PEGADO AL RING, UN POETA HABLABA DE BOXEO
Imagen de arriba (de izquierda a derecha): Eduardo Ovelar (locutor comercial), Ruben Torri (relator), yo y Kitty Montoya.
Imagen de abajo (de izquierda a derecha): Ruben Torri, yo, José Garro, Farid Salim y Jaime Gine.
Es el mismo de
siempre o parece serlo. Aquel que la afición deportiva de Córdoba, más precisamente
los amantes del boxeo, escuchaban subyugados sus atrapantes comentarios
radiales allá por la década del 60 y fines del 76.
Fue el creador de
un estilo de las transmisiones a la vera del ring del Córdoba Sport o del Luna
Park que los veteranos no olvidarán jamás. José Ademan “El Negro” Rodríguez
marcó una época con el valor agregado de la voz cortante, emotiva y sin
altibajos de su compañero en los relatos: Rubén Torri.
Y ahí está. Otra
vez de regreso de Barcelona donde vive desde hace casi veinticinco años a
escasas horas de su enésima vuelta a España donde ejerce su profesión de
odontólogo. Sus amigos de siempre, los que no faltan nunca al asado de la
despedida y algunos familiares forman una rueda íntima en el patio del
restaurante de la Avenida Olmos al 300. La noche preanuncia la lluvia de
verano, la nostalgia es inevitable, más todavía si estamos a pocos pasos de
esos recuerdos envueltos en guantes de ocho onzas que rondan fantasmagóricos
por la calle Alvear.
Se lo ve con menos
pelo, con esas canas que se vienen con los años y un par de Kilos de más
(aunque amenaza que a la mañana siguiente saldrá a trotar acompañado por “El
Beto” kandalaf) pero siempre con una catarata de palabras escapándosele durante
la velada extendida, como si tuviera un micrófono en las manos.
Nació en Rio Cuarto
el 14 de febrero de 1940 (El Día de los Enamorados, recuerda con una sonrisa pícara) y se recibió de dentista el 24 de junio de 1969, aniversario de la
muerte de Carlos Gardel, subrraya por si alguien de su laya pudiera omitir
semejante fecha. No hay caso, es el mismo de siempre, aparentemente más
reposado que sin embargo se deshace en cumplidos y lisonjas desatando su verba
florida cuando la fotógrafa llega para la nota.
De izquierda a derecha: Nelson Ribera, (yo), Nicolino Locche y
Rubén Torri (compañero y maestro mío durante 15 años).
-“Negro” (el cronista lo conoce de aquellos tiempos heroicos del periodismo deportivo), ¿qué es la bohemia?
- Es un estado de insensatez muy dulce… Dicen que nadie se olvida de los ojos de la primera novia y nadie podrá ser pintor si no sabe pintar su aldea. Son las pequeñas cosas de la infancia y quien olvida eso no sirve, responde con sus metáforas siempre a flor de labios.
Rodríguez fue, es y
será un bohemio con todas las letras. Brillante expositor que improvisa su
prosa sin parar, sea hablando como en los viejos tiempos por la radio o en la
rueda amiga del café. Trabajaba con seriedad y al mismo tiempo divirtiéndose en
sus años mozos. Hoy no alcanzarían las hojas de un libro para contar todas sus
anécdotas y como periodista deportivo oral se inició en el oficio por
casualidad luego de que el doctor Carlos Hairabedián, por entonces ex relator
sesentista de la ex Radio municipal, que usaba el seudónimo de Carlos Garó,
descubrió sus cualidades en un reportaje.
Mientras estudiaba
en la ciudad de Córdoba jugaba al fútbol con “Mingo Ceballe en El Arañado” para
rebuscarse unos pesos. Por fin colgó la camiseta Nº 8 y empezó su carrera en
LV3 al acceder, por concurso, a la radio que entonces funcionaba en el primer
piso de San Martín 70. Pronto se ganó el puesto de comentarista en las
transmisiones de exteriores en el Córdoba Sport y el Luna Park, con la voz
grave e inconfundible de “Tito” Paz en los mensajes comerciales.
Pero llega el
momento en que las cuentas no cierran y José parte a Barcelona, era el tiempo
en que escaseaban los dentistas en España.
Sobresale de
inmediato en la nueva profesión y hoy está al frente de su propia clínica que
permite a este hombre siempre joven de 60 años, divorciado, 2 hijos, dos veces
al año pasar unas breves vacaciones en su Córdoba querida.
“El periodista nace
en la calle, con picardía, con esa cosa de chiquilín de barrio, por eso lo
asocio al fútbol. Por eso en la poesía como en el fútbol es imposible encontrar
claves para llegar a la profundidad. Es como pretender atrapar a un colibrí que
cuando éramos niños nunca lo podíamos agarrar”, explica para los iniciados.
“La gente que se
hizo en la radio en nuestra época animaba bailongos en los barrios o vendía
bolígrafos y peines en los ómnibus. Era gente que tenía facilidad para el
chamuyo y además el argentino es muy hábil para la tertulia, por eso la gran
cantidad de psicólogos. Así nació el periodismo deportivo radial”, revela sin
eufemismos.
