viernes, 24 de febrero de 2017

POEMAS EN EL AIRE



POEMAS EN EL AIRE

Hoy voy a homenajear a una chica a la que todos amábamos sin que ella lo supiera… Jamás la vi colgada del brazo de ningún afortunado… Nunca se le conoció novio. Y eso que tenía el componente indispensable para amar… ¡El misterio!


Trabajaba en una oficina al lado de la vieja L.V.3 y en sus ratos libres escribía verdaderas obras de arte que tiraba al cesto de los desperdicios. Suerte que en la Argentina el trigo y los poetas le dan el toque de distinción a la desvergüenza de la mayoría.



A continuación les copiaré una de esas piezas literarias que ella arrojaba y yo tuve la gran suerte de poder recoger y disfrutar de una de ellas, tanto que aún la sigo guardando con mucho cariño.

LA LUNA NO ES INDUSTRIA NACIONAL

El silencio va creciendo
la ciudad va muriendo
Con ella las semejanzas,
por latitudes las ignorancias
las calles… las calles, están soñando
los árboles se agigantan…
el entierro de la noche se aproxima
algún loco, está cantando…
el borracho… el borracho de la esquina
atado a un poste mira al cielo, mientras el aliento
fermentado, se apoya en una rosa, el canillita
va gritando diarios, ¡Diarios!, la luna, la luna parpadea
parece como si de algún rincón, se escucha un no se qué de melodía,
el ruido acostumbrado, el chirriar de alguna puerta, la prostituta,
da la cara, sueños locos de la piba, el tapado de armiño, el correr de mano en mano
ese peso desgraciado.

Ahora, es cuando los giles, revientan sobre el alquitrán el último modelito
la autopista se engancha, pasó libre de los astronautas, total, total la calle está despierta,
pegado a un muro casi escondido, un fulano, inventa con pintura fresca
al próximo revuelo, parece mentira, se asegura que la noche no los delate
el oscuro marrón picado de alguna puerta vieja, esconde a los últimos tangueros
réplica de la industria nacional, se versonea el Do, Re, Mi de la “Percanta amurada”
afuera, afuera espera sentado en el cordón de la vereda, el tipo melenudo de barba
mal oliente, a que salgan fulanos mientras mastica algún chicle, ganancia del vuelto
sigo caminando, la suela del zapato izquierdo va formando un buraco
por culpa de la penúltima piedrita, esa que no le cuesta nada ganarse la sonrisa
del pibe de mi barrio, un paso más allá y letreros luminosos indican
“Aquí se venden puchos importados”
Aquella vieja melodía parece que se enamoró a la luna o de pura cansada cerró los ojos
no quiso esperar tanto que la calle se vaciara, no esperó el perfume de los jazmines
ni el cascabel de las chicharras, ¡pucha! Que si se sabe conformar, es lógico,
que por ser luna no se le cobran impuestos,
Si hasta me parece que de lejos tararean la marcha nupcial.

Graciela Oliva

Otro recuerdo que guardo con mucho sentimiento y respeto es una dedicatoria en un papelito, una hoja de cuaderno arrancada. Y que dice lo siguiente:

La que tira poemas por el aire
y siempre hay un gentil pelotudo (con amor)
que lo recoge. Ése es mi Negro

Con cariño
Graciela  


miércoles, 22 de febrero de 2017

RÍO CUARTO: ESTATUS, SEXO Y TURISMO



RÍO CUARTO:
ESTATUS, SEXO Y TURISMO


Así como de "soslayo" les di a entender que Río Cuarto es una ciudad poblaba en su mayoría por "enfermos del status". Eso es suave. Es más grave aún: conforman una verdadera "raza" machista y prepotente, sólo superada por los jugadores de rugby de Córdoba cuando bajaban a jugar a Río Cuarto. Los del Imperio del Sur, en general, pertenecen a la burguesía, muy pocos se hicieron a sí mismos… Son descendientes de inmigrantes que responden al dicho ese que dice: "Abuelo emigrante, hijo estudiante, nieto atorrante". Esta bazofia segregacionista lleva al discriminado a negarse a sí mismo, por su precariedad económica, por sus rasgos físicos, por vivir en el barrio en que vive, Fénix o Alberdi.

La aparición de estos "engendros" de parasitismo viene en parte por culpa de los abuelos emigrantes que les dieron demasiado, todo lo que ellos no pudieron tener en su pasado de hambre y sacrificio. Y viene entonces la reflexión de que la culpa no la tienen los hombres, sino el "hambre de los hombres". Les cubrieron las necesidades, inventaron el prototipo argentino del "doctor". Y se les fue la mano y metieron la pata, pues la vida permanentemente es un "boomerang": da efecto rebote. Se les vuelve en contra el invento; se pasa abruptamente de la anorexia a la gula, de la isquemia a la hiperemia, de la austeridad al despilfarro, y del altruismo al “sinvergüencismo”. Fueron nenes del Gran Hotel (el Ritz riocuartense), Xanadú (el boliche americano de los sesenta). En los setenta poblaron Calatrava o Marrakesh, San Marco, Café Latino, Esparta, Acu-Acu, Valentino. Pero no se distribuyen a su antojo, pues forman parte del rebaño; jamás tuvieron personalidad suficiente para decidir según su criterio. Siempre abarrotan un solo boliche, café o restaurante que esté de moda, porque... "adonde va Vicente, va la gente".

