente, que te retorna de las Europas al Dorado.


Para los que te rodean, llegas a un tope donde cansas porqué todos están trabajando y ya sabemos que las visitas son como el pescado, más de cuatro días huele mal; pero siempre se vuelve a la hora señalada.

¡Uf! ¡Tengo que confirmar el vuelo y hacer la maleta! No sé que alfajores llevar, si Chamás o La Cumbre. De Mar del Plata, no, no: son muy dulces. ¿O chocolate en rama Bonafide? No, todo eso se caga; mejor algo que perdure... ¿Un mapa de la Argentina grabado en cuero? Les hará olor. ¿Un par de boleadoras? Muy pesadas. Lo más indicado, un mate, listo. De plata no, que es muy caro; para usar, de porongo sólo, livianito y barato... ¿Dónde ubico los CD y los libros que compré? ¡Cómo pesan, la puta que los parió! Es como transportar cultura en forma de ladrillos. Total, ¿para qué?… Para construir volátiles estructuras de ideas, porque no hay tiempo para leer. Todavía tengo libros de treinta años atrás sin abrir cubriéndose de polvo en los estantes”. 

En el vuelo de vuelta me pasa siempre lo mismo: lloro en el avión aproximadamente unos cuarenta y cinco minutos por un algo indefinido, y unos ocho por cada uno de mis matrimonios fracasados; el resto, once horas más, por las que me han prometido amor y no cumplen. Y lloro y lloro por todos los llantos de la hinchada de Talleres del año ’77 cuando perdieron la final contra Independiente. Y lloro también porque me sentía como Boabdil al abandonar Granada; y al igual que el, "lloraba como mujer lo que no supe defender como hombre". O lloro quizás porque mi mamá se llamaba Magdalena. O por hacer drama, de gusto nomás, como buen argentino... sólo un país que hace del drama un arte puede fabricar un monumento de actriz como Norma Aleandro. Y fijanse que es reconfortante llorar, no me da vergüenza; ¿Y cómo no te vas a poner a llorar si te acordás de tu barrio?; por eso me dan bronca los inmutables tipos que se autocalifican de “ciudadanos del mundo” y no les conmueven esas cosas, ¡pelotudos, intelectualoides de mierda!

Hace unos días, hablando con mi amigo Rubén, me comentó su experiencia en uno de sus vuelos a Buenos Aires. Fue tan especial, que me gustaría compartirla con ustedes:


Buenos aires 11 de abril del 2016... aeropuerto de ezeiza... terminal A, hora 12 am

poco a poco voy repasando los recuerdos de mis ultimos momentos en argentina (mi pais natal), posiblemente este ha sido  mi ultimo viaje... y como dijo Bruno Traven: lo q mas pesa es la patria chica,,,lo demas poco me importa, más bien nada.

No es norma en la gente tanto desapego a la otra patria, la grande, la nacion... pero he de decir q hace 40 años q vivo en españa y por el solo hecho de de esa ausencia con el correr de los años he ido adquiriendo otras costumbres y doy fe q hasta el mismisimo tiempo se encarga de ir borrando los lazos de afectividad... que no los recuerdos...

El avión que me llevara a madrid ya esta en la manga de embarque, es un airbus 340. Y aún me cuesta comprender como esas bestias de acero tan pesadas se mantienen a flote en el aire sin apoyarse en nada... en fin, llego la hora de despedirme de mis sobrinos que tan maravillosamente me recibieron y atendieron durante mi estadia y ahí si uno afloja mi sobrina es la unica prolongacion que queda de mi hermana ya fallecida hace un par de años... despedida tristona de mi parte ya q no se si volveremos a vernos. 
Llego la hora del embarque... adiós sobrina, adiós argentina... 
El gran pajaro encara la pista y al llegar a su posicion de despegue,,empiezan a  rugir los motores a toda potencia. Se lanza a la carrera como un caballo desbocado y remonta el vuelo como un barrilete de papel y caña en un vendaval desatado solo para esa ocasion... A medida q el avion va escalando una escalera invisible voy viendo desaparecer un bs as cada ver mas pequeño y me creo que soy yo el que desaparece de la faz de la tierra... ya estamos a 10.000 metros de altura... el comandante dice por los altavoces que despegamos con 352 tn de peso y llegaremos a madrid con 342 tn... 
Lo primero que me viene a la cabeza es q pasa con las 100tn de diferencia. Nunca pense que semejante avión podia engullir tanto kerosene y sobretodo me intrigaba mas aun donde lo esconde. Y bueh... suponia que muchos de los los 300 y pico compañeros de viaje se harian la misma pregunta. 
Por cierto, un pasaje bastante variopinto, algunos turistas europeos, muchos argentinos, muchos niños, berreando, jugando... lo que sea, pero menos en silencio, varios judios ortodoxos, algunos negros y también había españoles y uruguayos... total, el avión a rebozar...

¿¿Pasta o pollo?? ¿¿pasta o pollo?? van pregonando las azafatas con su supermercado ambulante con ruedas por un pasillo de 50 cm de ancho.. (no me extraña que no se caiga nadie en ese corredor donde si sos un pelin gordo vas aporreando a medio pasaje). Creo que todas estas normas de viajar tan apretados, además de obedecer a intereses economicos es una especie de maltrato legalizado.

Unas cuatro horas después de un vuelo bastante tranquilo y solo de a ratos alterado por el griterio de algún niño... El avión sale del continente, no sé bien a que altura de Brasil y ya empieza a volar por encima del Atlántico...

He de decir que soy una persona que tiene serios problemas respiratorios además de otras patologias asociadas, pero así y todo en el viaje que hice dos meses antes a Argentina, como en este mismo de ida no pasé por ningún episodio de crisis respiratoria... pero en esta ocasión si de pronto empiezo a sentir los problemas que me causan cierta falta de presurizacion en el avión... Quiero aclarar que los aviones por norma vuelan a unas atmoferas equivalentes a estar a unos dosmil metros de altura y que por lo tanto no había ninguna alteración en la presión del aire... El caso es que la dificultad para respirar era exclusivamente debido a mi estado... En cuánto noto que la cosa va en aumento, llamo a la azafata y le pregunto si hay una posibilidad de que me den un par de bocanadas de oxigeno explicándole mi situación... ¿¿para qué?? si hubiese sabido todo lo que iba a sobrevenir... 
La primera reacción fue mandarme un auxiliar de vuelo bastante especializado en primeros auxilios que me indaga acerca de los sintomas y tal y cual. De pronto me dice: "Señor, acompañeme a otro asiento más comodo". Me sientan en la parte del avión destinada al embarque donde hay una especie de rellano y  también unos asientos destinados al personal de vuelo. Una vez me acomodo este señor por los altavoces pide al pasaje que si hay un médico a bordo se dirija a esa zona del avión que se le necesita... ¿¿¡¡para qué!!??... Aparecen tres tipos a la vez, un oncologo, un cardiovascular y otro gordo que no alcancé a oir cual era su especialidad. Total, que entre ellos deciden quién me va asistir... Será el cardiovascular, un tipo de unos cincuentay pico de años, que por cierto es bastante simpático. A partir de ese momento, a mi me pareció patética la situación que se empieza a crear... 
Medio pasaje mirando cómo vacas curiosas qué era lo estaba pasando... Yo desde mi asiento mirando todas las cabezas que asoman unas por encima de lo hombros de los más próximos. Mi vergüenza era extrema... me sentia un mono sentadito ahi con todo el mundo mirándome... 
Bue, el médico pregunta va pregunta viene... El hombre sin medios tampoco podia hacer mucha cosa más que confirmar que el oxígeno aliviaria mi estado... En eso viene la azafata que me atendió en primer momento y le dice al médico: "Doctor vengo de la cabina de vuelo y manda a decir el comandante que si usted considera necesario podemos desviar el avión a las islas de Cabo Verde y hacer un aterrizaje de emergencia para asistir al pasajero!". ¡¡Joder la q se ha liado!!, pensé. Lo miré al tipo y creo que fue suficiente para que me entendiese a la primera. Y pensé para mi: "cómo voy a hacer yo para responsabilizarme de todo este merde???...las islas de cabo verde estan africa... menuda sopa se van a hacer esos negritos con estos blanquitos!!!!... una locura... desviar un avión del medio del Atlántico por un caso que en ningun momento fue de vida o muerte... creo que ni un grupo terrorista seria capaz de tan barbara idea... ¡¡¡Además de un pasaje enardecido por semejante decisión, familiares que en España irian a esperar la llegada de su gente sin novedad!!! ¡¡¡que les digan que el avión está en Cabo Verde!!!". 
Luego la pregunta de rigor: ¿¿Quién paga los gastos?? los daños al pasaje por el retraso, el querosene del avión, el daño a la compañia de vuelo por la demora... En fin una sucesión de cosas que yo no podia de ningún modo resolver pero que tampoco podia evitar pensar... 
Lo que yo si que llevava era un pequeño seguro que me habia sacado mi hijo para la ocasión y que cubria asistencia sanitaria en Argentina y poca cosa más... Entonces para no agrandar todo este follón que se armó le dije al médico: "Mira, todo esto es un sin sentido... te propongo que digas que de momento no es necesario... probemos con el oxigeno y si noto que me agravo entonces toma la decisión que creas oportuna...". El hombre bastante cauto y conciente me dice que si, entonces al decidir hacerlo de este modo la azafata me hace pasar a la primera clase que venia bastante vacia.  Yo acojonado le digo: "¡¡¡Señorita yo no me puedo pagar un asiento en la primera clase!!!. Y me contestó: "No se preocupe señor,,,el comandante tiene autoridad en ciertos casos para hacer estas excepciones..." además le pide ql medico si me quiere acompañar el resto del viaje para controlarme, pero el tipo le dijo que viajaba con su mujer, y también la suman a primera clase... 
Total, al tipo le salio el viaje casi gratis porque cobro todas las horas seguidas que me asistió además de viajar en primera hasta que aterrizamos en Madrid a la hora prevista.
Esta fue toda una de mis pequeñas historias amigos, ¡¡¡hasta otro momento!!!

