jueves, 13 de octubre de 2016

TURISMO EN RÍO CUARTO


TURISMO EN RÍO CUARTO


Esto de identidad, cultura y turismo es la tríada que se vende en todo el mundo occidental. Río Cuarto parece ser que está en eso... Entre nosotros, ¿A quien mierda le puede importar el hecho "cultural" de que al Río Cuarto los indios le llamaban Chocancharava (denominación que están intentando reimplantar), o visitar el lago Dalcar (¿a qué? ¿a tomar mate o comer asado?), o hacer excursiones (¿a dónde? ¿al aeroclub y su aeródromo Los Ranqueles y a sus "magníficas instalaciones" como reza una guía turística local?)?

¿A quién carajo le puede importar conocer el Museo Histórico Regional? (una construcción colonial que en el siglo pasado fue asiento de la comandancia sur en la época de la siniestra campaña del desierto, encabezada por Julio Argentino Roca, donde todo huele a exterminio salvaje de nativos). ¿A ese museo-vergüenza histórica enviarán a los turistas?, donde vivió otro genocida de ranqueles, el general Ignacio Fotheringham (encima nacido en Inglaterra, educado en Inglaterra y Bélgica). ¿Qué simbología cultural de carácter regional puede entrañar la figura de este obsecuente inspector de armas, para que nuestro legado se atesore en la casa donde él vivió? 

Toda esa tenebrosa gentuza de corte sado-turístico-histórico es la causa de que sea, el nuestro, un país desertizado e infecundo. 

¡Falta que eternicen con un busto a Miguel Ángel Zavala Ortiz!, otro personajete políticoide/paramilitar de Río Cuarto que ayudó a sembrar de cadáveres civiles la Plaza de Mayo en junio del '55, cuando el bombardeo aéreo cuyo objetivo era Perón. Demostró una vez más lo irrefutable: que los argentinos somos expertos  en eso de matarnos entre nosotros

Por eso miren... ¿qué hacer en Río Cuarto? ¿Salir un poco más allá y recorrer 55 km. al Noroeste de la ciudad a ver el Cerro Inti-Huasi, un cerro solitario en medio de Alpa Corral y Achiras?; la verdad, de no ser un arqueólogo, pero "muy" arqueólogo, no sé quién puede ser el audaz que se atreva (y si no, pregunten a los riocuartenses; ya verán que deben ser escasas las personas que lo conocen).


Es que no da para más, si al fin y al cabo, el interés cultural es estrechísimo, pues Río Cuarto limita al Norte con Talleres, Belgrano y la Mona Giménez (¡el hito histórico más importante, cual principio cosmológico de Córdoba!; la era premonista se reducía a lo territorial y la postmonista expande el cuarteto internacionalmente); al Sur, con el tango Corazón al Sur; al Oeste, con la difunta Correa y Sampacho; y al Este, con el Sol del 25, que todavía viene asomando. Me hace acordar al plano de Buenos Aires de nuestros libros escolares, que parece trazado por un tipo en pedo; tan irreal en su orientación que no cumple ni con la Rosa de los Vientos: se esquematiza con el Oeste arriba y el Norte a la derecha.


Y para los caminantes: cruzar el puente y contemplar el río; un río de 50 m. que se divide y se une en una tupida red de cursos de agua. En mi niñez se me figuraba sin curso, parecía ir hacia ningún lado. Pero mis ojos todavía no educados en contemplaciones se perdían allá en el puente negro del ferrocarril... Difícil distinguir el agua de la arena; más bien eran aguas estancadas con tabiques de arena, inservibles para nadar, sólo chapotear y revolcarse. Parecía un plexo plateado, como grandes trozos de mica, o un archipiélago con islotes que, mirados al cruzar el puente, conformaban un inmenso desierto hídrico. No hay susurros de agua en la ribera de los sauces del Río Cuarto. Parece un murmullo dormido ¡Qué desencanto mi río! ¡Qué postración flotante! Inanimada anastomosis de charcos, semejaba una laxitud de cristal, como se vería en el microscópio un preparado de histología... Nadie lo asociaría con algún torrente de inundación ni con eso de "Cuando el río suena...". En una ocasión se desbordó su lecho, hace muchos años. Desde aquel entonces se puso a tomar sol, y varias generaciones se bañan en la misma agua, parece la contracara del Nilo, en su quietismo está como petrificado el futuro; pues el curso de los ríos es el progreso, igual que el de los ferrocarriles. Mi Río Cuarto no corre, es un inmenso e imperturbable ojo líquido que solo te mira. 

Para los niños, el río era toda una aventura, el transitar por ese puente... sin pasaporte ni maletas; era como si fuera a otro mundo, el del Parque Sarmiento. Antes de llegar al extremo del puente que da a banda norte y sobre la derecha está todavía algo que quizá estará siempre: el rancherío de enfrente. En la vida hay un contrario, pero para mal; y lógico, no tienen la exhuberante vegetación de la otra orilla a la que denominan Parque Paseo Sobremonte, con sus balnearios, El Mogote y Playa Bonita; las orillas de los pobres no tienen denominaciones. Ahí los pobres se ponen muy negros en verano, para ser su propia sombra cuando venga el invierno. Aquí es donde Río Cuarto se muestra como lo que es, una ciudad clasista y discriminatoria, en la que muestra palmariamente las dos delincuencias, la de arriba y la de abajo, que son cada vez más diferenciadas, gracias a los Alsogaray, Cavallo, etc., que ésos ni fueron ni iran nunca a la cárcel, porque sus delitos son "estéticos" o cleptocráticos, a diferencia de esa otra delincuencia que germina en los ranchos: la que lleva "roña" en las uñas y tiene forma de residuo social. Tal vez ellos saben que sus covachas son viveros de futura criminalidad, porque también saben que viven en un país donde la riqueza no se acumula por trabajo, sino por poder, usurpación, fraude, cohecho, especulación... País de la delincuencia de políticos, funcionarios, sindicalistas; que es delincuencia fina, indolente y flemática. Sólo unos pocos a veces visitan la cárcel, pero para eso tienen dinero y está la "fianza", que con ellos no se pueden cometer "descortesías procesales". Y salen cuando menos se lo piensa un juez porque tienen taquicardia o depresión, como ocurre con los mafiosos gallegos en España, y con los políticos del PP y de CiU en Cataluña, mientras les hacen creer a la gente que representan a la Derecha o a la Izquierda y son todos iguales, albergan los mismos glóbulos de tramposos. Es más valioso apostar por la salvación de un culpable con mucho dinero que sentenciar a un inocente (leiv motiv de la justicia democrática). 