En una época, la moda era ir a La Barraca. ¿Por qué razón será que la estupidez es centrípeta, tiende a la aglutinación despersonalizada, a la promiscuidad, al “efecto mosca”: todos juntos a la misma hora, en el mismo sitio? ¿Y por qué  la lucidez es centrífuga, tiende a la dispersión, para terminar en la incomunicación total a medida que pasan los años?

Así, como si surgieran de una cornucopia, eran arrojados a la "crema de la sociedad" riocuartense estos monigotes en imperfecto estado animal, que con un vaso de whisky disimulaban su rusticidad aldeana. Casi todos ellos conformaban un cuadro degenerativo humanoide, que se hizo típico en el Sur agropecuario de la provincia de Córdoba. Un “vulgosarcoma” social en olímpico estado de pelotudez avanzada, volando en el espacio sideral del Gran Hotel, el Golf, Acu-Acu o el Urú-Curé, al que se le sumaban los "tuercas" de Laboulaye, que se miraban en el espejo de Rolo Alzaga, Gaston Perkins y Charles Menditeguy. Usaban mocasines, chombita Lacoste y pulóver anudado y echado a la espalda... y la soberbia de no servir para nada. Creo que cometieron un gran error: haber nacido. Todos ellos hijos pródigos, juventud dorada de una Argentina que fue "granero del mundo" y por una suerte de Darwinismo económico (el hombre desciende de los Martínez de Hoz), pasó de tener una vasta extensión de campos cultivados, a campos de golf, campos de concentración, y el más explotado: el campo de la psicología (la facultad de esa especialidad en Buenos Aires supera la cifra de 10.000 alumnos). Así se pasó de ser uno de los países con más alta renta per cápita, a estar económicamente decapitado.

Los antepasados de esa juventud dorada, nobles gringos, a pesar de su escasa preparación, eran sabios segregando sudor y alegría con cultura de trabajo (la más importante), que ser culto no es diferenciar a Rostropovich de Pau Casals, ni relacionar a Unamuno con Ortega y Gasset o Julián Marías. La verdadera cultura es la que te enseña a tener criterio para saber diferenciar lo válido de lo superfluo y a razonar con sentido común; aunque la persona crea que Kabul está en Bulnes, o que confunda Yakarta con Cartago, o que asocien Tosca de Puccini con “pucho” de Toscanini, esa persona no es inculta. Sabiduría es saber interpretar bien las pocas cosas que nos hacen sentir seguros de lo que hacemos o decimos. En definitiva, para mí que la cultura no existe se demuestra con un ejemplo práctico: cualquier aficionado a los libros sabe que a Manuel Mujica Láinez le llamaban Manucho, pero no sabe que hubo “otro Mamucho” mucho más conocido que este literato aristócrata; fue Rinaldo Martino, célebre jugador de San Lorenzo de Almagro, quien ante la comparación con Ángel Labruna respondió: “No, él juega «mamucho» que yo”. Y que la célebre “Ay, Jalisco no te rajes” es de Cortázar (que conste que la interpretación de Jorge Negrete se pasea aún por todo el planeta). A Roberto Arlt, su mamá le recitaba versos de Dante; en cambio a mi vieja le gustaba Carlos Dante, el cantor de De Angelis.

Aquellos gringos[1] nuestros olfateaban el aire, por si llovía (como si aspiraran la vida misma), siempre a la espera de que madurara el grano. Sus hijos no supieron ni el más elemental principio que sus padres tal vez intentaron inculcarles: ¡Que del grano de trigo nace la espiga, y de ésta viene el pan! Ganarse el pan con el sudor... ¡Qué va! Esos mequetrefes eran una presencia panífera: ya venían con un pan bajo el brazo... Y con jamón, y miel, y manteca... Y hecho tostadas a las siete antes de ir al colegio. Así que... esperar a que madure el grano.

¡Otra que grano! Sus hijos fueron un forúnculo en el culo y en el alma. Estos excrementos genéticos de los inmigrantes nunca supieron separar el grano de la paja, ni las personas de las cosas (de aquellos polvos los actuales lodos). Ellos rompieron el natural vínculo que sus abuelos tenían con la tierra; y de tanto estar al pedo bien podrían haber estudiado PEDOLOGÍA, que trata de la agricultura: del griego pedon (suelo) y logos (tratado), que es sinónimo de Edafología. Ésa es una de las causas por las cuales el campo argentino cada vez se desertiza más. Y siguen todavía algunos transformados ya en trasnochados nostálgicos, haciendo alarde de sus posesiones en hectáreas, como un vulgar cafiolo hace ostentación del mujeraje mercantilizado (éstos al menos son más reservados).

