¿QUÉ SERÍA DEL MUNDO SIN COPIONES?
Comprendo que todo no puede ser unívoco y que hasta
nuestro cuerpo necesita los contrastes de las cuatro estaciones para vivir. Y
me figuro que más contrastes necesita el cerebro, pero contrastes de ideas
coherentes, pedagógicas, racionales, no imbecilidades de caprichos metafóricos.
Sólo descubrí que sus autores leen mucho dando vueltas sobre las mismas
cuestiones con diferentes nombres y adjetivos, y que todos los escritores
cuando realizan “su libro”, lo hacen
rodeados de libros, diccionarios y
recortes de periódicos amontonados en forma de parvas; dan abundantes cosechas
de ideas ajenas que terminan en grano fino filtrado por el tamiz de los
correctores de las editoriales.
Parecería una pelotudez, pero para mi "Un libro es el resultado de muchos hombres
diferentes y un hombre (ser humano) es el de sólo dos que se aman (al menos hipotéticamente).
Son los literatos encorvados acopiadores del plagio que no agregan nada nuevo
al conocimiento, exceptuando el mundo de la ciencia y la técnica o genios como
Cervantes, Julio Verne y pocos más. Josep Fonalleras, ganador del premio Ciutat de Palma con la novela La millor guerra del món, dice: "No
es aconsejable conocer personalmente a
los de la pluma. El mejor escritor es el escritor muerto. Para escribir esta
novela, leí muchos libros de viaje”
(¡por supuesto, no escritos por él!). Feliz o desafortunadamente, los
intelectuales están cada vez más acorralados por una sociedad de analfabetos y
simuladores de cultura. Según Borges: "No me jacto de lo que he escrito,
sino de los libros que he leído". Según Isaac Asimov: “Una de las plagas
de un escritor prolífico es la preocupación constante por el plagio, es decir,
por la apropiación de las palabras de otra persona con la pretensión de que son
propias”. No se concibe un literato sin boli para subrayar, anotar o
puntualizar... en definitiva copiar. Así también es inimaginable un cafisio
sin peine o un malevo sin cuchillo. ¡¡¡Que
lo reconozcan de una vez!!! y que nadie se rasgue las vestiduras: el plagio es
connatural al hombre. Fragmentos y párrafos enteros lógico queden grabados en
los que tensan una memoria pertinaz. No se puede evitar, salvo que jamás hayan
leído o hablado con las demás personas.
¡Hasta el amor, se repite constantemente por los siglos de los
siglos! Para no decir que copian burdamente, declaran estar “influenciados" o
"intertextualizados” por o con tal escritor, pero resulta que uno se entera
tarde, como cualquier buen ignorante o cornudo, que en su mocedad Valle Inclán
copió íntegramente una novela de Dostoievsk.
¡La
literatura se alimenta de literatura y no de los animalejos del campo! La
originalidad en estilo puro o virginal no existe. Ya antes de nacer, estamos
recibiendo estímulos. Y por supuesto, más tarde, también: lo que leemos, percibimos, oímos, y lo
que no oímos también, lo que se almacena en el subconciente, lo que soñamos, lo
que nos dijeron hace treinta años y lo de ayer.
Yo tomé conciencia del plagio cuando empecé como charlista deportivo en la radio, pues nunca fui periodista. Y cómo no, en el
periodismo deportivo, como todo, está saturado de plagios. Yo leía, memorizaba
y copiaba todo lo que decía o escribía Dante Panzeri (Un autodidacta). Allá por
los finales de los ´60 tuve como compañero de transmisiones de fútbol a Ernesto
Cherquis Bialo, entonces director de “El Gráfico” y actual vocero de la AFA. En Córdoba causó sensación por sus frases y latiguillos que
calaron hondo en la sensibilidad popular. “¡¡¡¡Esa pelota pedía red!!!!” era su rúbrica
a una jugada de gol. La frase original fue de un famoso relator uruguayo
llamado Eber Pinto.
El Maestro Fioravanti solía decir refiriéndose a la multitud de las canchas “el
monstruo de las mil cabezas”, figura literaria que está en la Biblia y utilizó
Cicerón. Años más tarde, Jorge Valdano, con un criterio más matemático le agregó un cero, cuando dijo “el monstruo de las cien mil cabezas”(será por la inflación?).
Así pues, desde el momento en el que un espermatozoide se juntó con un óvulo, ya no se inventó nada nuevo... ¿no?

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