Los de los ranchos son "presuntos culpables" y ellos, "presuntos inocentes"... ¡Como me jode esto de la presunción!, si a un tipo lo detiene la policía por achurar a un paisano debe ser porque es sospechoso o presunto culpable, después si encajan las pruebas ante el juez, perfecto, pero mientras tanto por algo lo han detenido, no creo que los de la policia lo detengan al pedo. Miren si yo al levantarme a la mañana me digo “hoy me levanté con presunto dolor de cabeza; debe ser cierto, porque estoy presuntamente ojeroso, es que ayer me puse presuntamente ebrio; además me pica la piel por una secuela del presunto Herpes Zoster que me diagnosticó el médico en el último viaje a Córdoba”; o a una mina con un bombo de medio metro parecida a Upa  vamos a decir que está presuntamente preñada...


Me quedo con los primeros,  estos presuntos culpables, pues aprendí a diferenciar, prematuramente, el barro de la mierda. En la cárcel, el bueno sale malo y el que es malo sale peor. Es que “es de cajón”, ¿cómo vas a curar a un tipo con el mismo veneno?. A un loco lo ponen en el Manicomio. ¿Rodeado de locos, cuándo se va a curar?. Es como poner en caldo de cultivo gérmenes patógenos!. La reinserción basada en la reeducación es más utópica que imaginar a Carlos Marx con una pala en la mina. A principios del siglo XX, un tano en prisión hacía ganzúas para delincuentes que iban de visita a la cárcel. ¿Y consumo de droga? En fin... este será otro tema que hablaré en otra futura publicación.

Aunque todo sigue igual, recuerdo que ya pasada las casuchas de la "otra" orilla del río, nos escaminábamos por la avenida Marcelo T. de Alvar hacia el parque, con sus diez hectáreas arboladas. Y el trencito aquel que recorría como mil metros de vía por la parte norte; y el lago artificial, donde navegaba la gente en botes; y el rosedal... El parque Sarmiento (creo que fue inaugurado en 1923) tenía para mí la atracción de las manzanas cubiertas de rojo caramelo "abrillantado" y el algodón de azúcar. En medio del verde había un área de mosaicos presidida por un escenario donde se efectuaban festivales en el verano, y actuaba "Sandrinito", el Negro Zabala, los hermanos Frutero y Etelvina Arias. Las sirvientas con los colimbas en los bancos, apretaditos, tiesos, como si tuvieran frío; más que estar calientes por la "franela, bien apretaditos y tiesos como si estuvieran posando para una foto del "Alma que canta", cual si todo su sex appeal consistiera en estar como paralelepípedos en formol.


Ahora, voy al parque a hacer footing, para que no se me haga pesada la vejez. Todos los años viene el otoño dispuesto a llevarse las mejores flores de nuestra existencia, cosa irreversible en los seres humanos. No ocurre así con el parque, que siempre se renueva en cada primavera, más allá de los fracasos celulares de las personas. Pero no es lo mismo... Ya no tiene la sonoridad de la risa infantil; al escenario ni siquiera lo adecentan para que se animen los artistas. El trencito en miniatura ya no surca los rieles, porque a las vías las cubren los hierbajos (parece le sucedió lo mismo que a los trenes de verdad en todo el país) y faltan las manzanas de rojo púrpura... Queda lo perenne, conserva el alma del verde. Pero, no sé... es diferente, como si le faltaran uno o dos colores al espectro y se dice que a veces el paisaje se crea con los ojos...Metaforas para conformarnos. Eso si, mucho quilombo, fanfarria, ruido, masificación... todo montado para la juventud, a través de las discotecas... Donde está Satanás, lleno de sobrecitos con cocaína y vasitos de chupito.

(Escultura de Líbero Pierini, padre del Petiso Pierini, gran jugador de Estudiantes)
Y antes del Puente, mi Club favorito de niño, El Estudiantes... Donde jugué al fútbol hasta la cuarta división, en el año '56. El Club Estudiantes, ahí está siempre al lado de la rotonda y obligándonos a mirarlo, la estátua de San Martín, señalando con el dedo índice, como ordenando la barrera antes de un tiro libre del pibe Sisalli, desde arriba, en su monumento soberbio, con su caballo blanco de ficción (falsedad histórica), pues hubiese sido una ignominia para el inflamado orgullo castrense argentino, de formación alemana, ponerlo arriba de alguna mula puntana, que el Gran Libertador montara en Mendoza, Chile o Perú como en realidad ocurrió. Los norteamericanos tampoco levantarían un monumento a Franklin Delano Roosevelt (uno de sus más queridos presidentes) postrado en silla de ruedas, ya que era parapléjico. De ahí deduzco que jamás un discapacitado físico podría ser presidente tanto en el Norte como en el Sur de América. Peligro grande para la humanidad del próximo milenio… Los presidentes pueden tener el físico de Stallone y la mente de Ana Obregón (que tiene muchos títulos, pero es analfabeta funcional). 