Los mequetrefes estos, siempre estaban en pose, los codos sobre la barra, el cuerpo arqueado hacia atrás. Todos los días igual, como siguiendo un programa inalterable. Cabeza engominada hasta lo indespeinable, el nudo de la corbata perfecto hasta marcarles la yugular, la raya del pantalón tan afilada como sus lenguas, y esa cara de conseguirlo todo... Aprendí en sus miradas de disfrutar infinitas hectáreas que los únicos seres sin mala leche son las vacas. ¡Y con qué deleite degradaban cuando tenían auditorio a la amante ocasional! Eran como cachorros de terratenientes que ya comenzaban a ensanchar sus "posesiones carnales" con la mirada siempre en lontananza, como los  centrojás[2] de antes, abarcando toda la cancha, en tanto estiraban el cuello, muy ceñido por la corbata, y los puños de la camisa, recomponiendo el perfil donjuanesco de galancetes que vivían lejos del mundo, pero que se permitían estar cerca de todos los lados por un determinismo histórico. Se plantaban con el aplomo del que porta un campo en cada bolsillo… ¡Para mi que nacieron con la mano en el bolsillo! o la desfachatez del delincuente que se ufana de ser buscado por la cana desde San Juan hasta Higueras.

Creo que las generaciones que siguieron tuvieron la misma escuela, con diferentes estilos y un poco menos de dinero (salvo una muy reducida élite, la mayoría son “burguesitos” medio pelo; el gran dinero no lo huelen muchos. Son alcahuetes que viven de los mendrugos de las grandes tajadas). Similares apetencias sin la más mínima capacidad de sacrificio. Y si no hay un cambio radical en sus mentes (confiad en la ingeniería genética), sus tataranietos serán un calco de su banalidad. Ninguno pondrá los callos en el campo para sembrar la tierra. No desesperarse: tal vez en el próximo milenio haya un cambio, pero en el 2999. A estos segadores de ficción, que reciben beneficios de los cultivos sin arrojar a la tierra ni siquiera un condón, les han enseñado que la agricultura no sirve para “equilibrar la balanza de pagos”. Así se fueron enhebrando ciclos que abarcaron desde la agricultura, el pastoreo, hasta llegar a la “cultura del choreo”, para culminar en la irrupción moderna arborea-cambista-callejera (arbolitos), sucedanea del neoliberalismo.

Les recuerdo que Dinamarca, país de avanzada tecnología y relevante equilibrio socio-económico, tiene en el agro su principal fuente económica; Noruega la tiene en la pesca y Australia en la agricultura y la ganadería, como Bolivia y Colombia en la coca. El tradicional dueto café-cacao, hoy solo es caca. Un aforismo inca reza: “La venganza del indio duerme en la hoja de coca y despierta en el cuerpo del conquistador”. Es a partir de la tierra donde el hombre se eleva al mundo y no a la inversa. Hasta pareciera que nosotros les inculcamos a los chicos que la cuchara está antes que la sopa, el fuego antes que la chispa, la cosecha antes que la siembra, y que el carro debe ponerse delante de los bueyes. Así las cosas, si mañana se incorporan a la política o al funcionariado, o son ejecutivos de banca (como terminan casi todos, por enchufe o amiguismo, la gauchada clásica del argentino), se robarán los bolígrafos, el papel higiénico y hasta los libros de ética, tal como marchan las cosas. ¡Con los ejemplos que les dan los de arriba, donde los partidos son cotos de amigos! Porque... está bien... Es la costumbre que todos meen en la piscina, pero que no lo hagan desde el trampolín, cínica, impune y alegremente. Y encima, envidiosos. La envidia se pega igual que la gripe y las ladillas, y tiene síntomas parecidos: furor, rubor, picor. Los que realmente han tenido fortunas verdaderas (los Jorba, que son descendientes de catalanes, por ejemplo) han sido gente de mucha más clase, moderación y sencillez en cuanto a pautas de comportamiento social. ¡Cuánta razón tenía el Gordo Teté cuando afirmaba que hay que volver a nuestros abuelos, esa raza que no necesitaba de psicólogos para funcionar en la vida!

Les dije que a esa "raza de burguesitos” de Río Cuarto sólo la superaba otra, la de los jugadores de rugby de la Docta (no todos, claro, pero desgraciadamente para deducir hay que partir de lo general y no de las cosas aisladas. Igual pasa con los políticos, no todos están podridos). Venían de Córdoba en plan de hooligans ingleses, pero en vez de destrozar vidrieras de negocios y armar jaleo con actos de vandalismo, eran más "finos", arteros, grotescos y maleducados con ropajes de dandy. Eran, pongámosle, como una amenaza química, o una desgracia ecológica y sexológica de niñatos doble apellido, presumidos y relamidos, energúmenos de gomina, con toda la atrofia mental del basurero humano del Cerro de las Rosas; peligrosos francotiradores de esperma estos cordobeses, que en vez de cinto se ceñían una cartuchera con balas “reniformes” con un diamante en la punta, a juzgar por los “enfrentamientos armados” que ellos decían mantener con las chicas riocuartenses.