viernes, 27 de mayo de 2016

LOS CUERNOS, ESA DELICIA SECRETA

LOS CUERNOS,
ESA DELICIA SECRETA


Alguien dijo una vez que la infidelidad debe copular con la discreción... si por ahí se asoma don descuido, con toda seguridad aparecerá gritando Doña Escándalo acompañada de su amiga la Hipocresía.

Es que somos débiles mortales, por eso el amor para siempre, el amor eterno es excepcional, tiene alma de aburrimiento y contenido de tumba, es irreversible. 

(LA infidelidad es precoz)

En la vida animal hay poca monogamia... Como por ejemplo en algunas especies de pájaros, que más bien serían pajarones, delfínes y otros cuentos para niños. Pero... ¡LOS CUERNOS SON MUCHA GLORIA! ¡¡UN TRIUNFAZO!! ¡¡UN CETRO!!

No es que sea malo ponerlos, es algo natural. El primer paso, ya te lo advierte, es el enamoramiento, osea, para "enamorar miento". Lo jodido es sustentar esa mentira... La explicación que se da ya está muy gastada, como son: las feromonas, los procesos químicos cerebrales, etc. etc. o una de las excusas más a mano: ¡me emborraché!

Existe una crónica infelicidad de un hembraje clónico, mimético, claudicante y sojuzgado... que son decentes por temor a que las descubran. Por eso, la mayoría hace bien adornando la cabeza con cuernos a "tiranuelos" que la han destinado en la cárcel del hogar. Además, ningún hombre muere mocho. Según un albañil amigo, muchas le han llamado para que les amplíe las puertas de sus casas, para que los maridos puedan pasar las aspas. Aunque la mayoría, hijos de prósperos comerciantes, no lo notaron mucho, pues habían entrado al mundo por la puerta grande. 

Rara psicología endogámica la de los cornudos. Siempre se dijo que él es el último en enterarse. ¡Mentira gorda! Se autoengaña: así confirme la infidelidad, la certeza le dolerá demasiado; puede transformarse en una certeza que quiere ser duda, y la duda se convierte en sospecha infundada. La Historia lo confirma: todos sabían (pretorianos, cortesanos y puteranos), que al emperador Claudio su mujer Mesalina "lo pasaba", pero no pudo envenenarlo, cosa que logró Agripina. ¡Flores de minas la Mesalina y la Agripina! Sólo él no manyaba niente. Que cornudo y apaleado, vaya y pase, pero cornudo y envenenado... ¡Eso es grave! 

