miércoles, 16 de marzo de 2016

¿QUÉ SERÍA DEL MUNDO SIN COPIONES?

¿QUÉ SERÍA DEL MUNDO SIN COPIONES?


Comprendo que todo no puede ser unívoco y que hasta nuestro cuerpo necesita los contrastes de las cuatro estaciones para vivir. Y me figuro que más contrastes necesita el cerebro, pero contrastes de ideas coherentes, pedagógicas, racionales, no imbecilidades de caprichos metafóricos. Sólo descubrí que sus autores leen mucho dando vueltas sobre las mismas cuestiones con diferentes nombres y adjetivos, y que todos los escritores cuando realizan “su libro”, lo hacen rodeados de libros, diccionarios y recortes de periódicos amontonados en forma de parvas; dan abundantes cosechas de ideas ajenas que terminan en grano fino filtrado por el tamiz de los correctores de las editoriales. 

Parecería una pelotudez, pero para mi "Un libro es el resultado de muchos hombres diferentes y un hombre (ser humano) es el de sólo dos que se aman (al menos hipotéticamente)

Son los literatos encorvados acopiadores del plagio que no agregan nada nuevo al conocimiento, exceptuando el mundo de la ciencia y la técnica o genios como Cervantes, Julio Verne y pocos más. Josep Fonalleras, ganador del premio Ciutat de Palma con la novela La millor guerra del món, dice: "No es aconsejable conocer  personalmente a los de la pluma. El mejor escritor es el escritor muerto. Para escribir esta novela, leí muchos libros de viaje(¡por supuesto, no escritos por él!). Feliz o desafortunadamente, los intelectuales están cada vez más acorralados por una sociedad de analfabetos y simuladores de cultura. Según Borges: "No me jacto de lo que he escrito, sino de los libros que he leído". Según Isaac Asimov: “Una de las plagas de un escritor prolífico es la preocupación constante por el plagio, es decir, por la apropiación de las palabras de otra persona con la pretensión de que son propias”. No se concibe un literato sin boli para subrayar, anotar o puntualizar... en definitiva copiar. Así también es inimaginable un cafisio sin peine o un malevo sin cuchillo.  ¡¡¡Que lo reconozcan de una vez!!! y que nadie se rasgue las vestiduras: el plagio es connatural al hombre. Fragmentos y párrafos enteros lógico queden grabados en los que tensan una memoria pertinaz. No se puede evitar, salvo que jamás hayan leído o hablado con las demás personas. 

¡Hasta el amor, se repite constantemente por los siglos de los siglos! Para no decir que copian burdamente, declaran estar “influenciados" o "intertextualizados” por o con tal escritor, pero resulta que uno se entera tarde, como cualquier buen ignorante o cornudo, que en su mocedad Valle Inclán copió íntegramente una novela de Dostoievsk.

¡La literatura se alimenta de literatura y no de los animalejos del campo! La originalidad en estilo puro o virginal no existe. Ya antes de nacer, estamos recibiendo estímulos. Y por supuesto, más tarde, también: lo que leemos, percibimos, oímos, y lo que no oímos también, lo que se almacena en el subconciente, lo que soñamos, lo que nos dijeron hace treinta años y lo de ayer.

Yo tomé conciencia del plagio cuando empecé como charlista deportivo en la radio, pues nunca fui periodista. Y cómo no, en el periodismo deportivo, como todo, está saturado de plagios. Yo leía, memorizaba y copiaba todo lo que decía o escribía Dante Panzeri (Un autodidacta). Allá por los finales de los ´60 tuve como compañero de transmisiones de fútbol a Ernesto Cherquis Bialo, entonces director de “El Gráfico” y actual vocero de la AFA. En Córdoba causó sensación por sus frases y latiguillos que calaron hondo en la sensibilidad popular. “¡¡¡¡Esa pelota pedía red!!!!” era su rúbrica a una jugada de gol. La frase original fue de un famoso relator uruguayo llamado Eber Pinto.

El Maestro Fioravanti solía decir refiriéndose a la multitud de las canchas “el monstruo de las mil cabezas”, figura literaria que está en la Biblia y utilizó Cicerón. Años más tarde, Jorge Valdano, con un criterio más  matemático le agregó un cero, cuando dijo “el monstruo de las cien mil cabezas”(será por la inflación?). 

Así pues, desde el momento en el que un espermatozoide se juntó con un óvulo, ya no se inventó nada nuevo... ¿no? 

Con todo hay que estar contento, somos unos privilegiados, ¡Qué suerte hemos tenido! Fíjense si somos afortunados que de los millones de espermatozoides que son catapultados en el chubasco uretral del espasmo eyaculatorio (de 50 a 500.000.000 se depositan en la vagina) solo uno accede a atravesar la membrana del óvulo y "planta la semilla", luego de haber recorrido el largo camino de Santiago... ¡Qué prodigio! Así que conformense con la gran hazaña de vivir y no vayan copiando a los demás para darselas de intelectual. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario