viernes, 31 de marzo de 2017

CADA VEZ TE ECHO MÁS DE MENOS



CADA VEZ TE ECHO MÁS DE MENOS

Como dice un famoso Tango: “cada vez siento más la soledad…”

La soledad que yo experimento es igual que el interior de mi nevera: las manzanas están arrugadas, la leche agria, las bananas con la cáscara de ébano, las mermeladas con hongos a flor de cucharadita, ajos con cabezas jibarizadas y dientes cariados.

¿A dónde fue a parar mi fama de picante para las minas? Se ha convertido en un abominable tesoro de calcetines y camisetas restregadas debajo de mi cama.

Esta soledad, me hace echar de menos al gato que tuve… siempre se interponía en mi camino y trepaba husmeando el frío y mi calor también. En la cama, palpando a mi lado, sé que estaba él, con su pelaje más tibio que la indiferencia de una mujer de ocasión. Gracias a él, tenía: la cortina rasgada, el sofá rascado y la mesa rallada. Todo eso que disgusta a las visitas. Tanto mejor: no volverán. Son pocos los que vienen: fisgonean, huelen el comedor, hacen valoración de mobiliario y tocadiscos para deducir mi “nivel”... Por eso me divertía mucho ver al gato en el sofá presidiendo un bostezo como si quisiera tragarse la última estrella que corre detrás del tren de Sant Andreu del Palomar.

Tan importante era mi gatito (el cual no tenía nombre humano) que le dediqué estas palabras:

Pero...
también se le está acabando la cuerda.
En las noches de verano,
luego de los chaparrones mira hacia los tejados;
ningún maullido le responde...
se pone viejo mi gatito.
Un día, dejó de saltar hacia la cima del ropero.
Él  que iba para tigre o gato montés o lince!,
ya no puede pobrecito.
Se le ha puesto blanco el pelo de las cejas;
está triste mi gato.
Se pone viejo mi gatito...
Por más que mire hacia los tejados
luego de los chaparrones de verano
ninguna gata errante se cruzará para el...
por más que fulguren las estrellas
Al igual que a mi,
junto a la decadencia
se me vino de golpe toda la soledad
como un chaparrón de verano...
Al día siguiente
el sol seguirá su trabajo
de secarnos el corazón
y endurecernos los huesos…


miércoles, 29 de marzo de 2017

LA GENTE HUMILDE NO SABRÁ NUNCA CONCRETAMENTE QUIÉN LA ESTÁ CAGANDO, PERO SABEN CÓMO ES LA MIERDA…



LA GENTE HUMILDE NO SABRÁ NUNCA CONCRETAMENTE QUIÉN LA ESTÁ CAGANDO,
PERO SABEN CÓMO ES LA MIERDA…

Siempre tuve especial simpatía hacía los zapateros de mi barrio. También me agradaba el olor del taller. Uno de las zapaterías que más me gustaba era el de los hermanos Bressán, frente a la placita de ejercicios, y a cuadra y media de ellos estaba otro colega, Don Samuel Welner, que con el tic e tac e tuc (tiquetaquetuque, decía un tango)[1] hizo estudiar a sus dos hijos. Julio, el mayor, era amigo mío y compañero del bachillerato. Este tenía el don de la parla, el tono coloquial justo para hablarle a la gente de espectaculares proyectos y las elucubraciones más inverosímiles, a través de una retórica convincente y práctica. Él hacía la perfecta simbiosis marxista-capitalista (términos aparentemente antagónicos), y haciendo piruetas dialécticas, sin jamás elevar el tono de voz, se ganaba su respeto, entre aquella constelación de palurdos, con su rulito de querubín y labio inferior de Sammy Davis Junior. Jamás lo imaginé al Rusito Welner cerrando los ojos al besar, igual que ocurre con Mariano Rajoy: son como personas invulnerables a la emoción de darse.