Para ellos, Río Cuarto era como una reserva natural del erotismo, un coto privado para prodigar la cacería del "zorro"[3] de féminas exóticamente bellas y putas (expresión muy común en boca de todo impotente que cae por allí, como si esa infamia tuviese una localización geográfica determinada o un endémico “putismo”). Cuando volvían a Córdoba se pavoneaban en los bares de "épicas conquistas" y "hazañas eróticas" (generalmente hechas a mano). "En Río Cuarto pastan las mejores potrancas de sedosas clinas, finos tobillos, sólidas ancas, elegante andar con el pecho erguido y esmaltados dientes" (pues el flúor llega hasta ahí; ya en Holmberg se oscurecen), decían con inflada veleidad entre risotadas, para rubricar: "Y a sus gringos les faltaba cagar al trote para ser caballos". A mí me molestaba bastante esa visión peyorativa que se tenía de "las mujeres del Imperio", pues mi madre nació, vivió y murió en Río Cuarto. ¿Cómo no voy a ser un resentido social? ¡Con todo orgullo lo soy!

Aunque es mejor a las estupideces tomarlas como de quien vienen y reírse. Por esa razón, yo a veces decía: "Mirá en Río Cuarto todas las minas son putas, menos mi vieja y mi hermana". Y así, todos contentos... Eran igual de vulgares: los de Córdoba, casi todos chistosos; los de Río Cuarto, chismosos... La gran mayoría de estos “objetores de progesterona” una vez casados, siguieron fieles a su meta: saber llevar bien los pantalones (pero a la tintorería).

“¡Oh, Dios mío! -decía una actriz catalana, Dolors Colom- Ya no hay caballeros como los de antes. Hoy, si un hombre te abre la puerta, o es la de su dormitorio o es el portero”.

En una de esas, pensé que la "fama" de las mujeres podría servir como gancho turístico para hombres solos. Y me imaginaba las paredes del centro todas empapeladas de afiches, con anuncios de ofertas para el disfrute sexual:

         - Visite Río Cuarto, el paraíso de la epilepsia dulce.

- ¿Nunca experimentó un "crescendo pelviano"? En Río Cuarto lo hallará. No produce efectos secundarios ni tiene contraindicaciones.

- ¿Estuvo alguna vez en un quilombo sin techo? Allí gozará con un masaje ranquel a cuatro manos y acabado a dos lenguas, con azafatas que no perdonan ni una gota... ¡Se tragan todo! luego de un completo tour con adaggio alrededor de la región del glande, donde se sentirá “transportado” a Tailandia sin moverse de Río Cuarto. Profesorado en succión-lamida-mordisquito-mascada.

- Prostáticos sin complejos, no se inhiban: lluvia dorada.

- Sado especial para torturadores y draculianos. ¡Véjame, hazme sangre, cariño!
        
- Exdomadoras de potros graduadas en Jesús María y doctoradas en Crazy Horse.

- Tenemos la solución al enigma del "punto G". Río Cuarto: patria del orgasmo. Si es usted madurita haga de una vez realidad la explosión orgásmica en su expresión más sublime: mort subite en la intimidad de tolderías ranquelinas. Servicio carnal a cargo de descendientes de los caciques Painé y Mariano Rosas.

- Estudiantes exoneradas de la universidad por provocadoras con bríos de potranca y fragilidad de hembra (no profesionales, master privado en los mejores hoteles). Desvirgue reciente y culito respingón. Especialistas en “felatio”, hacemos terapia a cualquier cosa que decline. Monte a pelo sin intermediarios. Garantía anti-SIDA de 99 años. Trato preferencial: bajitos, gordos, jubilados, impotentes, calvos, esquizoides, violadores, tartamudos, octogenarios, tímidos, estreñidos y gotosos con ideas pesimistas. Se acepta pago en australes y bonos[4]. Casposos, pedófilos, pederastas y tipos con prepucio mal higienizado, abstenerse. En prevención de enfermedades venéreas y bichejos, incineramos calzoncillos.

- Viciosa, sin ánimo de lucro, sólo para infieles.

- Lagartas mamadoras, para llenarles el bocio de leche. Soy agenésica dental, tengo un guante de terciopelo en la gingiva, oprimo pero no muerdo.

- Violadoras de camioneros, piernas abiertas las 24 horas.

- No soy inteligente, ni alta ni guapa, ni tengo ojos azules ni labios gordos ni me enternecen las canciones. En cambio te ofrezco el prodigio de mi fruta peluda y jugosa.

- Viva la excitante aventura de una fiesta pagana en Villa Dálcar, con auténticos faunos de personalidad sexopática, bien cornudos y peludos, y cabrones, persiguiendo a las ninfas con descarada obscenidad.

Creo que sería al menos una campaña promocional turística diferente, como la llevada a cabo en una carretera de San Francisco por una picaresca mano anónima, que cambió el “Ceda el paSo” por un “Ceda el paPo”, un acicate para incrementar la natalidad a través de la Dirección de Tráfico. Yo elevaría una propuesta económico-sexual (pasada por el Parlamento, claro) para salvar financieramente a la provincia de Córdoba; sería un precedente señero con lo cual se alejarían las mafias, el proxenetismo y se preservaría la salud de la población. Lo que también hay que cuidar son los altos valores y el alma. Para ello, es necesario vender el cuerpo, rodarlo, exprimirlo, ultrajarlo, traficar con él y cuantificarlo: el alma quedará prístina, limpia, sin la sucia carga de lo somático. La carne cansada es el remanso del alma y así, aligerándola, es difícil que se venda el alma al diablo.