¿Cuántas desearían ser "secuestradas"; en vez de opresión y claustrofobia les daría el Síndrome de Estocolmo, aunque sea un madurito que haga de piedra pómez: quizá con una frase bonita limará los callos sentimentales que les dejó el ogro del marido. Es que las mujeres encuentran en un amante lo que realmente anhelarían encontrar en el marido, que es realmente a quien quieren. Y el esposo más amante lo es cuando le es infiel a su mujer. Sufrir por celos, y además terribles, es cosa de Reinas, como los de Juana La Loca por Felipe El Hermoso, que de ese amor surgió el Loco Lindo, Carlos V, dueño de un imperio donde nunca se ponía el sol. 

Supongo que la fidelidad es el ideal (pero no se la practica, y menos mentalmente) y el adulterio una felonía (pero es lo habitual). En mi caso, como todo adúltero con dignidad de tal, soy capaz de negarme acaloradamente al requerimiento de cama de la persona que (mal)vive a mi lado. He trabajo en televisión y les puedo asegurar que me era más fácil engañar a mi mujer que a la cámara; para lo primero fui un artista. Soy tan infiel que le pondría una peluca a una amante de ocasión para hacer de cuentas que la engaño con otra. O directamente la engañaría diciéndole que no la engañaría con otra, con atroz falsedad en el propósito de enmienda. Y de la misma manera no hay ninguna mujer más chispeante, renovada y optimista que la mujer infiel. Siempre alerta, con las antenas receptivas para lances amorosos. Porque la infidelidad nace con la mujer y en vez de aceptar su supuesta lealtad, no lo creas nunca, que el león no es manso, si lo fuera desconfía de él.

A veces me arrepiento, me da “cosa”, se que soy un hijo de puta. ¿Cómo he salido así?, debe arrancar, como todo, de cuando era chico, en el campo de mi abuela. Quizás ahí aprendí a criar yeguas ajenas. Aunque nunca hay que buscar culpas en uno mismo, aligera la conciencia pensar en un Judas, en el FMI, Mefistófeles y las que lo provocan, no yo, las otras, las que seducen, ¡porque yo de seductor no tengo nada! Y para Catalunya la culpa la tiene Madrid.
 
 La infidelidad nace de la seducción. El que no seduce en la vida no vale para nada; nacemos para el adulterio. De lo que resultaría que la fidelidad es como un pacto entre la moral y la trampa, la lealtad y el engaño, el equilibrio conyugal elevado a sacramento y el libre albedrío del perfumado revolcón clandestino. Con todo, es mejor sustentarla, a la fidelidad. Es necesaria, como la ley. ¿Qué sería si fuera al revés? Pero la honradez sentimental no tiene flores en la boca para empezar a comerlas por el tallo. 

Es obvio que hay casados por deber a soportarse recíprocamente y amantes que sintonizan de forma gratuita; el matrimonio es pesado: se necesitan dos y a veces tres para llevarlo. Por suerte son más los que se casan que los que se divorcian: se divorcian los que no tienen paciencia, se casan dos veces los que padecen amnesia. Pero que quede bien claro que la infidelidad es un comportamiento habitual que no supone, como sostienen los puritanos, ni carácter de fenómeno, ni vicio ni enfermedad. Lo que la hipocresía de los puritanos no reconoce es que a la infidelidad de ellos no se la conoce, porque vive cubierta cuidadosamente en la doble moral. Y conozco muchos que predican la moral con la bragueta abierta.  

Los cuernos en Río Cuarto son una distinción ineludible. Ya desde los tiempos de la villa, le denominaban Cuernolandia (el mayor número de cuernos por metro cuadrado de colchón). El antiguo bar del Gran Hotel fue la más importante factoría de cornadería de la abundancia adúltera. No los hacían ni con marfil ni menos con cuerno-cuerno, que los verdaderos cuernos deben guardar misterio y camuflarse. Se hacían, como siempre, astifinos, con una mirada intencionada o un cruzar de piernas atrevido y a la vez disimulado. Se hacían con cábalas y destilaciones metafísicas, razón por la que eran tan livianos e invisibles, a tal punto que el que los llevaba no se daba cuenta.... Seguramente fue en Río Cuarto donde se produjo la primera adaptación neorrealista del “Cornudo Imaginario” de Moliere.

Los había normales, o sea, bicornudos (en caso de unicornios, es que la mujer es medio puta, esos no cuentan) y tetracornudos. Aunque el ideal de toda mujer tendría que ser el TRICORNIO en cabeza de su marido: un amante con mucha guita, un poeta o artista y un sinvergüenza que la vuelva loca. Si sólo tuviera dos... ¡malo!, se pelearían entre ellos y con uno solo se aburriría soberanamente, con el riesgo incluido de que se haga realidad un drama folletinesco-tanguero: “La maté porque la encontré en otros brazos”, con lo cual yo estoy de acuerdo porque ¡eso sí es querer! 
  
En lo que a mí me toca, soy infiel por pre y resentimiento, y por amor al hecho diferente. No se puede todos los días comer mortadela. Una manera de no resignarse a que tenemos un destino marcado. Así como el hombre es un bestia, la mujer es un bicho que le sobrevive. Tengan en cuenta que los "bichos" como cucarachas y ratas son eternas. No obstante, no es bueno desear a la mujer de tu prójimo: más saludable es culiarsela directamente. La infidelidad se da en todas las especies animales, hasta con las cocodrilas, mira que son feas... pero aunque tiene su punto de sensual aventurerismo y arriesgada epopeya, no es tan fácil cambiar de colchón así como así. Desde que me casé, las dos veces, nunca supe lo que era dormir sin sobresaltos, al no saber quién es la que apolilla a tu lado. ¡Y lo que cuesta poner los cuernos!: Cenas, hotel, llevar un poquito de la colonia que usas en tu casa en la guantera del coche, pues sólo las perras tienen el olfato educado para saber si te has revolcado con una gata. Y no te digo los fines de semana, que no la puedes ver, ni idea....el sufrimiento y la nostalgia que me daba. 

Pero miren... en el fondo, sólo he engañado con el cuerpo, más no con el alma que es lo importante. De niño, hasta a mi madre le fui infiel como hijo, porque a mi maestra de tercero (y sin quererla) le regalé una caja de galletitas Terrabusi, cosa que a mi mamá nunca le demostré todo lo que la quería, regalándole una cosa material como esa, encima que a las galletitas las compró ella. Pero mi alma estaba con mi mamá. 

Un diario de gran formato (tipo La Voz del Interior o La Nación) sirve de biombo o muro que evita a veces el choque crudo de dos realidades ásperas y a la vez prolonga el matrimonio, pues con el diario se cortan las palabras y, por ende, hay menos posibilidades de discutir, el silencio de culpabilidad de él, puede transformarse en silencio bienhechor para ambos. ¡Si por los menos manejaran el medio tono o la media voz de Floreal Ruíz, el cantante de tangos! Pero, ¡no! El grito o el silencio, o los gritos del silencio, como cuando miran la televisión juntos. La televisión es la gran culpable que ha hecho huir el tigre que todo hombre debe tener en la cama. Aunque también hay que reconocer que ha evitado rupturas, discusiones, y evita el roce al no tener que contestar ni replicar a pregunta alguna. No sólo no agotan las posibilidades amatorias desembocando ambos en la abulia sexual, sino que "temen" (si la mujer trabaja) que sea feliz con otra persona o que el trabajo les brinde ocasiones, evasivas, frenándoles los impulsos como feroces carceleros. Ellas se rocían con ketchup matando el ansia de mordisco, en vez de responder al rojo de la sangre que les bulle en un "devorarse" mutuo; a veces, la culpa de esos desbarajustes es de las mujeres también. Y algunas caen (sean cancheras o pudorosas) en la ingenua equivocación de creer que en la cama las posibilidades son ilimitadas, olvidándose de que el repertorio del cuerpo es breve; pero el de la mente... Por eso "la paja" es reina de nuestra intimidad más sagrada. Es que no existen muchos recursos del cuerpo, aunque se hable de la expresión corporal. Así es con el reflejo palpebral en el mirar, que es intermitente e ininterrumpido. O como la persona al caminar que adelanta con la derecha y después con la izquierda. Derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda... Un brazo delante y otro detrás, uno delante y otro detrás, uno delante y otro detrás... sin otra variante, que llega a su mas redonda expresión con la parada militar y su banda musical que a todos nos gustaba (y nos gusta, aunque digamos que es de fachas). Para mí, luce mejor un soldadito ataviado para un desfile militar que un tipo en pelotas en uno de moda, o chicas bamboleando en pro de la anorexia que parecen sobrevivientes de algún holocausto.

