¿LOS ARGENTINOS HABLAMOS DULCE?
¿Que los
argentinos hablamos dulce...? ¡¡Y UNA MIERDA, BOLUDOS!!
Escuché un día
a una mina catalana en una tanguería de Barcelona decirle a un negrito de
mierda como yo el cliché ese con el que habitualmente nos halagan:
- “Me encanta esa forma tan dulce de hablar que tenéis
vosotros, los sudamericanos. ¿Eres chileno?”.
- “No”- le contestó el negrito. - ”¡¡¡¡¡¡¡Soy argentino!!!!!! No nos confundas. Los argentinos somos diferentes. No
creas que somos todos morenos, que allá hay mucha gente rubia, más que acá. Si
conocieras el Sur… Son casi todos hijos de suizos, escandinavos y alemanes.
Y en las ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Rosario o Santafé tenemos una
mezcla de franceses e italianos. ¿Te imaginás de esa mezcla? ¡Tenemos cada
hembra!”-.
Escondía
sibilinamente, como buen indio, tres cosas:
Primero, que ésa no es nuestra raíz, que los rubios son fruto de la política
migratoria de finales de hace dos siglos y principios del pasado, y que la
mayoría de criollos son producto del mestizaje del español de la conquista con
el indio.
Segundo, que la Argentina
también se compone del Norte, el Centro y el Oeste, regiones que son las
auténticas raíces geográficas del argentino nativo, el indio, sobre todo
descendiente de los quichuas; y tercero, que decir Argentina es una ambigüedad,
ya que hay dos Argentinas perfectamente diferenciables: Buenos Aires y el
interior.
Este último, es el cuarto-trastero donde se guardan las cosas que ya no usamos. El
repulgue de las empanadas norteñas, la glorificación del vino a través de Jaime
Dávalos, Horacio Guaraní que entronizan la cirrosis, mientras aporrean la
guitarra a grito pelado, el cura brochero y su ejemplar vida de entrega a los
pobres. Y Gardel era francés, ¿viste? Tan francés que en una carta
dirigida a un amigo de Buenos Aires le pone: “No seas gil, hermano. Hay que
vivir en Europa y pasear en Argentina”.
La mayoría del
boludaje artístico les encanta subrayar esta frase: LOS MEXICANOS PROCEDEMOS
DE LOS MAYAS Y AZTECAS, LOS PERUANOS DE LOS INCAS, LOS ARGENTINOS... DE LA PANZA DE LOS BUQUES...
Como ven, no somos tan dulces sinó que somos más agrandados que nadie.
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