El Rusito les podía mentalizar sobre la conveniencia de hacer más ricos a los pocos ricos que había en el país, para así con el "sobrante" de sus lucros superlativos podrían repartir dinero-limosna, lo cual sería la gran solución para los sumergidos en la pauperización; y de paso harían una suerte de socialismo travestido, pero socialismo al fin, como propugnan las socialesdemocracias centristas de la aldea global en la actualidad (como verán, el Rusito fue un adelantado en esto del neocapitalismo), y los ciento veintiocho costados de sus variables políticas poliédrico-camaleónicas. Y a los que se iniciaban con los postulados marxistas-leninistas y sus "paraísos" del proletariado de los años sesenta, les adoctrinaba: "La justicia social, muchachos, es una cosa; la empresa, otra. Donde la mano derecha no debe saber lo que hace la izquierda, y el poder sabe que poder se puede (que no se deba ya es otra historia).” Miren, bajo mi opinión eso de la izquierda o la derecha vale en el juego de la vida para conducir coches y para el fútbol, y el centro para parir hijos o cagar. Aunque también el centro vale para el fútbol; lo inventaron Pedernera, Di Stefano y Kubala. Los de centroizquierda son como mucamos[2] de casa de ricos: ya sabe uno hacia dónde se inclinarán. Pero en política son conceptos mentirosos... No existen... Para mí, claro, quizás por la edad, ninguno de los dos extremos es correcto. Los de la izquierda cuando les ha tocado gobernar lo han hecho como de derechas, ahí fue el caso de IU, por algo les llaman Idiotas Útiles. Es la mezquindad insolidaria que les lleva a las disidencias y fracturas partidarias. Los de derecha han sido al menos más coherentes con su condición, han gobernado siempre como lo que son: entre ellos, entrañables cómplices, excelentes compinches, ejemplarmente solidarios y con mucho dinero, con lo cual se es mucho más solidario. No se sabe de ningún fascista que se haya convertido en marxista. Y la política de centro tampoco sirve, pues es como un chicle flexible que se estira hacia la derecha  y hacia la izquierda.

El Rusito con solapada manipulación argumentaba:
- “¿Ustedes se creen que sin los ingleses hubiésemos tenido una ciudad como Buenos Aires? Fue durante el gobierno conservador del radicalismo, la era de Marcelo T. de Alvear, de cuando tirábamos manteca al techo. Sí, ya sé lo del expolio, la explotación, el coloniaje, todo lo que quieran, pero para tener cosas algún culo tiene que sangrar. Y no serán tan ingenuos para creer que le tocará al de los que poseen el capital. jajajaja Y agradezcan a los piratas, como los llaman ustedes, que inventaron el fútbol para hacer felices o entretener a millones de personas cagadas de hambre. El crecimiento económico y la creación de riqueza y puestos de trabajo dependen de las empresas privadas. Se equivocan los que creen que la derecha beneficia a los ricos; y si no miren: con los capitales ingleses tuvimos una de las mejores redes ferroviarias del mundo. Y el tren más rápido de pasajeros de Sudamérica: el Cuyano, que hacía los mil kilómetros y pico entre Buenos Aires y Mendoza en 11 horas. Los ingleses siempre se adelantaron a todo, sólo por saber conservar sus símbolos. ¿Qué es la nobleza británica sino un símbolo? Lo que pasa es que hay que tener dirigentes gremiales honestos para que no te toquen el culo. Por eso la historia argentina parece marcada por el pulgar de Nerón y la ley de Murphy. ¡Pero inventamos el dulce de leche!".- Y seguía machacona e insidiosamente… - Los ricos nunca vivieron de los ricos, sino a expensas de la fiebre consumista de la clase media, capaz de trabajar veintisiete horas por día para que los poderosos luzcan mansiones y coches de marca y ellos, se saben de memoria la lista de modelos que no tendrán nunca. Pero, fundamentalmente, son los pobres de las mayorías los que les llenan los estadios, les compran Adidas o alpargatas, les comen sus hot-dogs, los pobres de las mayorías que votan a las mayorías que se les antojan a las minorías. La clase media es una farsa, el mundo es de la derecha y los miserables que trabajan para ellos, sin el más mínimo derecho a una existencia digna como ciudadanos. Es imprescindible que haya pobres para que existan los ricos. ¡Lógico, muchachos! Son el tejido social de soporte del rico y punto de referencia comparativo para que la clase media se sienta realizada. Aunque, ya se sabe, la clase media argentina tiene varios colchones de repuesto para amortiguar la caída, y hacen la película de aparente bienestar que le gustaría hacer a los pobres. ¡Y qué cagazo se llevaron con el corralito!. Se acabó el dulce, a probar lo que tantas veces se alabó, “que los pobres son los más felices, y no tienen estrés y no se cuánto”. ¡A ver que lo prueben!. A ver si les es tan fácil ser pobres!.-

Qué gran razón la del Rusito…
De igual manera opino que sería impensable una sociedad en la que todos fueran genios. Se convertiría en un mamarracho, algo caótico, puesto que los genios son rupturistas, rebeldes, inconformistas, locos. Todo terminaría siendo un quilombo. De ahí viene donde se hace imprescindible el contrapeso de los mediocres y los ineptos. Y si no piensen: ¿quién va a barrer sus porquerías?.

Los ricos saben aquello de que “quien parte y reparte no va a ninguna parte”. Para evitar eso se sacaron de la manga el cuento que llamaron "política de recorte salarial" (¡no te doy ni un mango más!) para mantener puestos de trabajo, que sería, imagínense, algo más o menos así:
“Un gerente reúne a sus trabajadores y les dice: "¡Sorpresa, sorpresa! Buenas noticias... Tengo la solución. Tendrán una rebaja en el salario para que así puedan continuar en la empresa; ya saben, la crisis... Esto es sólo un “recorte”; no hablo de congelar sus salarios, pues esa guita que ustedes se han ganado en buena ley, no se come, sirve para comprar comida para sus familias, y la comida sí se congela. Por eso nosotros siempre, asumiendo sus problemas, sólo recortamos, no como otras empresas que congelan salarios.”

¡Y encima hay que poner el hombro!, son medidas “realistas” dirigidas a cagar al de menores posibilidades. Así tapan su inclemencia con fomentos de lengua.  Porque la gran duda para este cretinaje de ladinos es la de saber si el pueblo podrá alimentar a los gobernantes en la forma adecuada. E incluso no importa mucho quién esté al frente del gobierno, mientras éstos obedezcan a quien manda (EEUU). Europa les debe demasiado para decirles que no. Cuando ellos decidan dictadura, así será. La democracia existe ahora porque lo quieren los países del club de los patrones internacionales del capitalismo, que poseen la fuerza.

El Rusito me decía:
- “Por eso, Negrito, convéncete de que el mejor estado es el gripal, porque te puedes quedar en cama seis o siete días, olvidándote de todo... La gente humilde no sabrá nunca concretamente quién la está cagando, pero saben cómo es la mierda. Tienen claro que hay que trabajar para comer dignamente y no comer para poder trabajar. Por eso, no hay que pasarse de rosca con ellos. Ya están avivados con lo de la “tecnología punta”, que da a las empresas la posibilidad de ser más productivas y rentables a costa del aumento de la desocupación”.
De todo esto han pasado más de 30 años y a día de hoy, a los chicos los mandan a estudiar robótica, que es más o menos lo que decía mi amigo, Samuel Welner.

El Rusito podía cambiar el "verso" argumental en 180º. Como los hábiles vendedores, estaba preparado para vender una mercadería que no existe, sin gastar mucho los zapatos. Y el baile de Sampacho, te lo contaba como si hubiera ocurrido en Acapulco. Y te demostraba que para hacer un buen clericó se puede prescindir de la fruta y el vino; él te lo hace por ordenador, sin moverse de México (donde reside ahora). Fíjense qué vivo el Rusito.

Cierta vez un amigo, en tono rezongón, le soltó: “Otro país tendríamos, si en vez de haber sido colonizados por los españoles nos hubieran tocado los ingleses, como a los norteamericanos”. A lo cual razonó con presteza el Rusito: “¿Y no pensaste que tal vez podríamos haber sido como la India?… pues ahí estuvieron bastante los ingleses. Cuando se fueron, levantaron todo y la redujeron a una gran costra de miseria y atraso que desemboca en el Ganges, un paraíso de pestes. Además pibe, remató el Rusito, estuvieron siempre en nuestro país. Buenos Aires creció a expensas del contrabando inglés, en detrimento del resto del país; contrabando casi institucionalizado, mafia de piratas que en los primeros años del siglo XVIII lucró con el tráfico ilegal. Así Buenos Aires sobrevivió en el primer siglo de vida gracias a una burla permanente de la ley. Ellos traían mercaderías lujosas; los porteños pagaban con cuero y sebo. Con diferentes artículos, ahora ocurre igual. Buenos Aires siempre fue un feudo para contrabando de capitales o sucursales foráneas que nunca representan capitales para el país”. ¡Cuánta razón tenía el Rusito! Uno de nuestros poetas más ilustrados, Almafuerte, en un famoso discurso dijo de los británicos: “¡En honor de Inglaterra, la del comercio estupendo, con sus colonias tan poderosas y tan libérrimas, como las más espléndidas naciones…!”. Así, tan desacertadamente, calificaba a esa caterva de rapaces del saqueo en todos los mares de la Tierra, que eran los mares de Su Majestad. Almafuerte no sabía que les hacía el caldo gordo a las quinientas familias de la oligarquía rural argentina.


[1] Golpeteo del martillo.
[2] Sirvientes.

lunes, 27 de marzo de 2017

¿PARA QUÉ TANTA PALABRA…?



¿PARA QUÉ TANTA PALABRA…?

Este viernes pasado llovió y llovió. Las gotas caían en el charco de mi alma, y pensé, en un arranque de sensiblería que hay palabras imprescindibles, como en el Tango por la vuelta “Quedate siempre, me dijiste… afuera es noche y llueve tanto… y comenzaste a llorar. La historia vuelve a repetirse… mi muñequita dulce y rubia”.

Esta mañana también llueve, pero se me rompió el encanto cuando escuché en la televisión que Artur Mas dijo “Hemos dejado de ser súbditos de España…” o sea, ¿para qué “tantes paraules”? No tiene nada de original lo que dice, esto lo podría decir cualquier navajero, debería cambiar su argumento teniendo en cuenta que él es el imputado. Con esto no quiero atacar a los catalanes, no me mal interpreten, ya que sé que idiotas se cuelan en las múltiples rendijas de la sensatez de lugares como Cataluña u otros.

Ya llevo más de 40 años emperrado como una mula en no hablar el catalán, para manifestar mi rebeldía con silencios, ante esta cuestión de la lengua. Fue en vano. No hice mella a nadie. Ni Pujol ni el conseller de Cultura ¡ni puto caso me hicieron! Es que los catalanes son impenetrables. No les entran las balas. Pero hubo una excepción: en un bar, conocí a un radical del idioma catalán, con esa parquedad verbal, silencios tajantes y marcada tozudez para con el castellano. Como un dictamen de la tramontana, su mente se movía con una terquedad payesa, muy lejos de los artificios verbales de los argentinos, de los cuales yo estaba bastante podrido.

Los dos nos negamos a usar la misma lengua como nexo de comunicación. Y fíjense que terminó siendo uno de mis mejores amigos. Siempre mudos, ambos, al igual que con mi minino. Yo, Marcel Marceau; él, Buster Keaton. Más aún: un duelo actoral de Laurence Olivier y Michael Caine, toda la elegancia puesta en lo gestual sin caer en la exageración del mimo. Con los ojos hablábamos. El leía el Avui, yo, el País. Compartíamos manjares (cuando se come, no se habla; es de mala educación); comíamos lengua a la vinagreta, yo pedía facturas. Con la mejor coherencia semántica catalano-argentina, también escuchábamos tangos (cuando se escucha, no se habla), veíamos fútbol (como espectadores desapasionados)... ¿Para qué las palabras? Aznar “parlant català” con sus íntimos, Pujol intentando hablar en pleno concierto de Los Chunguitos... Verba volant (“palabras al pedo”)... Es tan importante no hablar que si Judas Iscariote lo hubiera hecho, Cristo no moría en la cruz ni nos salvaba: la Redención sería palabra muerta (¿será Judas el verdadero Mesías?). Si los que mandan en temas lingüísticos fueran más vivos, palabras como “Spañya” podrían sintetizar un triángulo idiomático reduccionista inglés[s]-castellano[ñ]-catalán[ny], en una verdadera confraternidad cultural. Ya que hinchan tanto los huevos con lo del bilingüismo... y la cacareada normalización (sobre todo para los niños y jóvenes). Es de preguntarse escuchándolos hablar por la calle si ya están “normalizados”: ¡Está guay! ¡Osti tu! ¡Esto mola, que cabrón! ¡Me cago en la puta! (o en la leche, o en la Hostia)... ¿Sabrán algún día que el silencio es la mejor música del amor...? ¿No será mejor que se “desnormalicen”? También, con la cultura educativa que les ofrece la televisión oficial de la Generalitat (verdadera apología de la violencia).

Hasta que un día en el restaurante Las Cuartetas de mi querida amiga Elena me dije: “Esto de no decirse nada es bastante aburrido. No podemos seguir toda la vida así con este tipo. Lo voy a sorprender”. Con el más cuidadoso acento catalán, le disparé de golpe: “Ton, t’estimo molt. La catalana, quan petoneja, petoneja de veritat”, haciéndome el gracioso. En argentino me contestó: “No tenés palabra. Teníamos un pacto, ¿no? Sos un charlatán de mierda”. Y se fue, sin dar un portazo, porque como buen catalán no da portazos, ni nada. Salí a buscarlo. Estaba mustio, parado junto a un semáforo, con un paquetito envuelto en papel de plata; “Tomá, mi madre las hizo para ti. Ella sabe que te gustan mucho, y como en el Versalles no las hacen más...”. Eran unas tostadas con escalibada. ¡Qué arrepentimiento sentí!

–“Te gustaría acompañarme a la Argentina?”- le dije.
– “No he perdut res- contestó tajante”…

-“¡Escolta maco! (sí, ya sé, dejemos l’escolta; de maco, nada). Mirá, macho, espero no verte más ni en pintura. Chau nene. Para mí sos campanada a mort, ciutat cremada. Dejate de homenajes a tus muertos. Después dirán que los argentinos somos necrófilos... Vuestro único símbolo real es la estrella de La Caixa, la guita. Falso, los catalanes más universales, por genética u oportunismo, fueron franquistas. Dalí, Samaranch, Monturiol…”-. 

Y le seguí reprochando. – “Naciste entre el fuego y la sangre, a los márgenes de la gualda de España y  tu senyera. Tus abuelos eran negreros en Cuba, daban ron y látigo. Después se hicieron los románticos e inventaron el “cremat” y las “habaneras”, vendiendo como tradición cultural catalana lo que fue una brutal explotación de los negros. Y conste que te hablé con cariño verdadero, sin pensar si estaba en Barcelona o en Córdoba. Eras vos, en cualquier bar, en cualquier esquina, en cualquier ciudad, el que yo quise como mi amigo. Lo primero era integrarme contigo. ¿La sociedad? Me importa un bledo. Vine a esta tierra anhelando un tipo como vos, prescindiendo de los demás. Pero veo que eres uno de los tantos “normalizadores del idioma”. ¡Qué joder! Pídanle a Johann Cruiff, que tuvo todo el tiempo del mundo para aprender el catalán, que lo hable, exíjanle que bien al pedo ha estado treinta años forrándose a expensas de la pelotita. Yo hace muchos más años que estoy laburando acá, rompiéndome el culo y no tengo tiempo para estas iniquidades de la lengua. O pídanselo a su hijo, que nació aquí y se llama Jordi. Hipocresía total: jamás se dignó a hablar vuestro idioma ni para decir “t’estimo” mientras se echaba un polvo. Con un rubio y holandés no hay que meterse. Con “especies superclase” ustedes no se involucran: ¡SE RECONTRACAGAN! O a Pavlosky, que también está muchas horas al pedo satirizando encima a la burguesía catalana. Sinó mirá, llegó un pendejo de diecinueve años como Saviola y le preguntaban en catalán o le ponen un adminículo en la oreja para la traducción. Pobre pibe… Y con Messi lo mismo.. No es forma de ganarse a una persona para la causa del idioma. Lo reducen a un cuerpo extraño, lo minimizan hasta ningunearlo, en seca síntesis de mala educación. Sois unos aprovechadores de mierda. ¿Por qué no les dicen a Messi o a Pavlosky: “Tú entiendes el catalán, ¿no?”? Es que nos sale sin darnos cuenta, pero no con ellos. ¡MENTIRA! ¡QUE MIERDA NO SE VA A DAR CUENTA! ¡Hay que ser coherente! No es de forma prepotente y presionando a las personas que se las integra. Una cosa es el catalanazo y otra es la catalanidad hecha desde la concordia y la verdadera comunicación humana, que nace del entendimiento sin palabras, como nuestra amistad, como el amor… Tengo razón, amic meu, “i tant, i tant!” Si sólo bastan dos cosas para entenderse en otros idiomas: “d’acord, ok, capito?, fes-me un baci, mon amour, please; tengamos un fill...” Así nacieron muchas familias a través de estas síntesis idiomáticas, que al fin son mágicas palabras sin necesidad del preceptor de lenguas. Y gracias a vuestras mujeres se dio la xenofilia más perfecta en cualquier noche loca al conjuro de las olas del mar, sin importar la procedencia sino la necesidad de amar. Todo lo demás, política pura, donde las palabras no sirven, sino para transfundir intereses y demagógicas campañas nacionalistas. Esas hembras, inflamadas de catalanismo insobornable, sí permitieron la integración desde el prisma de la pasión, el afecto y la entrega mezclados en mágica coctelera a la hora de mover el culo bajo el son de una salsa caribeña o una rumba catalana (que por cierto, la inventó un argentino). Después lo compensarán un domingo ensayando unos pasos de sardanas delante de la Catedral para convencer a los viejecitos que quieren entrañablemente a sus ancestros. Amén de todo eso, el argelino Ben Bella dijo hace mucho una premonitoria frase: “Los musulmanes reconquistarán España con el vientre de sus mujeres y las mezquitas” En tanto se entretienen con el vientre y demás de la oferentes mujeres europeas a quienes odian por más que estas quieran vivir “la Pasión Turca” de Antonio Gala. Todos los símbolos de identidad catalana se borrarán poco a poco, cayendo por insuficiencia procreativa de sus mujeres.”-.

Corté mi monólogo acusatorio. Pobre amigo mío. ¿Quién era yo para enjuiciarlo después de todo? Sobrepujando su airada indignación, me contestó con altanería imitándome en el deje argentino de los nervios que tenía:

- “¿Te creés cantor de tangos, Negro piojoso? Te viniste cagando de allá para que no te tiraran al mar. ¿Viste?”.

Total, que después de esa conversación desapareció de mi vida... ¡Con lo bien que nos llevábamos! Con el tiempo, me enteré que ni siquiera se llamaba Antón, sino Gastón. “La seva mare”, la señora Güell, para ahorrar gas, usó sólo el apócope Ton. 







martes, 21 de marzo de 2017

RASTREANDO RECUERDOS. Sapo Cativa

RASTREANDO RECUERDOS 
Sapo Cativa

Hace años, compartí en Barcelona la amistad del Sapo Cativa, gran humorista y recitador de Argentina. Debutó en Radio LV2 en un programa titulado: “Nosotros los Cordobeses”. Junto a él trabajábamos la locutora Rina, el Doctor Carlos Hairabedian y un servidor. Corría el año 1972…

Fue el único humorista cordobés que actuó de forma estable en la Cuidad Condal; en un local llamado 240.  

Después de que el Sapo estuviera aquí viviendo unos meses en Barcelona a principios de los ’80, recibí una carta suya desde Argentina.



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Buenos Aires, las dos de la mañana, ¿cómo estará Barcelona?

Cuando llegue esta carta, querido e inolvidable Negro, tal vez antes no hayan sido demasiados los motivos como para escribirte… Yo sabía que en cierto momento mis más profundas cosas me impulsarían a hacerlo, creo y te pido lo comprendas, el hecho de escribirte ahora suma todas mis intenciones, todos mis momentos en que pensé en esas circunstancias “ahora maravillosas” por las cuales pasé en Barcelona.

Tengo la seguridad que esta carta, falta de “NOTICIAS”, te dará más alegría que decirte tal o cual cosa. Mi profunda intención, es hacerte saber que en un poquito de tiempo a estas alturas de mis años, que son pocos pero sinceros, puedo ahora decir que tengo con seguridad, que tengo la dicha de tener amigos como vos.

Tal vez la radio no fue suficiente, no creo que haya sido la distancia, seguro fue un bife compartido, un tango y un departamento con características de “templo” lo que nos hizo definitivamente Amigos.

Desde una ventana mirando al cielo enviándote un beso a través de cuatro o cinco estrellas, que serán los satélites naturales encargados de que mi saludo te llegue pleno de todos mis mejores recuerdos y mis más profundos deseos de que tu hombría y tu vida sea como vos te mereces.  

Saludos a todos los amigos de allí. ¡Escribíme y salud!

Tu amigo, Sapo




SEMILLA EN ALICANTE; MUJER EN CÓRDOBA



 Semilla en Alicante;


mujer en Córdoba


El texto de hoy se lo dedico a mi ahijada Virginia, hija de un jugador de fútbol que como tantos emprendieron la aventura del fútbol español, con la secreta esperanza de fichar por el Real Madrid o el FCB.

Antes que nada quiero aclararles que por regla general, nunca me interesó tener contacto de amistad con los jugadores de fútbol, menos cuando están en actividad, ya que son los seres más frívolos, maleducados, ramplones, agrandados y egocéntricos que he visto jamás. Salvo con el papá de Virgina, que era una de las excepciones que cumplen la regla.

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Semilla en Alicante;
mujer en Córdoba
Carta a una ahijada quinceañera
Por José Ademan   

Él se cansó de seguir las piruetas de una pelota que da más vueltas que la vida…

Y descubrió que las manos tienen más ternura que los pies, que con ellos se hacen el pan y las caricias.

Ella, acordeón de niña y labios recién pintados…

Él puso la pose, presumió y algo dijo. Ahí pensó en la fabulosa empresa de hacer un nido y así, dialogando con los dedos, enlazados por la cintura, pasearon sus besos entre el verde de los olivares, las palmeras y el rubio tapiz de los limoneros de la tierra de Alicante.

Y así, entonces, nació un romance dulce como un zumo de naranjas.

Ella entregó toda la música… él se emocionó

Estaba tocando el cielo como cuando los niños en los altos de San Vicente en puntitas de pie y sólo alzando una mano tocaba las estrellas.

Y cuando naciste vos, Virgina, se completó el paisaje con esa, tu sonrisa que tiene el vuelo dulce de una gaviota sobre la espuma del mar…

Y te hiciste inmigrante, ahijada mía, y como a todos, la distancia nos moja los ojos con los fulgores del Mediterráneo o bajo la Cruz del Sur.

Fuiste semilla en Alicante; floreciste como mujer de Córdoba.

¿Y el futuro?

Depende cómo soplen los vientos; tal vez tengan alas tus raíces.

No sé dónde quedó el lacito de tu pelo ni el osito de peluche…

No me hagas mucho caso, ahijada, disfruta de esta noche… que la vida son palabras que no se entienden, flores imposibles y juguetes inalcanzables.

Lo único cierto es que nos ponemos viejos y a veces sin saber a quién ni por qué hemos amado.

Te dejarás llevar por el juego del amor y estar a la altura de lo que se da en dignidad y sentimientos.

Tendrás que aprender a distinguir el fuego del resplandor…

Pero nunca cambies las monedas de la fidelidad por las de la felicidad porqué estas no existen, a veces son tristes historias escritas en la arena.

Quince años es un cruce de vías… en una, despides a la niña, queda la mochila con tus acuarelas y te vas a otro tren, con las cosas de vivir la vida en serio.

Y te preguntarás muchas veces: “¿Qué es vivir la vida en serio?”. 

jueves, 16 de marzo de 2017

RECUERDOS DEL AYER

RECUERDOS DEL AYER


Hace unos 10 años, emprendimos una gran aventura: ver "in situ" el partido del Boca Junior vs River. Fue una experiencia única que compartimos Oli, Loli, el "Zurdo" Gerardo y yo. 

Fue un día pleno de sol. Todo ayudó para bien. Fuimos instalados en un lugar estratégico de la Bombonera y cuando salió Boca a la cancha, la cara de Loli era un poema, una mezcla de sorpresa y emoción a tope. Siempre la recordaré.
 
Los cinco días en Buenos Aires fueron únicos e imborrables. 

A continuación les dejo nuestra crónica del diario "La voz del interior" de Córdoba, Argentina.
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JUAN FEDERICO
DE NUESTRA REDACCIÓN

Una mujer catalana y tres hombres, uno francés y dos argentinos radicados desde hace años en Es-paña, viajaron especialmente desde Europa sólo ara presenciar lo que ellos denominan “el fervor del superclásico”.
    “Soy fanática del Barcelona, pero al igual que Serrat, soy de Boca”, señaló Loli Saballs (57), quien se definió como “genéticamente culé” (así se defiende a los seguidores del “Barsa”). Esta mujer, que exigió que la presentemos como catalana omi-tiendo en todo momento ser espa-ñola, llegó el domingo a Córdoba junto al periodista José Ademan Rodríguez (66) y Gerardo Ibarra (34), un mendocino que hace seis años que se radicó en Barcelona. A este grupo se sumó días después Oli-ver Galindo (34), un francés que adelantó el viaje hacia Argentina para pasar por Rosario y conocer los estadios de Newell’s y Central.  
   “Quiero ver todo el fútbol argen-tino, hasta las inferiores y chicos pateando en la calle”, remarcó Oliver. Además, en esta particular comitiva que visitó LA VOZ DEL INTERIOR estaba el ex púgil cor-dobés, Hétor Rivadero (71), a quien todos llaman “Zurdo”.

El fervor de la Bombonera
Hace años el diario inglés The Ob-server publicó un listado con los 50 acontecimientos deportivos que una persona no debería dejar de ver antes de morirse. Entre las sugerencias, ubicó en los primeros lugares un Boca-River en la Bombonera.
   Es así que al ser interrogada por el porqué de la travesía, Loli explicó que está ansiosa de presenciar el encuentro, ya que quiere sentir el fervor de las hinchadas argentinas.

“Ellos quieren conocer el fenómeno de la Bombonera, su magnetismo y resonancia”, intervino Ademan Rodríguez.
   “Es que en España somos muy fríos, no chillamos nada, no animamos a los jugadores como acá, sino que ellos nos animan cuando ganan”, se explayó la mujer. Todos la escuchaban con atención ya que “algo de fútbol sabe”. Es que Loli se sienta siempre, desde 1972, en la misma butaca del Camp Nou. Pero enseguida aclaró que una vez que el árbitro Pezzotta de el pitazo final mañana, su visita a nuestro país habra concluido. “Es que tengo que estar el 1º de abril en España para ir al derby Barcelona-Real Madrid”, explicó.

Teatro viviente
Al ser consultados  por el país que visitaban, tanto Oliver como Loli se mostraron sorprendidos de la amabilidad de los argentinos. “A los dos días me hicieron sentir una más”, dijo la catalana. Por su parte, el francés manifestó que los ciudadanos de este país forjan relaciones “bastante cálidas entre ellos, algo que solo ocurre en algunos barrios de Francia”.
   La forma de caminar, vestirse, hablar y gesticular, llamó poderosamente la atención de Loli, quien dijo que Barcelona son mucho más reservados. “Es como si montaran una obra de teatro todo el tiempo”, intentó comparar la mujer.
   Pero también definió a la Argentina como un país contradictorio, ya que vino con la idea de beber una cerveza nacional, ya que durante años vio su nombre impreso en las camisetas del River y Boca. Pero cuando solicitó una en un selecto bar de Puerto Madero, en Buenos Aires, el mozo que la atendió le respondió que allí sólo se vendían cervezas importadas.