martes, 12 de abril de 2016

EL PUEBLO NUNCA SE EQUIVOCA

EL PUEBLO NUNCA SE EQUIVOCA


He sacado en conclusión que eso de "pueblo” no existe, es una entelequia, una abstracción y no un concepto. En tiempos electorales suena a amorfo conglomerado de “giles”; lo usan, los que detentan el poder, para tirar discursos al bulto o negar la realidad de una sociedad con clases, derechos y deberes diferentes.  

El “pueblo” es el que más se equivoca. Sus ciudadanos tienen un arma invalorable, que por ignorancia los hace dueños del secreto más estúpido: el del voto. Es el sujeto del borreguismo y diluye las nociones de responsabilidad civil y humana en grandes mareas callejeras a la hora del escrutinio, el pueblo no cambia nada, ni siquiera la TV; lo único que pueden cambiar es el canal que están viendo. Es inducido siempre por mercaderes de nacionalismos, falsos ídolos, quimeras irreconciliables con la realidad cotidiana, etc., etc., etc. 

En la intimidad los capitostes de poder le denominan “la negrada”. Hasta en las manifestaciones “pacifistas” de los “no a la guerra” se demuestra lo inservible que es la oleada tumultuaria. Hay que blasfemar contra América, boicotear sus productos... total, que todos seguirán fumando Marlboro, bebiendo la cerveza del pico de la botella como ellos nos enseñaron, haciendo colas en los cines de la Warner, comprarán bragas y corpiños con los colores de su bandera, pondrán los pies sobre la mesa, comerán hamburguesas con Coca Cola, todo con la secreta aspiración de ser como ellos: dorados analfabetos del consumismo, divinizadores del objeto, marcados corderitos del mercado. Eso es lo que quieren los amos: el rebaño dócil, pacífico, con declaraciones estentóreas que no van más allá del grito o la “cacerolada”, que fue un invento de la derecha chilena pinochetista para expresar su repudio a la democracia de Salvador Allende. 

¡Que se rompan contenedores, se quemen algunos bancos! (serán siempre algunos infiltrados, utilizados políticamente, etc, etc, etc, etc... Como siempre dice la prensa comprada). En suma, la masificación obra en los cuerpos de poder como un antibiótico, pero sin la dosis a la hora justa, por lo cual se robustece, gana en anticuerpos. Es solo un pellizco, son moscas alrededor del león, pero como todo es relativo, no manifestarse también es contraproducente. La masa tendría que tomar estado de hervor, de efervescencia, rabiosamente destructora, ¡que arda la ciudad!, que sea un mal mayor para los criminales del poder. Única manera de meterles miedo en el cuerpo, aún a riesgo de que nos pulvericen. Haciendo caso omiso de la frase aquella del roble muy usada por los políticos argentinos, como Leandro Alem, “que se rompa, pero que no se doble”. No, no, ¡que no se doble nunca!. Porque a Hitler, que yo sepa, no lo sacaron con manifestaciones “democráticas”. A Sadam Hussein no lo invitaron a retirarse. Y los militares argentinos dejaron el poder porque los ingleses los cagaron a bombasos igual que a los anteriores. Cuando el Cordobazo, en el año 69, nunca se habló tanto  de “ gimnasia revolucionaria” o de “rebelión de las masas”, el tiempo demostró que las mejores masas de Córdoba fueron las del pan de azúcar o de la confiteria Oriental.

¿Quién sabe más mentiras que el pueblo que las vivió en carne propia? Y sin embargo, sigue sumando sentimientos y restando razonamientos, que ya lo decía Maquiavelo que el que quiera engañar encontrará siempre quien se deje engañar. ¿Y si todo el pueblo fuera culto? Sería insolidario, pesimista ilustrado y no optimista ilusionado, además votaría de acuerdo a sus intereses sectarios. En definitiva, siempre se cagarían los pobres que tienen que servir al mandamás, pues ellos no van a clase. El pueblo, en realidad, debiera ser una horizontalizada sociedad civil. 


¿Y la cursilería a ultranza de los que repiten la consabida frase (si ganan las elecciones): “¡EL PUEBLO NUNCA SE EQUIVOCA!”, por aquello de la “sabiduría” popular? Seguro ninguno del pueblo se cortó las manos luego de aplaudir a Galtieri en la plaza de Mayo cuando nos metió en la Guerra de las Malvinas. Típico de nuestro país: siempre se han coreado nombres ante cuyo eco meses después se suturarían los labios para no pronunciarlos. Nadie las agitó para defender a los tantos gobiernos democráticos derrocados (más bien expulsados y en algunos casos con balas de fogueo, pezuñazos en el culo o engañados en helicóptero), y nadie se las lavó al votar a Frondizi o a Arturo Illia. Algunos otros se las lavaron como Pilatos al no defender a Perón en el '55; fueron los mismos que se lavaron los pies el 17 de octubre de 1945 en las fuentes como sus fieles adeptos. 