Continuando con nuestro libertador, seguro nos lleva en su corazón y nos desea triunfos en la vida; está en nuestro subconsciente infantil, de cuando, sin querer, creíamos en los héroes con sable y caballito, como él, o con colt y cartuchera, como el Durango Kid, aquel justiciero del Far-West con caballo blanco que vestía de negro en las noches de los miércoles en el cine-teatro municipal, donde se daban películas “de combois” en episodios, que prolongábamos a la salida. Siempre el muchachito acribillaba al malo, que se contorsionaba agarrado a la reja de la escuela Normal, a una cuadra del cine. “Kggg-kggg. Cagaste, bandido”, sonaban los disparos, muy diferentes al “bang-bang” de las historietas. ¿Cómo olvidarnos de Lee van Cleef, el malo por excelencia, que para matar poseía la frialdad a punto de 6º (como los buenos vinos blancos)?. Y no nos asustaban aún los vampiros de la Transilvania, ni la voz de Narciso Ibáñez Menta, sino que era la mirada de Nathan Pinzón (un buenazo) la que poblaba nuestras pesadillas. De cuando creíamos que Dios te ayudaba más, la maestra era como la segunda madre (no le hacía falta ninguna bonificación por presentismo como ahora) y la luna en cuarto creciente era una pestaña suspendida en el firmamento. Tomábamos Toddy porque queríamos ser tarzanitos; soñábamos con hacer un gol como el Turco Miguel, que se gambeteaba hasta los postes y los canas, cuando los jugadores de fútbol decían por radio con voz engolada: “Un saludo a mi vieja que me está escuchando”. La cancha de River era la herradura monumental, y una familia debía ser como los Pérez García de la radio, fiel compañera, grande como una catedral, con el ojo verde arriba que guiñaba cuando se cambiaba el dial. Había más sentido poético: nunca nos olvidamos del color de los ojos de la primera novia, ni del árbol donde meábamos antes de entrar en casa. Los novios tenían el bigote como Jorge Negrete. Y tristes quedaban las esquinas del barrio cuando a la calesita la trasladaban dejando el círculo pelado para algazara de los gatos y el vecino de al lado, seguramente harto de escuchar a Julio Jaramillo y Alberto Echagüe, aquel cantor de D’Arienzo.


En fin, para concluir, el mejor turismo en Río Cuarto es contemplar a sus mujeres y comer ricos asados en el Arroyo Santa Catalina Holmberg. 



viernes, 30 de septiembre de 2016

EL LADO OSCURO DE LAS EXCURSIONES

EL LADO OSCURO DE LAS EXCURSIONES

En general, los autocares me dan alergia... Normalmente salen del Hotel en horas de la madrugada, cuando tu cuerpo todavía no está activo por la juerga de la noche y pareces un sonámbulo. Además siempre hay que esperar a algún pelotudo que se quedó dormido o que fue al baño a última hora... En esos momentos te sientes como un soldado, sin voz ni voto, bajo las órdenes del Sargento, en este caso el guía de la excursión.

- Buen día, Buenos días, vayan subiendo...

Los viajes no se hacen para hacer un paréntesis en nuestra vida de todos los días; implican la incorporación total de culturas, paisajes y paisanajes. No es una maratón de traslados interminables donde el más deleitoso recorte de campiña o serranía termina en cabeceo contra la ventanilla o el hombro del compañero de asiento. 

Hartos de monumentos que te hacen acordar de las clases de historia y geografía (que en una hora interminable te metían en la cárcel de los siglos, amén de que la historia en sí es una repetida crónica de infautos sucesos), van contactando los pasajeros víctimas del traqueteo, conociéndose más, hasta la familiaridad incluso. Y terminan conociéndose más entre ellos que a lo que fueron a conocer, pues el suplicio de los compañeros de infortunio crea hondas de afinidades: se intercambian teléfonos y prometen visitarse en sus respectivos países. Y la verdad: ¡qué ganas de estirar en el hotel las piernas entumecidas! Y el culo, también: horas y horas en la playa con la arena enquistada en la raya. O habrá que moverlo (al culo) en la disco del hotel por la noche. 

¡Qué dolor en la nuca de tanto estar escorado mirando hacia arriba como pájaro busca-nidos cuando el guía comienza con la historia de los detalles arquitectónicos! Es el momento que se aprovecha para dormir un ratito de pie. A eso se resumen las vacaciones... ¡Y dormir, dormir, dormir cuatro días seguidos para reponerse de la tortura de tanto “monumentear” en esa desgracia sobre ruedas! 

Lástima que ya se ha pagado la excursión del otro día... 

¡Y mirar la tele en la habitación, después de la ducha! ¡Ay, si pudieran ver a Boca o a River! ¡O cualquier otro programa, para después opinar con soltura si la programación de tal o cual país es mala o buena! Y, si no, de última, prenderse en el teléfono y exclamar al hablar con un familiar: “¡Ah! ¡Si vieras lo espectacular que lo estamos pasando!”, en tanto se quita los zapatos y suspira aliviado pensando que ya no aguantará más al guía, que siempre deslumbra al inicio de la excursión por su precisa y florida narrativa, pero que al caer la tardecita termina hablando para sí mismo.

Algunos, víctimas de la fatiga, buscan una mirada inquietante entre el grupo y piensan en perderse en un vagabundeo de callejas puestas sólo para una pareja, en encontrar la carnadura real de lo azaroso y fortuito que escape a los siglos condensados en los museos.