Una mujer inteligente, algunas las hay, deberían poner en práctica esta formula desde la primera noche de bodas: "Ahora haz lo que te venga en gana, ya estoy segura y conservaré esta noche que me amaste verdaderamente. Ya con esto estoy agradecida y solo con verte a la hora de comer, rodeada de los hijos que vendrán, me doy por bien pagada...".






 
 

miércoles, 25 de mayo de 2016

EL CORDOBAZO

 EL CORDOBAZO

Aquí les dejo una versión muy particular que escribió Daniel Gentile, que me gustaría compartir con ustedes:

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 ¿Qué festeja Córdoba cuando recuerda el Cordobazo?

Festejar el Cordobazo es festejar los incendios, los muertos, las bombas, los saqueos. Es festejar el terrorismo organizado que vino inmediatamente después. Es festejar el terrorismo de Estado.



EL CORDOBAZO. (Télam/Archivo).Por Daniel Gentile (Abogado y periodista)

Reviso los diarios de los días posteriores a un 29 de mayo. Los que tengo frente a mis ojos son de hace un par de años, pero podrían ser de cualquiera de los últimos. Leo estas noticias: “Dirigentes de la CGT local destacaron el marco de recuperación de derechos en el que pudieron conmemorar un nuevo aniversario del Cordobazo”. “El ministro de Trabajo provincial dijo que es muy importante que podamos concretar esta conmemoración teniendo un gobierno popular, como el encabezado por la compañera Cristina”.
Otro gremialista, también legislador oficialista, expresaba: “Con el espíritu de aquella gente (la del Cordobazo) tratamos de dar respuesta a los problemas de hoy de los trabajadores”. También ponderó que, tal como sucede ahora, “aquellos hombres... planteaban un conjunto de ideas y de sentimientos que empuja a vivir y a celebrar esta fecha”.

Me parece asombroso que quienes en este tiempo gobiernan Córdoba digan que hay que celebrar, año tras año, aquellos dos días aciagos.

Nunca olvidaré el estupor y el miedo que infundían las columnas de violentos que avanzaban incontenibles, sembrando a su paso fuego y destrucción. Ni a los francotiradores que, estratégicamente apostados en los techos, desataron una infernal ruleta rusa en la que cualquiera podía ser víctima casual. Nada quedó librado al azar en aquel asalto masivo contra la ciudad planeado de manera cuidadosa. Poco hubo de espontáneo en el Cordobazo, y mucho de estrategia del terror por entonces naciente.
Me pregunto si habrá alguna otra ciudad en el mundo que, año tras año, celebre con algarabía el aniversario de su destrucción.

Córdoba fue incendiada, destruida, asolada, humillada, por un grupo de bárbaros que tenían dirigentes y estrategas.

No fue una insurrección popular. Había un gobierno de facto que no tenía, ciertamente, argumentos para autojustificarse. Pero el Cordobazo fue la eclosión de un virus –el germen de la ideología y la pedagogía del terror– que había anidado en el cuerpo social de la Argentina. Ese virus oportunista, encontró, para detonar, una circunstancia aparentemente justificante –la existencia de un gobierno no democrático– pero, luego de contaminar a todo el país, siguió flagelándolo durante el imperio de gobiernos constitucionales.

El germen del terror se apoderó de dirigentes estudiantiles y gremiales. Entre los estudiantes, fue una reverberancia decadente y grotesca del Mayo francés. Hubo incluso en las universidades de Córdoba algo de moda revolucionaria, con todo lo que de frívolo tienen esas cosas que se hacen porque quedan bien.

El sector gremial, por su parte, estaba ocupado mayoritariamente por el peronismo y en menor medida por elementos de una izquierda fundamentalmente trotskista. Perón, desde su lujoso exilio, le dio alas a la violencia. Algunos años después, cuando quiso detenerla, no pudo con ella.

El resultado de ese cóctel explosivo fue lo que se llamó y se llama aún, con una reverencia inexplicable, el “Cordobazo”.

No fue una expresión de rebeldía. La rebeldía, en verdad, es una actitud que puede ser noble. Los auténticos rebeldes fueron los que se negaron a plegarse a la moda de la violencia que dictaban los árbitros de la elegancia intelectual de entonces. Si eras joven y estudiante, debías subirte a ese colectivo. Algunos –muchos, demasiados– quedaron luego atrapados en ese carro.

Si fuera cierto que la sola existencia de un gobierno de facto hace justo al terror, los que han canonizado al Cordobazo deberían lamentar que los militares que tomaron el poder en 1943 no hayan recibido su merecido. Pero para la historia dominante también hay gobiernos de facto execrables y gobiernos de facto no tan malos. Es bueno, sobre todo para los historiógrafos oficiales, el gobierno que nació del golpe de Estado de aquel 4 de junio de 1943, que alumbró al peronismo.

Festejar el Cordobazo es festejar los incendios, los muertos, las bombas, los saqueos. Es festejar el terrorismo organizado que vino inmediatamente después. Es festejar el terrorismo de Estado, que es hijo del terrorismo subversivo. Es festejar las bombas de estruendo que hoy, diariamente, en cada manifestación, como un Cordobazo en pequeña escala y como un eco de aquel del ‘69, atormentan y ponen en peligro la integridad y la vida de los ciudadanos.

Así como no se concibe la simultánea adoración de Dios y del diablo, no se puede, al mismo tiempo, rendir culto a la violencia y pretender erradicarla.

Mientras los que mandan no superen esa contradicción, no tendrán solución los diarios desbordes de las manifestaciones sociales, que tanto nos preocupan.

Me contaron hace poco que en la Ciudad Universitaria hay una calle que se llama El Cordobazo. Me resisto a creerlo. No me parece sensato darle a una calle el nombre de una tragedia. No entiendo que una ciudad como Córdoba, con elevada autoestima, una ciudad que dice quererse y se quiere, una Córdoba que ejerce una suerte de cordobesismo militante, festeje año tras año, con el auspicio de sus gobernantes, el aniversario de su destrucción.

Me asombra, como me asombraría que una familia que sufrió un sangriento asalto, le incendiaron la vivienda y le mataron a dos hijos, se reuniera todos los años junto a la mesa y soplara las velitas para recordar el hecho más doloroso de su vida. 

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RESCATANDO FANTASMAS

RESCATANDO FANTASMAS 

El jugador más hábil que vi en mi vida, fue un compañero mío, de Chile MECHÓN, que jugó en el equipo de Independiente en los 80, y por ello le homenajeé con esta poesía.


UNA MÁQUINA DE HACER FÚTBOL

Cuando sobre la punta de un botín,
algún gnomo convoca al festín...
¡¡Seguro que está jugando Mechón!!
y un sinfín de duendes se regocijan traviesos
tirándole las barbas al viejo Cronos,
el odiado anciano aquel que dijo:
"EL ALMANAQUE ES INSOBORNABLE".

Pero no importa... se trepan y se cuelgan y retozan,
queriendo romper las manecillas del reloj.
ES EL CORTEJO DE LOS DUENDES DEL MECHÓN...
Una cabriola, una amague y otro... y otro más,
uno que pasa por allá, otro se desbarrancó,
¡¡Uy, que risa Pablito!! ¡¡Hale!! Otro por acá, tuya "Pelao"...

En tanto, la pisada ya dibuja el antojo más bacán,
la pretención más suntuosa: el túnel que hará pasar 
los soldaditos de plomo que inventó el Mechón...
Y las guirnaldas, los moños, globos y chiches asomaran 
en su empeine de festín.

Los hombres serios del pelotazo,
señores feudales del orden 
incapaces de ver el colobrí y su romance de flor,
no le dejan ser niño...

Hacen como el villano de las películas de Chaplin,
hay que ponerle fin, darle un número cómo a los presos.
Lavarle el pescuezo, ponerle brillo de charol a la alpargata,
cancelarle la risa...
Pero uno se quedaría mirándole, 
hasta que el pucho queme los dedos y se frene la respiración,
el realizará con los ojos abiertos
el fútbol que soñamos unos pocos con los ojos cerrados...

¡¡Quisiera Dios siempre un sol
y un par de alpargatas para que juegue el Mechón!! 
Siempre niño y que el gol lo marque en un arco de latas.
Si al fin, el gol es solo estadística...

Cuando sobre la punta de un botín,
algún gnomo convoca al festín...
¡¡Seguro que está jugando el Mechón!!

(Equipo INDEPENDIENTE: Campeón 1981)
(Mechón, Chopo y Negro)

(Chopo Deza)