[1]Italianos.
[2] Popularmente, centro medio en fútbol.
[3] Coño.
[4] Vieja moneda argentina.

jueves, 16 de febrero de 2017

UNA VIDA A PANZA LLENA

UNA VIDA A PANZA LLENA

Mea culpa, yo pecador… me confieso ante Dios y ustedes por alardear de estar bien comido en medio de un mundo que está lleno del hambre, angustia y guerra. Cuando era niño en el catecismo, el padre Juan nos hacía entonar el “Yo pecador…” y por eso siento la necesidad de confesarme.

Poco a poco he ido aprendiendo de lo que la vida me ha dado.

El argentino es muy afecto a relacionar todo con la comida. Por ejemplo, utiliza los piropos gastronómicos. Son muy típicos de nuestro país, que por algo fuimos modelo de exportación de alimentos: “Esa mina está papa”, “¿Sabes que a la Zully se la morfa el Cayo?”, “¡Qué pechugona era la Nonocha!”, “¡La Chirola sí que era churrasca!”, “¡Y que pan dulce!”, se dice al culo de una mujer (al que aún le llaman cola por creer que culo es una mala palabra); paradojas de gente que nunca pasó hambre, y entiende que para amar hay que estar bien comido.

Aquí en Barcelona, el niño dice “pene” con toda naturalidad; para nosotros la sinonimia del vocablo es fuente inagotable de asociación con embutidos, hortalizas y frutas: chorizo, chunchula, nabo, zanahoria, banana, batata, carne en barra, pedazo... Algo parecido se da en Andalucía con los apodos de cantaores y guitarristas del flamenco, pero asociando la comida con el arte: Camarón de la Isla (los japoneses, que todo lo imitan, crearon el camarón de Fuji, que terminó con las camaritas de móviles), Tomatito, El Cigala, Manzanita, Perejil de Triana, Romero de Macarena, Machaquito de Allioli, Juanito el Dorao, Charco la Pava, el Pescaílla (viudo de Lola Flores y uno de los más grandes guitarristas)...

La bagna cauda, por poner otro ejemplo, es una fiesta de jugos gástricos, y también terapia de grupo, pues cuántos entuertos, conflictos y depresiones se han curado (al menos temporalmente) chupando y comiendo con la gente y el paisaje adecuado, porque a veces se come bien pero la compañía no te ayuda a hacer una buena digestión. Es una de las dietas más saludables pues, salvo lo hipercalórico de la crema de leche y lo hipertensivo de la sal de las anchoas, posee la propiedad anticolesterol del ajo y el poder de arrastre intestinal de las hortalizas y las verduras. ¡Y el vino! que puede terminar en caricia o eructo (por eso de que el ajo repite), pero ¡qué importa! si es bienhechor, elimina los radicales libres de oxígeno que envejecen y, al ser vasodilatador, protege las coronarias (esto no lo difundáis mucho, pues un día habrá un hombre que le dará treinta y siete puñaladas en la oreja a la mujer). Pero la mejor manera de prevenir un infarto es morirse de cáncer.

La bagna cauda es además democrática, respeta las autonomías: con total libertad picas lo que se te antoja, carne de pollo o verdura, ¡y encima te babeas, te relames! Ni te joden como cuando se comen, por ejemplo, pastas: que los tallarines tienen que estar "al dente", o que no hay que cortarlos pues es una herejía, deben enrollarse en la cuchara. A pesar de todo lo expuesto hay gente que la rechaza, pues te dicen que todos revuelven en la misma olla, o que da mucha sed al otro día, por las anchoas, o que el repollo les carga de gases... Cada uno con sus razones que merecen respeto. Ya se sabe, en cuestión de gustos... hay demasiado escrito, aunque las papilas gustativas de los argentinos tienen tendencia monogastronómica vacuna, que obra como “vacuna” contra la variedad dietética.

Hasta se puede decir que "nuestra bagna cauda" es una exteriorización de respeto por los valores patrióticos. Y a pesar de que es de procedencia italiana, de la zona del Piamonte, la hemos adoptado como comida nuestra ya que hay muchos italianos viviendo en Argentina, eso si, adaptada a nuestros productos autóctonos.

¿Y El asado? que si con juguito, o más seco; o que para desarticular el pescado hay que hacerlo con el cuchillo aplanado... No hay nada frito, ni se sazona con mayonesa, ketchup o mostaza, que son los aditivos comunes a toda comida insípida o descastada.

Un pecado típico, en Argentina, cuando se hace un asado, es la previa… Que si un poco de salame, que si unas aceitunitas, que si unos trozos de queso… ¡total! Que antes de empezar con la carne, ya te has llenado ocupando casi toda la capacidad de tu estómago y ya estás saciado, lo cual te lleva a no poder disfrutar lo que realmente ibas a comer lleno de ilusión.