Y lo que parece una tontería, se convierte en recuerdo inolvidable. Y si no tienes un mínimo de interés cultural, a la pirámide de Keops igual la disfrutas con una diapositiva en casa. No se debe viajar a Camboriú porque es más barato que Ushuaia, ni a las islas Seychelles porque es más exótico...  
Vale más comerse un pejerrey en el dique Los Molinos, que según dicen a ese sitio lo compró Dios para su propio uso, saltándose las “restricciones del corralito” como buen Dios que lo es, un Santo Varón que no debe ser ningún boludo, por eso es Dios… Y como dijo el poeta: no es internacional quien no sabe pintar su aldea o amar el pedacito de tierra de sus juegos infantiles. Tampoco se trata de expresar la perogrullada en que suelen caer famosos cronistas de viajes, como Manuel Leguineche o Miguel de la Cuadra Salcedo, que repiten en sus documentales este cliché: “Hay algo de sorprendente y extraño en este poblado en ruinas”. Lo lógico es pensar que todo sitio debe tener no algo, sino muchísimo de sorprendente y extraño. 

Lo que no aguanto de verdad, son las comparaciones trufadas de ignorancia entre los pasajeros y sus “experiencias” en otros países. Además no comprenderán nunca que la naturaleza no se compara: se disfruta y punto. Pues no falta quien dice: 

-“¿Los Alpes suizos?… ¡Nada que ver con Bariloche!
- “Estuve en la Costa Brava. ¡Nada que ver con Punta del Este!”.

Vaya usted a decirle a un Gaucho que la pampa, con su rancho y el ombú y con Patoruzu o el perro Mendieta, no tienen gancho…

Sólo se puede comparar lo que ha hecho la mano del hombre: si un auto es mejor que el otro, o si aquella trilladora tiene más poder de corte que esta otra, o si tal o cual vino tiene más cuerpo, graduación o mantenimiento que este otro, o si es de crianza o reserva, etc. Y recordar lo que dijo una vez Cervantes: “La mejor forma de conocer el mundo, sin pasar frío ni hambre, es leer historia y geografía”. 

Viajar, viajar... parece ser el  Leiv-Motiv la razón existencial de las clases más o menos acomodadas dentro del marco consumista de esta época.

Es claro que hay muchas maneras de hacerlo. Yo siempre sostuve como premisa la peor manera de encarar un viaje es ir de prisa y compulsivamente hacía cualquier lado, es la mejor manera  de no ir a  ninguna parte en cuanto a goce y conocimiento.

El peor turista es la mujer. "¡Qué bien te sienta el blaiser!". Y las sonoridades de besos, como aquéllos de Mickey a Minie, ¡chuik! ¡chuik! (besos más falsos que pedo de diarrea). "¡Ya sé: ese perfume es de Cocó Chanel, se nota!". Y se nota también que se odian, pero con ese odio de chismorreo de comadres y de tal pobreza espiritual que apenas se ven, guardan las "gillettes" respectivas con las que pensaban "cortajearse" en el avieso comentario con otra amiga. Y no sé por qué suerte de sutileza mental y sin que nadie les pregunte alguna siempre se las rebuscaba para decirte que estuvo en un crucero por Cancún o Las Antillas… Que ya se sabe, están más allí de Alpa Corral o Calamuchita, nunca más aquí, en el mapa de las minas “viajadas” de pueblo, que aún no aprendieron con los años a verse a si mismas, su imagen es reflejada por el espejo social que las rodea. Es común en estas palurdas que alguna amiga ignorante les pregunte: “¿Qué tal  es…?”. “¡Divino!” (???), responden casi siempre. Si algún día viajas a Europa, o donde sea,  y te preguntan: “¿Qué tal es…?”, tú diles: “¿En qué sentido, boluda?”. Y ¿Qué tal es qué?”

Pues viajar no es buscar lo más renombrado o conocer lo más famoso, cargado de valijas a reventar, en odiosos tours de hotel en hotel y aeropuerto en aeropuerto, que no te dan tiempo ni para saborear un plato típico, sin intentar meterse en la peculiaridad de las cosas: los baños de restaurantes y bares, que marcan mucho la educación de un país, los mercados, las plazas de los barrios; en fin, lo cotidiano, puesto que la mirada del recepcionista del Gran Hotel de Río Cuarto es la misma de uno de la cadena Hilton y la sonrisa de las azafatas es igual tanto en un ómnibus de La Chevallier que en un vuelo transoceánico, y el metro de arena que ocupas en la playa es casi igual en el Caribe que en las Baleares. Total, no ven, no aprecian nada claro, por esa estúpida manía de moverse muy deprisa que significa no ir a parte alguna. Y disparar, y disparar fotos… Puede ocurrir que al retornar un pariente les pregunte: “¿Qué tal Barcelona?”. “¡Ay Montjuïc! Lo más hermoso es la Fuente Mágica de la Cibeles, con luz y música… ¡Si la vieras! ¡Qué regia! ¡Ah, espera! Te compré una copia para vos de una estrella Mironiana de Picasso”. Pero el recuerdo más gráfico y envolvente son las toallas con el nombre del hotel que se afanaban en una supuesta generosidad de este (aclaro que este souvenir toallero es debilidad de las mujeres). 

martes, 27 de septiembre de 2016

RASTREANDO RECUERDOS, Daniel Gentile

RASTREANDO RECUERDOS 
Daniel Gentile


 

Rastreando recuerdos, me vino a la cabeza la mejor voz que escuché en el rubro informativo radial, la de Daniel Gentile. Y como en una hermosa coincidencia y buscando algo de su vida, comencé a leer este escrito que había publicado en Facebook:

- Una muy linda noche con mis amigos libertarios Luciana y Artem. Juntos fuimos hasta Maipú 994, el edificio donde vivió Borges. Pisé la vereda y los escalones que él tantas veces pisó. Estábamos sacando fotos cuando un señor entró al edificio, y le pregunté cuál era el departamento de Borges. "El 6º B. Era mi vecino." Y lo dijo así, tan fácil, como si haber sido vecino de Borges fuera algo normal. Con cuidado de no oprimirlo, dejé que la yema del índice de mi mano derecha tomara contacto con el botoncito del 6º B. Lo que tantas veces hicieron tantas personas. Y respondía él, y alguien, muchas veces un desconocido, decía su nombre, y él lo hacía pasar. Y el visitante podía quedarse un par de horas ¡conversando con Borges! A veces, había un grabador, y así siguen apareciendo, por suerte, libros y libros de diálogos con Borges. Los recomiendo a todos. El diálogo es uno de los más hermosos géneros literarios, y leer uno de esos libros es como compartir un café con el Maestro. Yo podría haberlo hecho, como tantos, pero en aquel tiempo no era borgeano. Pero mejor así. Tal vez mi torpeza habría merecido alguna de aquéllas respuestas irónicas (que quizás habría entendido varios años después), y entonces no podría quererlo tanto como hoy lo quiero. Comprobé que en la vereda de enfrente sigue estando el Hotel Dorá, donde Borges a veces comía o tomaba un café con un amigo o una amiga. A cuatro cuadras de esa zona mágica de Buenos Aires, en Maipú 555, está Radio Nacional. Donde antes estuvo la legendaria LR1 Radio El Mundo, que fuera cabecera de mi querida LV3 Radio Córdoba, la única radio donde trabajé y de la que nunca me fui.

A lo que yo contesté:
- Siempre Daniel, has sido fiel a pocas cosas... se nota, por eso tu voz privilegiada es como un eco de aquella sorbona de voces musicales, Radio el Mundo, factoria de las mejores gargantas que estan en grabadas en el eter... como la tuya... Y fiel a tu madre, que como toda madre tiene el secreto genetico de tus virtudes. Yo aun la recuerdo,porque gracias a los dientes, o mejor, "sus dientes", tuve el placer de conocerla y palpar la elegancia de su personalidad. Una abrazada daniel.

Y concluyó con un:
- Gracias José!!!!! Me emocionaste!!!!! Ojalá pueda volver a la radio, como en los buenos viejos tiempos!!!! Para volver a ser lo que siempre quise ser: Una voz sin cara y sin nombre. A los grandes, entre los que por supuesto no estoy, los seguimos escuchando en la memoria, pero muy pocos recordamos cómo se llamaban. Digo Radio El Mundo, y digo en voz alta y me escucho: "Transmite LV3 Radio Córdoba, filial de LR1 Radio El Mundo de Buenos Aires." Y recuerdo a Ricardo Jurado (la voz de oro), Leopoldo Costa (la voz de platino), Guillermo Cervantes Luro, Hernán Jorge Biancotti, Daniel Guerrero, Fioravanti, Damián Cané, Horacio Bessio. También nuestro Cacho Mamertino pasó por allí, y el Chino Torri, y creo que vos también, en las transmisiones de boxeo y de fútbol. Mi mamá está bastante bien a sus 93 años, tan hermosa como siempre. Su dentadura, tal como la conociste!!! Siempre te recuerda, como amigo, como extraordinario periodista (el mejor improvisador que escuché), y como odontólogo de manos angeladas. Ella es uno de los motivos por los que quiero volver al micrófono. Abrazo amigo!!

viernes, 23 de septiembre de 2016

PROSA TRASNOCHADA. Por Arturo Jaimez Luqueta

PROSA TRASNOCHADA
Por Arturo Jaimez Luqueta

(Hoy les voy a mostrar una prosa que hizo mi gran amigo "Arturito", uno de los mejores relatores de fútbol y boxeo.)


- Ojalá te guste Negro esta prosa trasnochada, que seguro se queda corta de lo muy lindo que lo pasé por tu Barcelona...

La Barcelona del Negro Rodríguez

Desde la estación de Sants hasta Sant Andreu combinando líneas del metro, me preguntaba cómo lo iba a ubicar al Negro.

Sabía que su piso estaba a pocos metros de la boca del subterráneo, pero ese barrio entre burgués y laburante tiene veinte edificios de cincuenta departamentos por cuadra.

Sin embargo la presunción del argento no falla. Donde preguntar por el Negro si no en un bar. No hay bodegón de Barcelona, desde el barrio gótico hasta el mercado central, del estadio olímpico hasta el Camp Nou que el Negro no haya recorrido.

Está claro que José Ademan Rodríguez fue el argentino más conocido y querido de Catalunya hasta la llegada de Lionel Messi. La Pulga le quitó el título que ni el propio Diego Armando Maradona pudo arrebatarle un par de décadas antes.

Era temprano y en vísperas de Sant Joan. La capital catalana estaba más bella que nunca. Entre las luces del veranito económico de comienzos de los dosmiles y el fulgor del sol de junio, Barcelona postulaba para podio de las mejores ciudades del mundo.

Caminé como si conociera, como si hiciera una vida y no una hora que estaba por esas avenidas. Lo hice con tanto olfato que desde la ochava de la estación encaré para el medio de la misma mano donde estaba la casa del Negro. Pregunté en un Cyber y la ecuatoriana que me atendió me dijo que dentistas y psicólogos argentinos hay tantos como parias laburantes de su país.

El Negro es odontólogo y partió para España como muchos en los setenta. Su especialidad y la psicología que es más argentina que freudiana, llenaron de compatriotas la península.

Un poco desorientado cruce a un comedorcito de esos que se parecen a los de las peatonales argentinas y allí no dudaron. “Tú buscas al Negro Rodríguez”, preguntó el mozo con una sonrisa que lo condenaba. “vive en un piso aquí en frente, anoche cerró nuestra casa entre cañas y tangos a capela junto a su amigo el Zurdo”.

Encontrar al Negro en Barcelona es como encontrar un oasis, una brújula, un guía de turismo all inclusive. Porque José no te deja meter la mano al bolsillo y nunca se fija si la cuenta tiene saldo. Tiene resto porque trabajó cincuenta años para eso. Tiene suela porque los arrabales del mundo son su mundo y no se cansa de caminarlos. Los linyeras, los lustrines, los diarieros y los vendedores de lotería son sus mejores amigos, también algún que otro vendedor de sueños como éste.

Así me crucé y toqué el portero, él bajó silbando La Cumparsita como si estuviese esperándome en el departamento de la Vivi de la calle San Jerónimo del centro de Córdoba. Me estaba esperando, aunque no sabía a qué hora llegaba. Ya tenía la hoja de ruta. Era un itinerario para una vida y yo me quedaba solo una semana.

No dejamos chiringuito con cerveza. El Negro le bailó el tango a cuanta gringa se cruzaba eclipsando con su gracia, al nudista pijudo de la villa Olímpica que pasaba haciendo pendular su grandilocuencia sin mayor suceso.

(Dos ojos celestes se posaron en la insignificancia...)
El Zurdo fue la figura del viaje a Sitges. A lo Marcel Marceau sedujo, a pura pantomima, al travesti divinísimo de uno ochenta, rubio y ojos de mar. El Negro la rompió a la vuelta. Le paró el reloj al vagón entero y transformó al tren en un teatro. Se mandó un recitado memorable de la Balada para un loco.

La gente aplaudía y comentaba la obra del Negro en una babel sobre las vías. Ingleses, franceses, alemanes entre otras tonadas se escuchaban admiradas de la musicalidad de la voz de José, porque aunque no entendieran la poesía como la mayoría del convoy el fraseo goyenecheano llenaba de de melodía la tarde.
Tenía razón el Negro. Esa semana fue una vida. No faltó nada. Fue eterno y etéreo. Ritual y mundana.

Entre los berberechos y el jamón del país. Entre el susurro del Zurdo y el canto francés del Oli. Entre las gambas frescas y las gambetas futboleras de mis zapatos flamantes de polvo de luna. Entre las truchas con manteca y las cañas en lo de la negra de la otra cuadra. Entre las sardinas a la plancha y el agua azul del mediterráneo. Entre los cavas y los fogones de Sant Joan. Entre la magia de la ciudad y la nostalgia de los compatriotas, se me hace religión aquel recuerdo. Un ritual sin templo, más bello que la Sagrada Familia de Gaudi.

viernes, 16 de septiembre de 2016

LA MEJOR SONRISA VIENE LUEGO DE HABER LLORADO MUCHO

LA MEJOR SONRISA VIENE LUEGO 
DE HABER LLORADO MUCHO

En el fútbol, la estética del perdedor es más digna y elegante 
que el estallido grosero del ganador. 
Es igual a la belleza triste de una mujer hermosa.
Es el Réquiem de Mozart,
el Adagio de Albinoni
o el responso de Pichuco.
No son expresiones artísticas para la turba grosera,
en que termina la borrachera de los triunfos.



Poco tiempo ha pasado de aquel penal contra Chile... que se perderá entre los dobladillos de la memoria. Ya se fue la hora de la crucifixión en Argentina. Es que no se habían dado cuenta de que él fue a salvarlos, como si fuera un "Messias". Solo queda el lejano eco de la lluvia de epítetos. 

¡PECHO FRÍO! 
El denuesto, el improperio... ¡PONÉ HUEVOS!

Dicen algunas leyendas que nació del vientre de un balón de fútbol encontrado a orillas del Paraná. Ya desde muy pequeño se destacaban sus aptitudes... trazaba garabatos y filigranas inventadas por algún humorista loco y genial, estilo Fontanarrosa... Pero no, no... El Negro Fontanarrosa era hincha de Central a muerte.

¿Quién iba a pensar que ese ángel de cara sucia, con figura de chicuelo que se come la punta del pan calentito, sería capaz de mover cosas sin que nadie se diese cuenta? Su timidez era muy grande... siempre cabizbajo, mirando de abajo de la mesa como aquel niño que no quería crecer en El tambor de hojalata.

Todo fue cuestión de tiempo...  atrás quedó el periodo de adaptación, de la soledad de un niño apartado de su familia y su entorno de barrio. Y aquel primer contrato que fue firmado en una servilleta de papel fue el precursor de otros contratos millonarios.

Aquel enanito de flequillo que con trece años hasta se ponía solo las inyecciones de crecimiento en la Masia, iba a convertirse en algo feroz, inclemente y letal para el Real Madrid. 

Hasta un hincha merengue me expresó seriamente que Messi tenía un pacto con el Diablo. Poseedor de una lucidez inextricable. Es que a veces, parece que se le enrosque Lucifer en cada pelota que le llega.

Los periodistas desde un inicio, hablaban de "su magia", pero para el dicha "magia" eran las milanesas de su mamá. Magia era el pretexto de comprar caramelos para ver a su amiguita Antonella (a quien ya le había echado el ojo... y acabaría siendo su mujer y madre de sus hijos). Y Magia es dedicarle sus goles a la abuela que lo observa tras una nube.