Fue el pueblo de Alemania quien eligió a Hitler, el paraíso de Marbella el que eligió a Jesús Gil como alcalde, a Carlos "Méndez" los argentinos y a Angeloz los cordobeses. 

Coincidiendo con la caída de Perón, recuerdo que se me colapsó el alma, como si una noche negra se hubiese abatido sobre mis quince años. Muchas cosas le debía a Perón: una niñez digna, si por eso se entiende haber completado la primaria, usar zapatillas como la gente, y comer sin tener que estirar la mano; sin su llegada al poder no hubiese culminado el bachillerato, a la universidad ni la hubiese olido, ni me hubiera gustado el tango, pues todo eso tenía protección estatal para los hijos del pueblo y vimos cómo la secundaria en el Colegio Nacional (antes vedada para los de clase media) se transformaba en un fresco democrático que representaba a todos: el ropaje de los más acomodados, el hijo del zapatero con el chico huérfano, la picardía de los más callejeros, el buenazo con el compadrón, e infaltable siempre, el del remolino en el pelo, picante para los bollos ¡y los sandwiches!, el perfume favorito de media mañana, 50 centavos el de rasqueta con queso, mortadela y manteca y un peso el de jamón y queso. Tiempos en que se empezó a clavar el diente con más exigencia gracias a doña Petrona de Gandulfo y sus célebres recetas de cocina. En los barrios ya se veían muy pocos niños con el dedo gordo asomando, hasta se podía lucir un zapato de charol con medias Carlitos. Hubo uno que se autodesignó presidente de los argentinos: Arturo Rawson, comandante de ocasión de las tropas subversivas de 1943. Al tomar consciencia de su cargo, ya lo habían sacado de una patada en el trasero.

¿Recuerdan?… Así decían más o menos con voz grave: “Interrumpimos nuestro programa musical para dar lectura a un comunicado de las Fuerzas Armadas de la nación: “Ante el clima de inseguridad social…”. 

¿Y el pueblo? ¿Dónde estaba? Bien, gracias… A comer soberanos asados, encerrarse a jugar a las cartas y comprar fideos por las dudas, todo con música de Wagner y comunicados militares por Radio Nacional, y casi todos contentos, en una de esas, los milicos lo echen a su jefe. Por todo esto que les he reseñado, me atrevo a decir que el pueblo es el que más se equivoca.


jueves, 7 de abril de 2016

MIS POLÉMICAS ELECCIONES

MIS POLÉMICAS ELECCIONES

Una vez más fui alejado de los micrófonos de LV3, de cuando esa radio era integrante de la Cadena de Emisoras de Radio el Mundo de Buenos Aires. 

Llegué a ser un grano debajo del micrófono que le había florecido a LV3 de Córdoba, sin que lograran extirparme. Es peligroso durante la juventud tener una lengua incontrolada y alma de saboteador, o buscar la razón en medio de los que ya creen tenerla de antemano, que ésos no perdonan. Son tan cerrados que hasta pareciera guardaran celosamente el secreto del día que se van a morir para que nadie les pueda joder. Que nunca ocurriría, porque conviven sin afectos de ninguna clase con una sonrisa en los labios. La cordialidad ya está pactada de antemano, en mutua aceptación, sobre todo a la hora de prodigarse galardones, que andando el tiempo, y si no dicen nada importante, seguro le darán alguna estatuilla “a la trayectoria”, que es la dura habilidad anodina del mediocre. Todo con voz ridículamente postiza, por la gran ansia de que parezca natural. En radio (el más rápido y eficaz medio de deformación cultural y espiritual) se da la mayor cantidad de amigos que se odian, y también la paradoja de que quien realmente sabe no habla, y que quien habla no sabe.

Con todo, no se les puede guardar rencor, porque son inocuos: no pueden hacer ni bien ni mal. Su propia pequeñez los anula para grandes maldades y,  como sufren mucho por sus ambiciones desmedidas, es para comprenderles y rogar por ellos con profunda piedad. No han podido salir del círculo de su sabiduría de bolsillo donde se calla lo importante por desconocimiento y se grita lo superfluo, e invalidan su propio juicio al no poseerlo. Algunos pueden ser personas buenísimas, al no tener otro remedio. ¿Quién no quiere ser artista, locutor de radio... o hacer algunos pinitos en el mundo del espectáculo? Casi todos fuimos cegados por tentaciones... 

Corría el año 1972, Carlos Franco dirigía el programa RADIO VERANO '72 en carácter de animador. Yo también formaba parte del equipo como tertuliano.