En Barcelona, al ir a cenar a un restaurante acompañando a gente que está de paseo, he descubierto que existen tres categorías de personas (uno de los lugares donde mejor se conoce a una persona es en la mesa de un restaurante y con la carta en la mano). Un simple test permite saber si el sujeto en cuestión es: un ignorante total (a),  una persona de mundo (b), o es un reverendo pelotudo (c).

- Si se le invita a comer un “suquet de peix”:
a)   No le gustará y dirá que le tiene “idea”[1] a los bichos, y pedirá un bistec con patatas o rabas.
b)  Lo degustará con fruición y encima acotará que, sin estar mal, le apetece más el que preparan en Pòsit de Arenys de Mar, donde supo ir en una visita anterior, dando la impresión de que comidas de ese tipo las degusta 4 o 5 veces al mes.
c)    Lo comerá, pero afirmando que lo preparan mejor en Mar del Plata.

- Al servir el camarero un vino blanco, pongámosle Viña Esmeralda:
a)   Pedirá cubitos para agregarle al vino y, luego de un sorbo, apuntará que es más “lindo” (palabra genérica argentina para designar cualquier cosa, sea persona u objeto) el Bianchi Chablis o un Suter etiqueta marrón.
b)  Antes de cogerlo del cubo con hielo, preguntará si es cosecha del año. En caso contrario, se decidirá por un Monopole.
c)   Se abstendrá de beber porque no hay sifón de soda, o pedirá, de muy mala gana, agua con gas para añadirle.

Además no comprenderán nunca que la comida no se compara: se disfruta y punto. Pero lo más indicado es comerla en su lugar de origen, salvo genialidades como mis empanadas de marisco, que son únicas, una joya gastronómica, un paraíso para tus papilas gustativas.

Dicen que el plato más sabroso, es el hambre. Los platos más típicos de cada país, fueron inventados en épocas de guerra y falta de recursos, como la Pizza en Italia o la tortilla de patatas en España (ambas de moda y auténtico lujo para los turistas que presumen de internacionales).



martes, 14 de febrero de 2017

HOY ME HAGO CHAUVINISTA

HOY ME HAGO CHAUVINISTA

Hoy he decidido definitivamente que dejaré de beber... Es muy difícil... la cuestión es TODO o NADA, porqué yo no sé dosificar. 

Es complicado, pues la rehabilitación de un alcohólico es como andar descalzo por un camino sembrado de botellas rotas (de ahí que hiciera hincapié en que debía dejarlo, sí o sí).

Sin ser una reedición de Jesús en las Bodas de Caná, cuando convirtió el agua de las tinajas en vino, fui bastante generoso a la hora de repartir el vino, siempre así: un vaso para José, otro para Ademan, otro para Rodríguez, el cuarto para De Haes, y el quinto para el Negrito; y así sucesivamente.

Las dos razones principales por las que decido dejar de tomar son, primero por la edad y después porque al día siguiente, las resacas se me hacían insoportables. Sentía como una cuadrilla de monos danzando entre mis neuronas y un diablo se me ponía en la punta de la lengua para arrojar sandeces y guarangadas. A los monos se les iban agregando brigadas de gremlins que se columpiaban, creando en mis áreas cerebrales un revoltijo de bazar, un pandemónium, que sólo acababa con la náusea y el vómito.

Pero no todos fueron tan inteligentes estando bebidos. En estado de embriaguez mi lucidez era espantosa: los mejores comentarios en radio los he hecho muy al límite de la curda. También enamoré mucho bebiendo: destilaba las más creíbles mentiras, que enmascaraban la única mentira, que era yo. Cualquier tipo normal se transformaría en un muñeco de trapo en la catrera; yo era capaz de alcanzar una plenitud descomunal que me induce a pensar que soy hijo natural de algún indio muy fuerte.

Aprendí de los gatos que tragándome los pelos iba depurando los lastres con mi propia náusea, yo solito, con la ayuda de mi voluntad (la única verdad). Pero ¡qué bruto, qué bruto he sido! Sobre todo con las personas que han con-mal-vivido junto a mi. Muchas me temían, y me temen aún, por mi mal genio, que en realidad es mal humor “debido a lo bebido”, pues soy de probado buen ánimo. Aunque a veces es mejor que me teman, pues la mayoría de la gente hace uso y abuso de los derechos que les da la confianza, y te confunden (les das la mano, te toman hasta el codo, y se te cuelgan del riñón). Yo podría haber sido ese personaje de César Bruto que él pintó más o menos así:

Cuando sintió que abrían la puerta de la calle, la mujer se incorporó en el lecho y miró el reloj. Eran las cinco de la mañana. Apenas su esposo (pues era él) hubo llegado al dormitorio, le dijo indignada:
-"Al fin has vuelto... Después de todo, la casa es el mejor lugar, ¿eh?".
-"No", replicó él, "Es el único lugar abierto a estas horas".

No es correcto buscar en casa lo que uno tiene afuera (vino y mujeres), que la señora es la patrona y a esa hay que respetarla.