Mientras tanto el destino trazaba diferentes caminos... Mientras él se ponía inyecciones para crecer, Maradona se las ponía para morir...

Y llegó la resurrección...  
Una estrella de Belén cruzó el cielo desde Montjuïc hasta el Mediterráneo. Y el Río Paraná, se llenó de peces de colores blaugranas.

Esa noche llegó a la cúspide de su producción, al pico más alto, donde los mediocres se apunan... Durante el crepúsculo se olvidaron de la fuente de "Canaletes", porque había un manantial sobre el césped...  Mucho más hermoso... Era el esplendor en la hierba, el brillo de una reunión nocturna en el lido de París.
 
Solo una estrella como él iba a desatar una constelación de "estelades" en ese antro sagrado del Camp Nou, donde unió a toda Catalunya en un chorro aluvional de voces que al unísono aclamaban su nombre.

Messi es la demostración de cosas no vistas, como definió San Pablo a la Fe.

Transformó a ese huerto cerrado, de una ciudad pagana, hedonista y amante del fuego en un recinto beatificado para los "cules".
El deleite llegó cuando su compinche Neymar Jr. le adivinaba sus intenciones en exótica combinación de efectos y artificios, que esos fueron sus paredes. El gol fue en la boca del arco. El divertimento en su máxima expresión. Sin buscar el gol, porqué el gol es la muerte del juego... al igual que dar en el Blanco es la muerte de la flecha. Y Leo la impulsó suave... como una adormilada nota de violín... ¡¡Oh, Dios mío!! se entonaba como un orgasmo, y "aleluyas" bajaron de las gradas.

Suárez, hizo un nido en el esternón, giró sobre sí mismo y chasqueando sus dientes, sacó un chutazo que se impactó en el corazón de la Cibeles.

Festival de tacón, empeine, bordado, chanflee y levitación para una noche de paz, donde los jugadores cambiaban sus camisetas con cariño verdadero, simplemente por jugar buen fútbol, cada uno con sus mejores armas.

¿Qué mejor manera de imponer silencio que ésta? Gracias Kiko 

viernes, 9 de septiembre de 2016

¿SUDACAS LOS ARGENTINOS?

¿SUDACAS LOS ARGENTINOS? 

Leí hace un tiempo unas afirmaciones (en la revista Gente) de un periodista referente a lo “difícil que es ser argentino en España”. Entiendo que todo se ve de acuerdo  al color del cristal con que se mire. Pero una verdad a medias puede ser peor que una mentira y más si se la utiliza para manipular noticias. 

Parece ser que se ofendió el hombre por aquello de “sudaca”, y además, remarcó que tener acento argentino en España puede ser grave. Hasta habló de una “guerra”. Habrá establecido, digo yo, una guerra contra su propia estupidez. Con razón el premio Nobel Octavio Paz afirmó que nuestros compatriotas se suicidan todos los días arrojándose desde lo alto de su soberbia (aunque él sí se hubiera suicidado, y sin alegorías, de saber cómo se iban a pelear sus íntimos por la herencia).

Les explico: esto comenzó en la década de los setenta, cuando los argentinos comenzaron a emigrar desde nuestro país (pobre, injusto, desquiciado, clasista, violento y sin esperanzas). 

Curiosamente, se trata de las mismas causas que en el siglo pasado habían provocado la emigración a la inversa, que fuera tan fecunda para Argentina en todos los campos, como lo expresa el historiador Félix Luna en un artículo posterior en la mencionada revista.


Los miles de argentinos que llegaron a España fueron recibidos con “curiosidad y “simpatía”, ya que muchos regresábamos a la tierra de nuestros mayores. En realidad, para ser más especificos, esa tierra era Galicia. La curiosidad sobre todo se debía a que, a pesar de saber que la situación en “aquel país” no era la ideal, no se comprendía cómo se podía abandonar ese “mítico y abundante país”. Y se nos preguntaba hasta el cansancio: “¿Pero cómo puede suceder esto siendo Argentina tan rica?” Ganados por la nostalgia pensábamos: “Sí, ¿cómo puede suceder esto siendo una tierra tan rica?”. Y fuimos por un tiempo los “simpáticos argentinos” que tienen esa forma de hablar “tan dulce, tan melosa…”. 

Es cierto. Dentro de una ola migratoria se filtran deshonestos y vagabundos, como dijo el periodista ese... Por regla general, los emigrantes no son “lo peor” de cada casa, ni lo “mejor” tampoco: son como los que se quedaron, así de simple. Pero el problema de nuestra emigración era al revés, pues resulta que los infiltrados fueron unos pocos virtuosos; los demás, la mayoría, se empecinaron en pagar afecto con estafa y solidaridad con burla. Utilizar términos ingenuos como “diabluras y barrabasadas”, para pretender justificar las innumerables calamidades y canalladas de todo tipo que fueron provocando al paso de los años, es también falsear la verdad. 

Al cabo de un tiempo, aquella simpatía y tolerancia fue cambiando hacia actitudes defensivas y de precaución. Nos fuimos ganando a pulso, paso a paso, minuto a minuto, nuestra “fama”. Es larga la lista: alquileres impagos, desvalijamiento de apartamentos alquilados, obtención de créditos y fuga subrepticia, teléfonos reventados, documentación falsa, etc., etc., etc. Yo también he cambiado de actitud con respecto a mis compatriotas. Si cae alguno por Barcelona (a excepción de amigos) e insinúa si no tengo un rinconcito, le digo que tengo habitaciones redondas.

