jueves, 12 de abril de 2018

¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD?: EL DUETO IMPOSTERGABLE DE LA CONTROVERSIA

 ¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD?: 
EL DUETO IMPOSTERGABLE DE LA CONTROVERSIA


 Coincidencias "episódicas y filosóficas" atemporales en la caracterología del perfil psicológico de determinados personajes de la historia. 

No serán las analogías entre Kennedy y Lincoln, ya muy conocidas a través de internet (asesinados en similares circunstancias, con sus mujeres perdiendo un hijo estando ya en la Casablanca, ...etc etc etc). Ya saben el resto ... que siempre terminan con el chiste aquel de -"Yo no maté a Kennedy o al torero Manolete".

 Como siempre me gusta urgar en papeles amarillentos y desgastados, me encontré con los casos de los dos periodistas a quiénes yo más admiré: Dante Panzeri y Carlos Hairabedian. 


Desgraciadamente Dante PAnzeri nos dejó hace unos años (en 1977 concretamente).

Él fue alguien en el periodismo argentino. Y ser alguien, en la gigantesca ciudad de Buenos Aires, más que un triunfo difícil es casi una monstruosidad, teniendo en cuenta que el talento innato es objeto de persecuciones, envidias, ... más teniendo en cuenta que Panzeri fue un provinciano del sur de Córdoba (Argentina), creo que de las Varillas concretamente. 
A veces, Panzeri escribía con pólvora restallante. No usaba pluma, ni lápiz, usaba un hacha!. !Fue honesto en su quehacer cáustico!. Mantuvo esa línea hasta el día de su muerte. No era precisamente la línea de los halagos, que reditúan amistades y otras cosas lindas. Era el camino difícil. Él sentía que era justo. Creía en lo que decía o escribía y lo sostenía a cualquier precio, es decir, a costa de cualquier disgusto personal que pudiera sufrir. Por ello fue admirado y también atacado. Pero nunca se puso una peluca ni una barba postiza para ir a un estadio. 
¿Como era Dante Panzeri? Profesionalmente, un ejemplo. Se podía disentir con él, pero su honestidad profesional fue intachable. 
Una noche, en el estadio de Racing, juzgó severamente al arquero Agustín Cejas. Inmediatamente después hubo una avalancha de exaltados que rompieron los vidrios de la cabina y cuando se cernía sobre el equipo de transmisión una tragedia, Dante Panzeri en el suelo, a un centímetro de su cabeza los garrotazos que no lo alcanzaban por milagro y unos cuantos escupitajos gratuitos que son más humillantes que alevosos, micrófono en mano continuó la emisión del comentario crítico. Ni siquiera hizo mención de lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Ni pidió auxilio. 
Había que cumplir con el deber de transmitir, y en pleno "terremoto" siguió su comentario hasta el fin sin inmutarse. !Ese era el Dante Panzeri que muchos no conocieron!.

Denunciaba en el Diario "La Prensa" todos los negociados del poder militar aliado con civiles relativo a la construcción de sub-sedes y obviamente se refería a la inutilidad económica y social de dichas obras.

Falleció justo antes de la realización del Mundial del 78.
Yo en esa época me encontraba en la puerta del Luna Park de Buenos Aires, llovía en la capital... Me topé con un periodista muy conocido del ambiente boxístico y al comentarle con los ojos que delataban mi tristeza: - " !Que pena! Se murió Dante Panzeri.." y él me contestó con desprecio y malicia - "!Menos mal que se murió el canceroso ese!...".

Recordemos que Panzeri fué el que rotuló al boxeo como "homicidio legalizado", y que echaron de la revista "El Gráfico" por no plegarse al mensaje adulatorio y comercial de la misma. 

Fue alguien. ¿Hay alguna duda todavía?



El otro personaje en cuestión, al que admiro, no sólo como periodista deportivo sino como abogado penalista, es Carlos Hairabedian.


Un genio revulsivo, que conmovió el mundo del análisis futbolístico desentrañando sus mitos, absurdos, mentiras, abusos, complicidades, de una  casta mediocre y adoctrinada en la vulgaridad repetitiva de los pseudo-poetas "cursi-líricos" de la revista "El Gráfico" (con pocas excepciones como por ejemplo Ardizone, Cherquis Bialo, Borocotó, Frascara, ... y otros que ahora no me acuerdo, que poblaron mi infancia de ilusiones y esperanzas).

 Corría el año 1967, más o menos, en el campo de Instituto, los equipos de transmisiones no tenían cabinas, sino que montaban su "zona de trabajo" a un costado del campo. Ahí estaba el "Dantón" del periodismo en letras mayúsculas, repartiendo su dialéctica, expresivo y gesticulante, fantaseando con metáforas que me hacían pensar en Lisandro de la Torre o Belisario Roldán en una imaginaria Tribuna del Congreso. 

Había ganado el equipo local que obtuvo el Campeonato, cuando de repente aparecen espontaneamente una horda de bestias que sin mediar palabras se fueron acercando al comentarista (mejor dicho al orador) mientras que un flacucho, cual mísero esperpento de la barbarie encontrándose a un metro aproximadamente de Hairabedian le descerajó un escupitajo en la nariz.
Garó, que así era su pseudonimo, siguió hablando como si nada, sin mirarlo ni lamentarse, como un grande, que después jugó su vida en las  cárceles del proceso militar.


 Esta anécdota nos hace pensar en aquello que les decía al principio, ¿casualidad o causalidad? Opinen ustedes...