Que conste que llegar a la casa de madrugada tiene ventajas, como ver un buen programa de televisión donde es difícil encontrar violencia. Por el contrario, más paz, humanismo, verdaderas joyas del cine que en las horas de protección al menor, como El secreto de sus ojos o Intocable (no la de Nicolino con Fuyi, sino la de François Cluzet y Omar Sy).

¡Cuántas mañanas luego de las trasnochadas, al enfrentarme al espejo para afeitarme, pensé matarme en defensa propia mientras me ajustaba la corbata! Pero no, consideré más cómodo matarme de risa todo lo que pudiera. ¡¡Y lo más alarmante!!: en una de esas madrugadas que llegaba bien mamado, vi a un tipo tan, pero tan asombrosamente parecido a mí, que no hubiera dudado, si no era porque, efectivamente, se trataba de mí mismo que me reflejaba en el espejo del ascensor del edificio donde vivo. Podía haber sido el negro Roberto Taborda, con quien somos inter-parecidos, por desgracia para el (una de las mejores personas que conocí en mi vida) y fortuna para mi, pero no, él estaba en Córdoba. Es que soy muy poco fisonomista... Por supuesto, no quedé encantado de haberme reconocido. Me arrimé al cristal hasta casi quedar pegado. Noté como una verruga en la comisura de los labios. No tuve ninguna duda, incluso sin la ayuda de un microscopio... Era un conglomerado de estreptococos por la forma de racimo que adoptaban. ¿Qué otra estructura iban a adoptar teniendo en cuenta mis afinidades báquicas?
Aunque sí, a veces gozaba enormemente plagiándome en clonación cristalográfica al mirarme en los espejos sin estar en curda. Hasta me quería engañar guiñándome un ojo, el derecho por ejemplo, que en el espejo es el izquierdo. Y desorientarme desapareciendo, dándome la espalda.

Me hice “chauvinista”: le dije chau al vino. Tenía que cambiar, pues desgraciadamente me parecía cada vez más a mí mismo, y en gran medida estoy pagando los intereses de todas las cosas que me han hecho gozar. Tenía que pasar del abruptamente del Ph ácido al Ph alcalino. ¡Cómo ha de cambiar la calidad de vida! Sentirse despejado todas las mañanas.

Me convertiré en un pelotudo, como los veganos, para peor, insoportablemente aburrido; les pasa a todos los conversos. Hasta se te vuelve la piel más tersa, pura; sí, pero piel de abstemio, que es gente incapaz de emocionar a su mujer ni en la noche de bodas. Se tornan abúlicos y pitopáusicos, como si en vez de sangre les corriera linfa u horchata por las venas… Y esa cara verdi-boluda del vegetariano teñida de infinita bondad.

Pero si uno no se decide, termina en algo peor: la incontinencia de lengua, pinchila y ocote, junto a los bicharracos del delirium tremens. Aunque es cierto aquello de que ”mientras haya lengua y dedo, no habrá hombres al pedo” (sobre todo en nuestra “era digital”), tesis extraída del digitalismo lingüístico compilada en el Arte de amar y el Tratado del Amor, abordados por Erich Fromm y José Ingenieros respectivamente, y cuyos barruntos iniciales fueron atisbados en sus andropausias prematuras.
Seguramente notaré que iré perdiendo los antiguos gustos, sin por ello lograr del todo asimilar los nuevos. Sé que para deleitarse con un buen vino hace falta sensualidad y clase.

Soy un desaforado, tengo que cambiar mi bioritmo, pues experimento picos de sensualismo vital por la euforia etílica, que son momentos de relumbrón y apogeo entre el mediodía y la noche. Se apodera de mí un exceso de vida, para luego caer en difusas y caóticas resacas con rebotes psicóticos. Así que quiero sofrenar mi agresividad siempre al acecho, aprendiendo así que hay amistades que es mejor "apagarlas" que romperlas, pues se juntan bilis y colesterol.

Con este nuevo paso en mi vida, aprenderé a callarme y a escuchar con respeto y atención al prójimo. Siempre pequé de incontinencia verbal diciendo lo que me daba en gana, pero molestando a los demás. Tendría que haber practicado mucho sexo oral o hacerme silbador como manera de aprender a callarme la boca. En el aspecto de callar y escuchar, os aconsejo que seáis precavidos cuando tengan que beber frente a un abstemio que, aparte de no tener sabor ni olor (como caca de paloma), son tipos que en el fondo menosprecian y tienen un odio larvado a los curdas, y ponen pose de "receptivos", pues casi no hablan: dejan que tú hagas el strip-tease de tu problemática (que siempre se hace sintomática en todo curda). En tanto, ellos siguen anodinos, en actitud detectivesca, y ausentes de lo tuyo, con cara de "perdonavidas". Sólo entienden que el mejor vino tinto termina en un chorro de orina. Y el strip-tease sigue con la segunda botella ya nos quedamos en calzoncillos los curdos. Y a la tercera, el tipo ya conoce tus antecedentes genéticos, tu DNI y el ADN y todas las podridas que se arman en tu familia. Tú te vas hecho mierda, pero contento: crees que has encontrado un amigo para la confidencia. La próxima vez que le veas se hará el distraído o el que no te conoce; o directamente no te dará más pelota, más si está con sus amigos, con los que quizá pueda tolerar y llevar buena relación con algún bebedor; si éste tiene dinero suficiente, ése será un tipo alegre; tú seguirás siendo un borracho. Luís Buñuel escribió a Paco Rabal una carta donde le expresaba: “El que no fuma ni bebe es un cabrón”. Bastante razón tenía el excéntrico cineasta...