Así se fue gestando la “nueva criatura”, por méritos propios, que al fin vio la luz... Como verán, el término sudaca no nace de un día para otro... Dejamos de ser los "emigrantes simpáticos" para ser ya, definitivamente, los “SUDACAS”. Se pasó a ser, en general, indeseable y hasta se comenzó a contar chistes sobre nosotros. Ya fue común escuchar: “¡Oye! ¿Sabes el último de los argentinos?” "¿Sabes cómo ladra un perro argentino? Estooo... ¡¡guau!! ¿Y cómo llaman al puchero? ¡¡Estooo...fau!!"; chistes boludos, como ustedes verán... Y esto nos comenzó a molestar también…  ¿Cómo puede ser que se rían de nosotros que somos tan vivos?

Los argentinos no nos damos bola en el exterior. La insolidaridad ha sido uno de los rasgos más salientes de esta emigración. Lograr una asociación cultural, deportiva o social ha sido imposible. O fundar un diario, formar compañías artísticas… es impensable si no tiene como finalidad otra cosa que no sea la renta económica. ¿Fundar un banco donde fueran a parar los ahorros de miles de compatriotas? Sería lo mismo que meter una gallina en una madriguera de comadrejas. Aquella emigración española quizá fuera menos culta, pero nos superaba infinitamente en valor ético y moral, fundamentos éstos mucho más valiosos para el soporte de una sociedad.


Las pocas reuniones que se hacían al comienzo entre nosotros, con el rescoldo de la añoranza, tibio aún, fracasaron estrepitosamente, ya que sólo servían como escaparate de fatuidades, para hacer alardes sobre el Rolex comprado, a ver quién tenía el Mercedes Benz más nuevo, o quién vivía en el ático más céntrico, grande y caro, tres de las máximas debilidades argentinas para paliar el crónico complejo de inferioridad. La vanidad quizá sea la causa de nuestra tristeza. Lo quiso decir hace unos años Bioy Casares; luego de recibir el Premio Cervantes de las Letras, le preguntaron si sus éxitos habían aumentado su vanidad. “No" -contestó- "En general fui y soy feliz, y la vanidad es incompatible con la dicha”.
 
¿De manera que organizar una reunión? ¡Que va! Hubo a quien se le ocurrió festejar un 12 de octubre con un asado con cuero en Castelldefels… Ideal para la nostalgia, aunque debió suspenderse por agresiones: ¡Si a vos te conozco! ¡Allá eras un muerto!”, ante la mirada atónita de los españoles presentes. Frase minimizante por excelencia. En Argentina, el panteón equivale a la casa adosada, glorificación inmobiliaria del fiambre. Así no da tanta sensación de haber muerto. Paradojalmente, la mayoría de compatriotas no han podido terminar nunca la casa de vivir la vida. Así pues, a los difuntos y a los vivos se les valora por sus moradas.

El “agrande” nuestro llega hasta cuando ayudamos a alguien, porque nadie es "tan generoso" como nosotros. La supuesta ayuda de Perón a España con los embarques de trigo, durante el aislamiento, fue utilizada durante años, y hasta ahora, como un acto caritativo por parte de nuestro gobierno, cuando en realidad fue un negocio y un acto político. Y digo Negocio porque fue pagado totalmente por las autoridades españolas y Político, porque son archiconocidas las inclinaciones ideológicas del peronismo hacia Franco (en algunos aspectos). Y al fin, si hubiese sido un acto de generosidad (por el cual nos deberían favores eternos), no se le debería hacer tanto bombo. A la caridad se la ejercita, no se la pregona; cae silenciosa, discreta, mansamente, naturalmente… como la nieve. El bien no hace ruido... Y el ruido no hace bien
Pero es de reconocer que a España se la bloqueó económicamente con el pretexto de la dictadura franquista, y Perón se puso del lado del “perjudicado” en contra de la opinión de los aliados, rompiendo el bloqueo, sin importarle que los norteamericanos le llamaran fascista. Eva Perón declaró en su gira por España: “Si enviarles trigo es fascismo, que nos llamen fascistas”.

No son sudacas, ni lo hubieran sido nunca, gente como Juan Manuel Fangio, René Favaloro, Sebastián Viberti, Raúl Longhi, Roberto de Vicenzo, Roberto Fontanarosa, Les Luthiers, Pizzi, los cantores Julián Córdoba y Fernando Ríos Palacio, el pianista mendocino Martín Fernández (los dos últimos con 22 años desgranando música por Barcelona), el guitarrista Daniel Barrera, Augusto Torres "el Duende" y el gastrónomo Sebastián Martínez (allí, en su boliche “El racó de tots”, deambularón los últimos nostálgicos de esa setentona raza con ojeras de argentinos que tiende a extinguirse). Tampoco incluyo a la mayoría de profesionales que ejercen aquí en España. Y esto también merece una reflexión, ya que fue muy criticada la actitud inicial de no reconocer la titulación profesional por parte del Ministerio de Educación español. Sin embargo, al menos en mi época de profesional en la Argentina, era imposible el reconocimiento de un título profesional si no se hacía la reválida total de la carrera universitaria. Y es más, se llegaba a la ridiculez de no reconocer materias aprobadas en distintas universidades del país. No se quiso entender que la negativa aquí era una lógica medida precautoria frente a una posible avalancha de profesionales como luego ocurriría.

Por suerte, a día de hoy, se ha atenuado el termino "Sudaca", ya no se escucha tanto... Hasta algunos nos admiran, como acá en Barcelona, cuidad con el nivel cultural más alto y rico de España, gracias a gente como Ricardo Darín, a través del Cine y Teatro, Héctor Alterio, el gran director de Cine Juan Jose Campanella con su obra "VIENTOS DE AGUA"... todos ellos, gente que han borrado el mal recuerdo de ese cínico y despreciable ser en el que se convertió Maradona.