 

martes, 3 de abril de 2018

LA TESTOSTERONA DE MI TÍA ELVIRA

LA TESTOSTERONA DE MI TÍA ELVIRA

  ¡¡Que par de ovarios que tenía mi tía!!... aunque también tenía una lengua... ¡con la cual te mataba de ocho maneras diferentes!.
 
     Con treinta y tantos años en la ruta entre Holmberg y Río Cuarto, despistada y audaz como era, estacionó la motoneta a un costado de la ruta, casi a la hora del crepúsculo. 
Un rastrojero con una de las luces rotas la embistió tirándola como 30 metros a un lado, dándose a la fuga dejándola abandonada a su suerte sin saber como estaba. 

Para los recuerdos dolorosos es mejor tener mala memoria... 

     Dicen que sus piernas eran como cristales rotos en una bolsa de hielo. 
El traumatólogo de la Clínica del Sud de Río Cuarto convertido en un desalmado carnicero por su incompetencia, decidió amputarle las dos piernas y de no ser que pasó por la Cínica del Sud el profesor Florencio Segura, una eminencia internacional experto en huesos, se salvó alla por el año 56 de ir en silla de ruedas de por vida. 

     Gracias a ese médico y a la lealtad y cariño de su marido "el Siso", logró la recuperación de su estabilidad tanto emocional como física.  ¡Llegó a vivir casi 100 años con sus muletas y sus puteadas!

     Nunca se resignó a pesar de sus limitaciones, luchando cada minuto para no sentirse una tullida. Así descalabrada fué vertebrando un nuevo mundo para ella, articulando pensamientos de supervivencia que se sobreponían a la dicha vivída con su cuerpo intacto. 

    Al perder el sostén de su marido y "compinche" se entregó a sus muletas y a "amuletos cotidianos": flores de plástico, abanicos en la pared con la envergadura de un cóndor, la foto de Perón y Eva, postales de sus viajes (viajó 3 veces a Europa) y la radio siempre sintonizada en LV16.  

    Lo tenía claro la Elvira, que de las personas se fia menos que del suelo que pisan sus muletas, templanza para la autodefensa que le enseñó a fuerza de tropezones y caídas, que es más provechoso equivocarse sola que depender de un descuido ajeno, pues todavía no se ha determinado bien en los accidentes eso del "fallo técnico o error humano". Ya aprendió lo suficiente a jugar con la mujer vestida de negro sentada a los pies de su cama durante cinco eternos años, postrada en un hospital, y si bien la muerte tiene preferencias por las buenas gentes, ella tenía además agallas de campesina intuitiva y fuerte. 

     A golpes de bisturí y prisiones de yeso supo bien pronto que habían dos cosas que nunca la habían de abandonar: el calcio y sus muletas, que le servían tanto para ir a la cama, con el ademán rendido y el afán desfalleciente para reanudar la eterna pesadilla con fuego cruzado entre el sueño y el insomnio, como para incorporarse súbitamente en un alba obligada por la excitación de un imposible hasta quedarse sin resuello por cualquier minucia que despuntaba en su cerebro. 

     Fue primordial la inestimable ayuda de mi primo-hermano Dani, un ángel custodio que la vida le puso en su camino para que siempre estuviera junto a ella, tanto para "un roto como para un descosido". Pero al menos sentía al despertar la caricia segura y confortable del cojinillo de sus apoyos.

     Es que ella había nacido para saltar, brincar, nadar, bailar y revolcarse en el arroyo. Tomaba impulso en el sueño para ralentizarlo en el insomnio a fuerza de Lexotanil y entrar en la vía muerta de todas las noches. ¡Si al menos llorara un poco...! Pero ya se le habían acabado las lágrimas, o quizás quedaron en la carretera junto a sus huesos rotos aquel día del accidente.

     Por eso lo mejor era "putear" a todo el mundo como lo hacía,.. -"Pobre, pero a veces tenía razón pensándolo bien y sino ... ¡pasen lista de como anda actualmente el mundo!".

     Ella era inteligente; vale más consolarse. ¿Amar? Ya amó lo bastante. ¿Correr? No puede. Pero más idiota es el atleta que pasa los mejores años de su vida entrenándose con el único objetivo de ganar una décima de segundo en cien metros. Así que pasó del Axioma aquel "Lo importante es competir", a este otro: "Ganar no es lo importante, es lo único". Se corre por falta de atributos para pensar. Las únicas carreras útiles son las de los basureros. Tan idiota como aquel que sólo posee los ojos para mirar el color del dinero. En esos casos las piernas y los ojos son un accidente, y más valía su maratón de sueños. 

            ¡ Y el alma le baila a la Elvira!
Y lo que perdió en piernas lo ganó en dos brazos fuertes como tenazas.
Y tiene el ojo más avizor y la conducta más pareja.
      

     Y, lógico, nunca podrá deslizarse, siempre habrá un tropiezo. Pero peor es el mundo que camina con las manos de la ambición. Y al fin, para colmar las más antiguas aspiraciones del hombre, como es comer bien y dormir, no le hacen falta las piernas. Y quizá no le habrá faltado la reflexión: "Mañana se pintará la cara y asomará sus ojos hermosos tras la ventanilla de su coche nuevo, y pondrá el cassette de la Macarena... que tiene un novio que se llama Vitorino. Después de todo, consolarse no es de cobardes, es sólo cambiar de códigos, si hasta a la Navidad le sucede la acritud de todos los días. 

    Es consciente de que la mayoría atiende a sus placeres, y les resultan más intensos gozándolos a costa de un "desdichado", pues el argentino en general vive la embriaguez de creer que somos un arquetipo europeo por sangre con hábitos americanos. Atlético, fornido, alto y rubio, a ser posible; somos despectivos con el que es bajito, o bizco o lisiado.