El deporte, el
fútbol, la política, la sociología, son tópicos ineludibles en una charla con
José, como que las citas poéticas tampoco pueden faltar: “La televisión
contribuyó a aburguesar al espectador y a matar un tanto el sentimiento del
hincha que actualmente va a la cancha no tanto por la pasión, por el goce
estético de ver un buen partido, sino que acude directamente a agredir creándose
una patología colectiva”, razona, para cerrar el enfoque así: “Influyen
muchísimos factores. No es culpa de los dirigentes solamente, es el sistema de
la globalización que ha creado valores meramente utilitarios. Se sabe el precio
de las cosas pero no el valor de las cosas”.
Y sigue sin parar:
“Una vez se le preguntó a Ulises Barrera, años atrás, qué iba a pasar con el
futuro del boxeo? contestando que moría en el 2000 y la profecía no resultó. Se
recordará también, en otro plano, aquellos augurios que anticipaban que la
industria japonesa barrería a la norteamericana y todo ocurrió al revés. O que
el socialismo era como una mancha de aceite que se entendería por todo el mundo
y cuando cayó el muro de Berlín ningún intelectual de izquierda se rasgó las
vestiduras reconociendo el craso error”.
Luego de refutar el
audaz anuncio de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia (“las ideologías
no podrán morir nunca”, asevera), se despacha con una singular y controversial
teoría acerca de la vida: “El primer contacto que tiene un niño al nacer es
romper el sonajero, tirarlo al suelo. Me parece que el hombre nace con un trazo
genético definido de ser violento y agresivo y aquí está la gran equivocación
sobre la inocencia del niño. De su pretendido candor que es una venta
demagógica de infantilismo para dar de comer a la industria del juguete. En la
sociedad de occidente y en otras también se privilegia al niño manipulándolo a
través de los grandes holdings de la tontería”.
Poco afecto al post
modernismo, a la tecnología de punta y a la robótica (“Esto está matando
todo”), el ex comentarista deportivo acude a un anuncio que en su momento,
“desde Salta formuló el ex presidente Menem ante niños desnutridos sobre la
construcción de una plataforma de lanzamiento para una máquina aérea que iba a
llegar a Japón en pocas horas. Un absurdo, como el de ese otro funcionario que
envió computadoras a una escuelita de Las Altas Cumbres en la que no había
energía eléctrica. Se pretende meter la cibernética cuando ni siquiera hay una
tiza”, explica indignado.
Será por eso que
desgrana a continuación un dolido rosario de imputaciones, que resumido en afirmaciones lacerantes, encerraría en un
párrafo la mirada que tiene de la Argentina actual: “Los políticos que son
corruptos, los funcionarios que son incompetentes, además de groseros,
traidores, hipócritas, estafadores, travestidos ideológicos y tránsfugas”, son
culpables de una situación que “ha
llegado al colmo que cada vez que vengo a la Argentina la encuentro peor. Cada
vez hay menos ricos con mucho más dinero y muchos más pobres.
- Rodríguez escribió en Barcelona su autobiografía en un grueso volúmen. ¿Porqué?
- Para matar la
tristeza. Uno tiene miedo de morirse y teme que nadie te dé una palmadita y te
diga chau Negro. Y vos querés dejar algo para alguien, para tus hijos, para un
amigo.
Y se hizo madrugada y la lluvia llegó y la guitarra de Fermín “Checho” Solohaga sonó alegre y melancólica a la vez. Algunos de los amigos se animaron a cantar la despedida del amigo que siempre vuelve. Ese que alguna vez armaba sonetos pegados a un ring, que no se olvida del potrero ni de Goyeneche, ni de Pugliese y Troilo. Que es el mismo de siempre, que no sólo parece serlo.
- Sos amante de los recuerdos “Negro”...
-“Y si, totalmente, y como dijo Borges, el hombre es memoria”, replicó con una sonrisa y se fue con la lluvia...
Y se hizo madrugada y la lluvia llegó y la guitarra de Fermín “Checho” Solohaga sonó alegre y melancólica a la vez. Algunos de los amigos se animaron a cantar la despedida del amigo que siempre vuelve. Ese que alguna vez armaba sonetos pegados a un ring, que no se olvida del potrero ni de Goyeneche, ni de Pugliese y Troilo. Que es el mismo de siempre, que no sólo parece serlo.
- Sos amante de los recuerdos “Negro”...
-“Y si, totalmente, y como dijo Borges, el hombre es memoria”, replicó con una sonrisa y se fue con la lluvia...
Volverá cuando sea agosto.
Cuando el ringside era una vidriera (apartado)
Con los últimos
coletazos de la época de oro del boxeo argentino eran diversas las emisoras
porteñas que transmitían los sábados del Luna Park.
Alrededor del
cuadrilátero, en la primera fila del ringside, los comentaristas con cartel
reunían a su alrededor a decenas de atentos oyentes al término de la pelea de
fondo.
LV3, como radio del interior, disponía de una cabina en lo alto del pullman del tradicional estadio de Corrientes y Bouchard. Una noche Rubén Torri se encuentra con la novedad que Juan Carlos Lectoure le “fabrica” un espacio al relator cordobés y al comentarista José Rodríguez junto a los grandes bonetes del periodismo argentino.
Al segundo sábado de ocupar LV3 su espacio a la vera del cuadrilátero, los fanáticos porteños se apiñaron en torno a José Ademan Rodríguez sin perder detalles de sus comentarios, olvidándose de los ilustres Ulises Barrera y Horacio García Blanco, ante la maliciosa mirada de “Tito” Lectoure.
(Artículo públicado en el La DiaroVoz del Interior. en Córdoba, Argentina. '80)
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