Un día nos juntamos a comer el conductor del programa y yo. A medio almuerzo me dijo: 
- "Negro, está muy chato el programa... O anodino, o... ¡que sé yo! Para colmo, es en la hora de la siesta y no podemos dormir a la gente. Así que, o nos ponemos las pilas ¡o nos vamos a la mierda!". 
- "No hay problema" le contesté yo "¿Querés el monopolio total de la audiencia? Hagamos una elección al aire, pero te la tenés que aguantar porque está prohibido por la secretaría de Radio Difusión. Pero piensa que seguro que colapsamos la Radio y así te demostraré qué fácil es la tan codiciada audiencia de los profesionales del gremio".  
- "Seguro que no habrá problema, ¿no?... ¿No nos meteran en cana?" dijo él sorprendido.
- "¡Y... quilombo va a haber...! Pero no te hagás problemas que yo me encargo. SOY INDEPENDIENTE, no tengo relación de dependencia ni contractual con la Radio. Además estoy avalado por una cuestión ética, pues gané un concurso de oposición en el año '64, gracias al cual entré a trabajar acá."- asentí firmemente y seguí: - Sí, ya sé que a eso no le dan bola... y que algún culo tiene que sangrar y que el hilo se corta por lo más débil...
- Bueno... ¡adelante...! Hagámoslo... Pero vamos ya, que nos pondremos en pedo.- concluyó con el tema.

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- Buenas tardes amigos oyentes, Cuarto Oscuro de LV3, hoy podrán votar en directo (voto cantado) por qué candidato se deciden y por qué (voto razonado). ¡¡¡LLAMEN AL TELÉFONO DE LV3 Y PODRÁN SALIR AL AIRE!!!-

¿Se imaginan el pobre operador...? Que en esa ocasión era el desaparecido y querido Negro Ricardo Sandobal, que grababa todas las llamadas para evitar filtraciones de grupos terroristas, proclamas subversivas, chistosos de turno, guarangos y un largo etcétera. 

¡Se colapsó el teléfono de la Radio en menos de cinco minutos! Se la hago corta, ganó Perón, por supuesto. Algunos votaron también por Lanusse, otros por Tusam (el ilusionista de la época), etc. 

En tiempos de Lanusse, todos los programas eran grabados por los servicios de información. De hecho, el tercer cuerpo de ejército pidió mi cabeza a la Radio y más veladas amenazas que ya os lo contaré en otro relato. 

Un periodista y poeta que me estaba escuchando la tarde en la que hice "la elección", Francisco Berra, me invitó a callar. Sólo al mirarlo comprendí que lo mejor era apartar la palabra a un costado por temor a interrumpirle. Su decir quedo y lacio convidaba a deletrear la sabiduría. Entonces me di cuenta de que mi parloteo era un simple accesorio para las transmisiones deportivas. Como decía, me invitó a callar con estos versos sin dobleces:



AL QUE TENGO EL HONOR DE LLAMAR MI AMIGO:
 JOSÉ ADEMAN RODRÍGUEZ

Tenías la verdad a flor de labios
y ésa fue la vertiente de tus males;
en un mundo que está patas arriba
es malo andar diciendo las verdades.

Es malo para el lucro y el soborno,
es malo para el hambre de la carne,
es malo para el miedo que somete
y que degrada sin cesar la sangre.

Por eso José Ademan vas perdiendo
 terreno con tus crónicas radiales,
se quejan los que mienten por oficio,
se quejan un sin fin de miserables.

Porque el oro que compra las conciencias
no ha podido alcanzarte,
dicen los turbios mercaderes de atrios
que debes silenciarte.

Que debes poner fin a tus palabras,
¡que no salgan al aire!
Porque el aire es de todos y los justos
podrían escucharte.

Y no es bueno que arruines el negocio
de unos pocos rufianes.
José Ademan, no pierdas la cabeza,
¡mejor es que te calles!
(Córdoba, Francisco Berra)

Por eso, hay que tener la parla justa para intentar sobrevivir, nunca sobresalir, y ser paciente para esperar el hueco que por muerte o jubilación te dejarán los que ahora se reparten el pastel. ¡Y parece mentira! En un medio irradiador de voces donde paradójicamente hay que tener más orejas que labia para detectar el denso mundillo de intrigas donde uno habla delante de un micrófono, pero se habla mucho más detrás de uno. La radio no sirve de nada, porque se fomenta el vicio de hablar en un país donde lo que falta son hechos.  

Parece que la clave en un medio de comunicación no es lo que se quiere comunicar sino lo que se quiere ocultar. La base está dada en la autocensura, nefastos vigilantes de nosotros mismos y, paralelamente, virulentos alcahuetes del prójimo. Antes de entrar a trabajar en una emisora, se habla como todo el mundo. Al salir, se utiliza el tono del mundillo de la radio: ya eres ficticio. La primera preocupación es cambiar nombre y apellido; como la boludez que hizo la Susy Devall, alias “la muñequita sexy”, allá por los sesenta y pico. ¿Saben como se llamaba? Mirá que hermoso nombre: Blanca Blanco. ¡Para qué se lo habrá cambiado esta mujer!. Diferente es el caso del negro Claudio Salinas, que se llama Rosa Bustamante. Y Pablo Neruda, se llamaba Neftalí Reyes. ¡Y eso que era intelectual este gordo pelotudo!

Y la segunda preocupación es engolar la voz, ponerla hueca. Y con la jubilación, se recupera el lenguaje común, como al inicio. En las radios de Córdoba hablan en porteño y ante un porteño de pura cepa se achican en el ritmo, tono e intención de la palabra, salvo cuando cuentan chistes. El cordobés, en general, cuando no hace bromas es un taciturno.Y sonreir, siempre con sonrisa meliflua y velada; nunca la sonrisa suficiente del mordaz o el convencido, sino la atenuada y huidiza, pues sólo los que mandan sí pueden esbozar sonrisas a diente pleno, como Kennedy o Gardel. O detentar sonrisas y miradas que guardan secretos; uno de ellos puede ser el de tu cabeza. Porque ¿a cuántos chicos han frustrado? Al final después de ocho o diez años en la radio, sólo se tiene acceso a uno o dos secretos mayores de los mil doscientos cuarenta y cinco secretos menores que deambulan, que tal vez únicamente el portero los sabe. Pero había un señor que casi no sabía sonreir, pues la mejor sonrisa la tenía guardada dentro (él sabía que yo necesitaba un padre rígido, por ser un despelotado). Nadie dulcificaba el gesto como él cuando le soltábamos una broma. Ese hombre era mi jefe: Óscar Jorge Sosa, el mejor prosista que escuché en el periodismo deportivo. Como bien dijo cierta vez Torri, era un cara de malo con fondo de algodón. El decirle jefe nos nacía de lo más profundo de nuestro cariño y reconocimiento, porque es común escuchar la palabra “jefe” como una muletilla ayuda-cobardías muy utilizada por los obsecuentes, serviles y demás fauna de oléculos. Cierta vez, Pancho Berra le dio una lección de aplastante y pedagógica ironía a un “jefe” de esos que no sugieren, sólo prohíben. Éste había ordenado colocar un cartelito de reglamento interno de la emisora con el siguiente texto: Prohibido presentarse a trabajar sin corbata. Al otro día, llegó Pancho con la camisa abierta. 

- “Usted no sabe leer”, le increpó el director al punto.
- “¡Ah! ¡La corbata!... Mire jefe, acá está”. Y sacándola del bolsillo se la restregó púdicamente por las narices. “Como usted verá, señor director, no dejo de presentarme sin ella”.   

Seguro que Pancho pensó: “Yo trabajo con mi cerebro, que no necesita corbata”. Pero era tan respetuoso que jamás hubiera molestado a nadie con una ironía peyorativa.

Yo queria tener “enemigos” que me odiaran (pero dignos), ser el eje del despecho colectivo, la leyenda que nunca se escribió, el falso culpable de Hitchcok o  el bueno de la película; que “me aparten del caso” como a los héroes de las brigadas de homicidios, que al final tienen la verdad, entregar la voz y el carné de periodista (pistola y placa) y morir jugándome el puesto en acto de servicio. Pero que te echen por una alcahuetería de un compañero de “asuntos internos” es decepcionante... Me rajaron, me autoeliminé, me borré en decenas de rocambolescas situaciones. Me iba antes de pisar el umbral del despido sin jamás escribir una renuncia para no darle el gusto a nadie de decir “lo eché”. Apelaban al maniobrerismo injusto y cobarde, parece ser que adherirse a la verdad no es provechoso para nadie, no solo en la radio.

No reparé en que para decir cosas importantes, primero hay que ser “importante”. No se puede ser José Ademan Rodríguez queriendo ser Dante Panzeri. Al morirse me di cuenta de que él era el elegido, el único capaz de desratizar el infecto mundo del deporte profesional. Y también tener poder, porque ante éste la razón se aerifica, como todo lo de la radio. La conciencia no tiene peso ni poder. Es ahí cuando uno queda convencido de la propiedad de la insolencia, que nada, ni el poder ni el dinero, pueden ante ella, tiemblan... Como los déspotas, sólo se rinden ante las bombas de los terroristas o la militancia de la guerrilla urbana. Y, si no, los Pinochets o Videlas todavía estarían en su trono.