Hace un tiempo se ha determinó que una o dos copitas de vino tinto hasta eran necesarias como preventivo de infartos. Es claro también que en su naturaleza medicamentosa esta "curar", pero amenazando el organismo por ser una droga. Es la cantidad y la frecuencia del contacto lo difícil de controlar; en la dosis y la calidad se diferencia el vino como remedio o veneno. Y cuando te pasas... hace que te sientas bien aparentemente, pero amenazando tu salud. Pero como es droga, ¡siempre se va a más, nunca a menos! Alguien dijo, que la droga en manos de sabios es medicina, y la medicina en manos de necios es droga.

Una vez un cantante afirmó: “Para saber de drogas, hay que probarlas”. Sería igual pensar que para saber qué es la corriente eléctrica hay que poner el dedo en el enchufe, o que un juez que entiende en una causa de homicidio no puede hacer una justa valoración del crimen si no ha matado. Otro de estos rockeros, Charly García dijo: “Lo importante es que uno maneje las drogas”. Olvidó este boludón que es al revés: ¡¡son las drogas las que manejan al hombre!!

Las figuras públicas tendrían que cuidarse y no frivolizar sobre este tema. Al menos Charly García es solo un músico, lo peligroso es cuando los alcohólicos manejan las guerras, siendo compulsivos bebedores de wisky Galtieri y la Tacher, como pasó con los que nos metieron en lo de las Malvinas. El expresidentes George Bush lo dejó, al parecer, pero para hacer lo que hizo, le hubiera sido mejor que siguiese bebiendo, ya que la bestia le salía siendo un converso como a casi todos los que dejan un vicio de golpe. 

Hay dos clases de curdas: los plañideros o nostálgicos, que se ponen lánguidos y presos de una infinita pena o se ahogan en patético llanto; hay otros agresivos, que les da por pelear y armar trifulcas barriobajeras donde pueden cometer cualquier catástrofe, desde matar a toda la familia o provocar conmociones colectivas como las hordas de los hooligans, y las barras bravas del fútbol, o la degradación más explosiva donde se mezclan alcohol, drogas, rock duro, el cóctel habitual de la juventud occidental.

Yo no soy ni lo uno ni lo otro; tengo las dos "cualidades" juntas. También existen los farsantes del alcohol, que sólo con un sorbito o bebiendo una ínfima cantidad hacen alarde que beben, para no quedar empequeñecidos ante los que "chupan" realmente; y así llaman la atención en una fiesta, y tal vez se justifican por las torpezas, descortesías o macanas que dicen. Sería como una desinhibición ventajera y zafia, y hasta pueden llegar a "embriagarse" con su propia mentira, pues creen que realmente están "borrachitos" (algo así pasa con los embarazos psicológicos). Son para mí una categoría de sujetos verdaderamente detestables. He notado que se da más en mujeres. El verdaderamente bebedor trata de que los demás no se den cuenta de que lo hace, "esconde la pelota", como los destacables jugadores de fútbol.

Hace unos años comenzó a celebrarse en España, el día sin alcohol (otro de los tantos días), y como respuesta, paradójicamente se reunieron en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia muchos jóvenes para hacer lo que se ha dado en llamar: el botellón (Implica beber desaforadamente en un parque o una plaza).
Lo alarmante de este hecho es que cada vez se hace más precoz la edad de iniciación 13 o 14 años.
(Cada vez empiezan antes)

En  un bar de la ciudad rusa de Volgodonsk, se celebra una maratón del vodka, aunque tiene el título de maratón, la verdad es que el espectáculo es una carrera contra-reloj, en la que has de beber más en menos tiempo posible, la cual dura unos 40 minutos. Un suceso curioso, fue que uno de los ganadores fue llevado en taxi a su casa, ya totalmente ebrio después de tomar tres litros y medio de la bebida favorita rusa, y murió a los 20 minutos. En el año 2003, murieron 40.000 personas por intoxicación etílica en ese país. En torno a este problema, muchos debates se han hecho estériles, los simposios que han demostrado su absoluta inutilidad, por más que se rasguen las vestiduras en interminables choques dialécticos médicos, sociólogos, asistentes sociales, educadores, todos acaban coincidiendo en lo mismo: prevención y educación. Si uno se deja llevar por esa repetida argumentación y piensa que acabando con la marginalidad, los menesterosos y los inadaptados ya esta ganada la batalla, no es tan simple.

Primera equivocación: ¡Que va a ser un problema de educación!
Si casi todos los adolescentes y jóvenes que se congregan a beber en la vía pública son estudiantes universitarios tanto en Berlín, Ámsterdam, París y en la esquina de Velez Sarsfield y Boulevard San Juan de Córdoba, sin ir más lejos...