¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD?:
EL DUETO IMPOSTERGABLE DE LA CONTROVERSIA
Coincidencias "episódicas y filosóficas" atemporales en la caracterología del perfil psicológico de determinados personajes de la historia.
No serán las analogías entre Kennedy y Lincoln, ya muy conocidas a través de internet (asesinados en similares circunstancias, con sus mujeres perdiendo un hijo estando ya en la Casablanca, ...etc etc etc). Ya saben el resto ... que siempre terminan con el chiste aquel de -"Yo no maté a Kennedy o al torero Manolete".
Como siempre me gusta urgar en papeles amarillentos y desgastados, me encontré con los casos de los dos periodistas a quiénes yo más admiré: Dante Panzeri y Carlos Hairabedian.
Desgraciadamente Dante PAnzeri nos dejó hace unos años (en 1977 concretamente).
Él fue alguien en el periodismo argentino. Y ser alguien, en la gigantesca ciudad de Buenos Aires, más que un triunfo difícil es casi una monstruosidad, teniendo en cuenta que el talento innato es objeto de persecuciones, envidias, ... más teniendo en cuenta que Panzeri fue un provinciano del sur de Córdoba (Argentina), creo que de las Varillas concretamente.
A veces, Panzeri escribía con pólvora restallante. No usaba pluma, ni lápiz, usaba un hacha!. !Fue honesto en su quehacer cáustico!. Mantuvo esa línea hasta el día de su muerte. No era precisamente la línea de los halagos, que reditúan amistades y otras cosas lindas. Era el camino difícil. Él sentía que era justo. Creía en lo que decía o escribía y lo sostenía a cualquier precio, es decir, a costa de cualquier disgusto personal que pudiera sufrir. Por ello fue admirado y también atacado. Pero nunca se puso una peluca ni una barba postiza para ir a un estadio.
¿Como era Dante Panzeri? Profesionalmente, un ejemplo. Se podía disentir con él, pero su honestidad profesional fue intachable.
Una noche, en el estadio de Racing, juzgó severamente al arquero Agustín Cejas. Inmediatamente después hubo una avalancha de exaltados que rompieron los vidrios de la cabina y cuando se cernía sobre el equipo de transmisión una tragedia, Dante Panzeri en el suelo, a un centímetro de su cabeza los garrotazos que no lo alcanzaban por milagro y unos cuantos escupitajos gratuitos que son más humillantes que alevosos, micrófono en mano continuó la emisión del comentario crítico. Ni siquiera hizo mención de lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Ni pidió auxilio.
Había que cumplir con el deber de transmitir, y en pleno "terremoto" siguió su comentario hasta el fin sin inmutarse. !Ese era el Dante Panzeri que muchos no conocieron!.
Denunciaba en el Diario
"La Prensa" todos los negociados del poder militar aliado con civiles
relativo a la construcción de sub-sedes y obviamente se refería a la
inutilidad económica y social de dichas obras.
Falleció justo antes de la realización del Mundial del 78.
Yo en esa época me encontraba en la puerta del Luna Park de Buenos Aires, llovía en la capital... Me topé con un periodista muy conocido del ambiente boxístico y al comentarle con los ojos que delataban mi tristeza: - " !Que pena! Se murió Dante Panzeri.." y él me contestó con desprecio y malicia - "!Menos mal que se murió el canceroso ese!...".
Recordemos que Panzeri fué el que rotuló al boxeo como "homicidio legalizado", y que echaron de la revista "El Gráfico" por no plegarse al mensaje adulatorio y comercial de la misma.
Fue alguien. ¿Hay alguna duda todavía?
El otro personaje en cuestión, al que admiro, no sólo como periodista deportivo sino como abogado penalista, es Carlos Hairabedian.
Un genio revulsivo, que conmovió el mundo del análisis futbolístico desentrañando sus mitos, absurdos, mentiras, abusos, complicidades, de una casta mediocre y adoctrinada en la vulgaridad repetitiva de los pseudo-poetas "cursi-líricos" de la revista "El Gráfico" (con pocas excepciones como por ejemplo Ardizone, Cherquis Bialo, Borocotó, Frascara, ... y otros que ahora no me acuerdo, que poblaron mi infancia de ilusiones y esperanzas).
Corría el año 1967, más o menos, en el campo de Instituto, los equipos de transmisiones no tenían cabinas, sino que montaban su "zona de trabajo" a un costado del campo. Ahí estaba el "Dantón" del periodismo en letras mayúsculas, repartiendo su dialéctica, expresivo y gesticulante, fantaseando con metáforas que me hacían pensar en Lisandro de la Torre o Belisario Roldán en una imaginaria Tribuna del Congreso.
Había ganado el equipo local que obtuvo el Campeonato, cuando de repente aparecen espontaneamente una horda de bestias que sin mediar palabras se fueron acercando al comentarista (mejor dicho al orador) mientras que un flacucho, cual mísero esperpento de la barbarie encontrándose a un metro aproximadamente de Hairabedian le descerajó un escupitajo en la nariz.
Garó, que así era su pseudonimo, siguió hablando como si nada, sin mirarlo ni lamentarse, como un grande, que después jugó su vida en las cárceles del proceso militar.
Esta anécdota nos hace pensar en aquello que les decía al principio, ¿casualidad o causalidad? Opinen ustedes...
No hay comentarios:
Publicar un comentario