martes, 5 de abril de 2016

ARGENTINA, PAÍS VIOLENTO

ARGENTINA, PAÍS VIOLENTO

El nuestro es un país violento con la sonrisa de Gardel. Y, si tenés dudas, no hace falta remitirse al encono de unitarios y federales. Tan violentos somos, que siendo presidente Lonardi, luego de la revolución del 55, éste lanza la famosa frase conciliadora: “Ni vencedores ni vencidos”. Le costó la cabeza. Fue destituido por Rojas y Aramburu, que lavaron con sangre y soda cáustica todo lo que oliera a peronismo. Más que revolución libertadora fue revolución fusiladora, donde Pedro Eugenio Aramburu legalizó, en junio de 1956, a través de un decreto, la matanza de 27 argentinos sin juicio previo y causa justificada; y condena a muerte de 8 militares por expresa resolución del Poder Ejecutivo Nacional, violando la autoridad del consejo de guerra reunido en Campo de Mayo y presidido por el General Lorio, que había fallado la inocencia de los acusados.

En 1966 el presidente Onganía recibió como “campeones morales” (en aparente condición de mártires) a los jugadores de la selección argentina que habían agredido a un juez, ya que le habían escupido en la cara de un intérprete y armado una refiega de once minutos de duración en Wembley con motivo del Mundial de Inglaterra. 

Los restos del púgil Óscar Natalio Bonavena, que muere asesinado en un burdel de Estados Unidos, son envueltos con la bandera argentina, con la presencia de las más altas autoridades del gobierno. Al boxeador Carlos Monzón, que fue condenado por asesinato, me dijeron que le levantarán un monumento. El técnico Bilardo, único facultativo del mundo que renegó del Juramento Hipocrático pues recreó la Ley del Talión pero a niveles anatómicos más bajos (en vez del “ojo por ojo, diente por diente” introdujo lo de “tibia por tibia, peroné por peroné”) cuando “dirigió como técnico” (como dicen los periodistas deportivos, porque ni son técnicos ni dirigen) al Sevilla, vomitó ante las cámaras de televisión lo siguiente, a raíz de que un jugador del equipo rival se encontraba en el suelo y el aguatero del equipo andaluz le ofreció agua: “A ése no le den ni agua, al rival hay que pisarlo”. Un jockey peruano, Jacinto Rafael Herrera, flaquito, sencillo, morocho y de ojos achinados, se arrimó a Buenos Aires con un récord extraordinario y un don de gentes descomunal. Se halló con el rechazo virulento de los jockeys argentinos, que le agredieron hasta llegar a apagarle la luz al cruzar el pasillo del hipódromo. Él no movió ni un músculo facial. ¡Cómo nos van a querer nuestros “hermanitos” latinoamericanos! 

Andando en la historia, el General José María Paz se preguntó una vez ¿por qué no nos querían nuestros hermanos latinoamericanos, o por qué nuestros ejércitos no han tenido homenajes de gratitud?. Y da a entender el célebre “manco” de un “algo” repulsivo de nuestros guerreros y gobierno; que “al paso que hacían el bien, tenían la funesta habilidad de revertirlo de formas desagradables para perder el derecho del agradecimiento”.

No se puede ser pacifista ni moderador en medio de tenebrosos necrófilos. Los restos de Eva Perón, mutilados y profanados, vuelven a nuestro país luego de veinte años; el mismo día fueron devueltos los de Aramburu, que aparecen en una ambulancia, como en una exhumación de viejos odios o un réquiem con partitura de la más escabrosa indignidad (muy humana, por cierto). En Argentina, cuando alguien importante muere, se le “perdona” la vida. 

El argentino es el revés de la erótica en la osamenta. Tiene como lastres tristones de tango. Es como si estuviera permanentemente en estado de tensión, creando mundos de la nada, siempre tenso, como para atajar un penalty e intentando crear impacto, ya sea con dinero, alardes, tretas o labia. Por eso no me gusta ir a los clásicos asados de la clase media en Argentina. Y quizá habrás notado que cuando lo hago siempre voy acompañado de un cantor y a ser posible con una guitarra. 

La otra manera de divertirse, pero ya fuera del clan, son los bailes de cuarteto. El prototipo argentino de larvada violencia está en la clase media. Bien merecido tiene el sambenito de tristes, no les vibra el cuerpo como a los brasileños con el samba, o a los venezolanos con la salsa, o a los colombianos con cumbias, o a los chilenos con sus cuecas; los gitanos transforman sus penurias con flamenco, los italianos se agitan con tarantelas, los campesinos bávaros que llegan a Münich temprano a vender lechones chupan cerveza y cantan con acordeón desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche. ¡Y no hay otra! En Argentina, salvo que te vayas a la casa de algún amigo, como en mi caso a la de Hugo Kobylanski, siempre tendrás canto y baile: pasodoble, mazurca, sirtaki, havaneras, borombombón, balalaika, fado, tango, sevillanas, twist, pechito con pechito, rock, sardana... y está terminantemente prohibido hablar de viajes al exterior, ya que cuando entras te dan un billete para hacer viajes al interior de uno mismo transportado en carcajadas. Mucho menos hablar de política, sobre todo si hay radicales o peronistas: ya pasamos el 2000 y no hay duda de que los radicales apoyaron el golpe militar contra Perón en el 55; y los peronistas el del 66 contra Illia; y en el 76 todos, todos, apoyaron el golpe militar. Eso, creo, es suficiente. A pesar de haber llovido mucho, aún no se les borró el “maquillaje de demócratas” (demócratas de pacotilla). Es mejor peronacho conocido que radical por conocer, y viceversa. 

Y para violencia argentina, la más cotidiana: la cohabitación matrimonial (no coexistencia). Ésta es la dicotomía conyugal para los maridos: 
            - O se atiende a las mujeres, o se juega al fútbol.
            - O se atiende a las mujeres, o se va de pesca, caza, etc.
            - O se atiende a las mujeres, o se comen asados.
            - O se atiende a las mujeres, o se va a reuniones.
            - O se atiende a las mujeres, o ¡se van con la amante!

Borges para interpretar la crónica negra de la historia argentina opinaba como si viese (pero todo a la inversa). Esto dijo en el año 1979, refiriéndose a la dictadura del proceso militar: “Creo en esta etapa de la Argentina porque se trata de un gobierno de caballeros, y no un gobierno de truhanes y rufianes como el que soportamos hasta 1976”. Y luego de ganar los radicales en 1983, deslizó: “Es nuestro deber de argentinos sostener a este gobierno, que por lo pronto es un gobierno de caballeros, no de gansters ni de militares”. 

Y con estos pocos argumentos, de todos  los que ha vivido nuestro país, se ve de forma clara que ha sido un lugar sembrado con violencia. Hasta en el fútbol hablamos de que "¡¡hay que poner huevos!!" en vez de divertirse y devolverle el sentido lúdico, aquel que tuvimos entre los años 30 y 55, periodo en el que fuimos los mejores del Mundo.

ESTAFA Y FÚTBOL

ESTAFA Y FÚTBOL

Fui el primer periodista deportivo de Córdoba a quien los clubes Talleres y Belgrano declararon persona non grata, reservándose el derecho de entablarme querella criminal, por haber expresado que los jugadores fueron veintidós estafadores y defraudadores de una expectativa pública, transformando un hecho deportivo en una exposición de agresiones, bravuconadas, etc; y toda la indignidad que le puede caber a un espectáculo futbolístico. 

Transcribo textualmente la ridícula solicitada de estos clubes, que son los más populares de Córdoba:


CONSIDERANDO:


1)    Que los 22 jugadores actuantes en dicha oportunidad revistieron la representación de nuestras instituciones, por lo tanto dicho calificativo alcanza a los clubes Belgrano y Talleres;

2)    Que no puede aceptarse bajo ningún concepto tal calificativo, por cuanto presupone, para que haya existido estafa un acuerdo o voluntad previos en tal sentido, lo que es inadmisible;

3)    Que Belgrano y Talleres lucen sus 61 y 53 años de vida respectivamente como ejemplos de dedicación y honra al deporte, lo que les ha valido la consideración, estima y respeto generales en todo Córdoba y en el País, no pudiendo aceptarse sean mansilladas esas conductas con un comentario avieso y ligero;

4)    Que pareciera común en este señor Rodríguez comentarios análogos, ya que en otra oportunidad y en la misma audición citada comparó el partido de fútbol entre Boca Juniors y Rosario Central, con el combate de San Lorenzo, menoscabando con ello un hecho que es hito glorioso en la vida del General San Martín y en nuestra historia;

5)    Que está lejos de nuestro ánimo pretender cercenar la libertad de prensa pero si es firme nuestra decisión de exigir el mismo respeto que dispensamos.

      Por ello y en salvaguardia de los derechos que nos han sido confiados,



RESUELVEN


1)    Declarar persona no grata en nuestras instalaciones al señor José Rodríguez;

2)    Comunicar esta resolución al Círculo de Periodistas Deportivos,  a nuestros asociados y simpatizantes en particular y a la afición deportiva de Córdoba en general;

3)    Hacer reserva de los derechos que tal agravio nos da para hacerlos valer si se creyere oportuno por ante la Justicia del Crimen entendiendo que tal expresión puede constituir una injuria.



CÓRDOBA, Agosto 22 de 1966.



p. CLUB ATLETICO                                               p. CLUB ATLETICO

    BELGRANO                                                            TALLERES



    Alfredo Escuti                                                                  Eduardo Alvarez Vocos

       Presidente                                                                           Presidente



     Arturo Ubios                                                                        Antonio Muñoz

        Secretario                                                                            Secretario

Y fijense que generosos los del Círculo de Periodistas Deportivos, que al respecto de esta solicitada, publicaron el siguiente comunicado (La Voz del Interior, 25 de Agosto de 1966):

DIO UN COMUNICADO EL CIRCULO DE PERIODISTAS DEPORTIVOS


A raíz de la resolución tomada por los Clubes Belgrano y Talleres con motivo de un comentario vertido en un espacio de televisión, el Círculo de Periodistas Deportivo de Córdoba dio a conocer el siguiente comunicado:

     Suscripta por los señores presidentes y secretarios de los clubes Belgrano y Talleres de nuestra ciudad, este Círculo de Periodistas Deportivos de Córdoba ha receptado en la fecha una nota, en la que se refiere a un comentario vertido en un espacio televisivo de Canal 12 por el periodista señor José Rodríguez;
     Que teniendo en cuenta que lo resuelto por las mencionadas instituciones reviste un carácter especial, de suma delicadeza en lo que respecta a la labor específica que se desarrolla en el campo deportivo y que se merece por lo tanto la preferente atención de este organismo;
     Que, atento siempre al celoso cumplimiento de las más elementales normas de ética deportiva y periodística, que debe mantenerse dentro del mutuo respeto y en la función de crítico constructivo, sin desviaciones que lleguen en determinados momentos, por imperio del impulso o por el deseo de surgir con nitidez en su cometido;
     Que, frente al hecho denunciado y que ha tomado estado público, la comisión directiva del Círculo de Periodistas Deportivos de Córdoba

RESUELVE:
1)  Hacer conocer públicamente que el señor José Rodríguez no revista(sic) como asociado de este Círculo de Periodistas Deportivos.
2)  Lamentar la drástica medida adoptada por los clubes Belgrano y Talleres, al declarar persona no grata al citado periodista.
3)  Entiende este círculo que la límpida trayectoria de dos instituciones de tanto arraigo, de ninguna manera puede verse comprometida por apreciaciones personales de quien quizas involuntariamente, entró en el terreno de la ofensa por la inexperiencia o apresuramiento.
4)  Que aún cuando el comentarista aludido no es asociado de este Círculo de Periodistas Deportivos, comprometemos nuestro máximo esfuerzo en la prosecución de nuestras más íntimas convicciones, bregando por el ejercicio responsable y digno de la libertad de prensa.
5)  Cumplimentando disposiciones estatutarias, este Círculo agotará los recaudos necesarios procurando la superación de esta situación que sólo provoca el resentimiento de la permanente relación amistosa que debe existir con las instituciones en general.
6)  Hacer conocer la presente resolución a los clubes Belgrano y Talleres, Liga Cordobesa de Fútbol, Telecor Canal 12, L.V. 3 Radio Córdoba y dése a publicidad.

Córdoba, 23 de Agosto de 1966.-

Se habran dado cuenta lo “solidarios” que fueron conmigo y con respecto a mis colegas: “mutis... cremallera”, como decía el Kiko.

La única persona que hizo un alegato a mi favor fue, cosa del destino, quien me dio la primera oportunidad de parlotear ante un micrófono en la ya desaparecida Radio Municipal de Córdoba, Carlos Hairabedián, que en ese tiempo era el director de deportes de esa emisora, bajo el seudónimo de Carlos Garó. Este es el texto:

ESTAFA Y FÚTBOL
Por Carlos Garó

Aquel lunes y la condenación pronunciada quedaron atrás. La imagen del joven comentarista al proyectarse en la pantalla ayudaba a completar la idea expuesta, la desafiante y atrevida opinión.
La cámara atrapaba un gesto airado de protesta.
El anatema fue recogido, disgustó, desencadenando una crisis imprevisible. Se sucedieron las réplicas y explicaciones. El comentarista siguió inmutable. El globo no tardó en desinflarse.
Por qué exhumar un episodio que el tiempo ha sepultado? Recordarlo corriendo el riesgo de la inoportunidad, tiene el sabor de una fascinante aventura dialéctica. La susceptibilidad herida fundó el rechazo enérgico; ahora, superado el subjetivismo que impulsó una insólita represión, aquietado el fervor, estimo que la elección del momento para las reflexiones no es desacertado.
No las dirijo para los que se sintieron “humillados” ni para los que padecieron “dolor”. Y si los hay entre los lectores también los incluyo.
El responsable de las afirmaciones “peligrosas”, acusó a los jugadores de estafadores. Soy su amigo y no admito dudas sobre la honestidad y sinceridad de sus juicios.
Lo que no excluye que se equivoque.
En el deporte y particularmente en el fútbol, el uso y la costumbre, convertidos en vicio, han acuñado frases hechas, vocablos sin contenido. En su circulación y vigencia el periodismo ha contribuido poderosamente. No es el lugar ni la ocasión para examinarlas. Tanto se las ha empleado que han terminado por desfigurar los fenómenos que intentan captar o definir. Alguien se tomó el trabajo de recopilarlas y estudiar el efecto dañoso que han producido.
La palabra estafa no forma parte de ese idioma prefabricado y artificial. Calificando a los protagonistas del partido que analizaba de estafadores, el comentarista había “violado” las reglas de ese idioma sui generis. Para subestimarlos debió recurrir a las claves gratas al oído popular. Apeló, sin embargo, a una expresión en principio “ofensiva” y “denigrante”.
A poco que indaguemos su significado, advertiremos que fue inútil el escándalo, estéril el rasgarse las vestiduras.
A nadie se le podía ocurrir pensar (a pesar que muchos nos desmienten) que se imputaba una estafa de las contempladas en la legislación represivo - penal. La estafa - delito requiere de elementos y condiciones absolutamente incompatibles con el carácter y naturaleza del vocablo que utilizó el comentarista.
La estafa del derecho criminal presupone un astuto despliegue de medios engañosos o ardidosos, que provoquen un error en la víctima y en cuya virtud, éste realice una disposición patrimonial perjudicial.
Con estos antecedentes es muy fácil comprobar las enormes diferencias existentes. La “pasión deportiva” - con las que se excusan tantos desatinos - hizo el resto, consumándose un nuevo y desgraciado desencuentro entre la verdad y la intención.
Correspondía interpretar el alcance que en la unidad de pensamiento del periodista tenía el término estafadores. No era impugnación al “entusiasmo, garra y voluntad” “derrochado” sin limitaciones, sino a la ausencia de calidad, a la falta de jerarquía del espectáculo, a la inexistencia de fútbol técnico.
La historia, no obstante sus vicisitudes, tuvo un final feliz: triunfó el colega al fracasar las presiones para destituirlo, la ola de rumores para desprestigiarlo. Presiones y rumores que el autor de esta nota también las conoce muy bien.
Revista La Semana. Año 1. Nº 12. Noviembre 10 / 1966-

Pasaron los años, como 12, ya mi vida radial se extinguió para siempre, mi desvinculación de la radio era ya definitiva. Se había ganado el Mundial 78; la borrachera del triunfo era un virus que se extendía como una mancha de aceite y, para peor, haciendo mucho ruido: “¡El que no salta es holandés!”, retumbaba en mis oídos. El estropicio mental argentino me hacía creer que todos tenían sobre los hombros un balón de fútbol en lugar del macizo cráneo facial. La cosa no tenía remedio, porque con la profilaxis social en nuestro país ocurre como con el papel higiénico: se dan cuenta de que falta una vez que han hecho la cagada. Dante Panzeri había fallecido en abril de ese mismo año, antes del inicio del certamen y dijo dos años antes estas palabra premonitoras: “Todos los orígenes doméstico - infantiles de nuestros acostumbramientos a vivir afanándonos a nosotros mismos determinan que queramos hacer el mundial ’78, aún a sabiendas de que nos va a ir muy mal, especialmente si lo ganamos, porque lo vamos a ganar al estilo del Martín Fierro y el viejo Vizcacha, o de Bailoreto y el pibe cabeza, delincuentes comunes con los que ya tenemos fabricado el mito de la “delincuencia bondadosa”, que también apoya el acostumbramiento nacional a afanarnos a nosotros mismos”.
 

Por esta y muchas otras críticas más Panzeri fue ganándose la desconsideración más atroz, vituperado con agravios e insultos violentos hasta pretender reducirlo a un hombre que daba “lástima”, en todo el país nadie se plantó ni se animó a defenderlo. No hacía falta tener poder ni pertenecer a algún portaaviones de la prensa como El Gráfico o El Clarín. Esta guerra que les hizo Dante al poder militar y al fútbol no se hace con barquitos de papel. El sí tenía un arma mortífera: su enorme capacidad.


Una vez considerada persona no grata, fui a la cancha de Talleres y antes de ingresar a la misma, me llovieron desde la tribuna vasos de plástico con orina... Agravios de toda índole, insultos, vejaciones, etc. Fue un momento muy duro para mi, pero aún así me dejaron entrar, TRIUNFANDO COMO PERIODISTA Y SIGUIENDO CON MIS IDEALES INTACTOS.